Llegó a Buenos Aires, pero los cuyanos se llevaron la peor parte

Llegó a Buenos Aires, pero los cuyanos se llevaron la peor parte

Los celulares quedaron inertes en Mendoza y en San Juan, donde se suspendieron las clases del turno nocturno y el temor se generalizó.

17 Septiembre 2015
El temor se irradió al mismo ritmo con que se extendía el sismo, desde su epicentro en Chile hasta diferentes provincias argentinas. El temblor se sintió con mucha fuerza en el país, especialmente en Cuyo. A Mendoza le tocó la peor parte, ya que provocó que los habitantes salieran de manera apresurada, pero con orden, a las calles y a los parques públicos, mientras se movían los muebles y vibraban las paredes de las casas.

Según indicó la agencia de noticias Télam, Defensa Civil de esa provincia resaltó que no se habían registrado víctimas, aunque reportaron dos casas con daños estructurales en el departamento de Tunuyán y otra vivienda derrumbada en el departamento de Las Heras. Los habitantes alcanzaron a ponerse a salvo.

El sismo de magnitud 8.4 en la escala de Richter, con epicentro en el centro de Chile, provocó un reguero de réplicas en distintos puntos del territorio mendocino. Se registraron roturas de vidrios, mientras que fue cerrado el Aeropuerto Internacional de la provincia, al tiempo que se suspendieron las clases en los turnos vespertino y nocturno. Las líneas telefónicas se saturaron debido al aluvión de llamadas. El servicio de electricidad funcionó con normalidad.

“No podemos decir que #Mendoza es aburrida. Hoy tuvimos sismo y zonda. ¿Qué más querés?”, expresó el periodista mendocino Matías Valencia por su cuenta de Twitter (@Matisv).

Debido a las interrupciones en las comunicaciones, desde Defensa Civil pidieron manejarse con mensajes de texto en caso de ser necesario para no saturar las líneas. Y sobre todo, mantener la calma.

En el centro de la ciudad de San Juan, otra zona en la que el movimiento de la tierra se sintió con gran intensidad, la gente se agolpó en las calles, alejándose de las construcciones. Los empleados abandonaron las casas de comercio y la Policía detuvo el tránsito vehicular.

Después de las 20, los organismos oficiales recomendaron no subirse a los ascensores debido a la posibilidad de réplicas. Solicitaron el uso de escaleras en edificios altos, evitar los tendidos de líneas eléctricas y no correr para evitar accidentes. En esa zona del país, durante largos minutos las comunicaciones por telefonía móvil y fija también quedaron interrumpidas, lo mismo que Internet. Pasadas las 20.30 aún había compañías de celulares que ofrecían un servicio limitado y los cuyanos tenían problemas para comunicarse con sus familiares y amigos.

Experiencias

Las redes sociales sirvieron para expresar lo ocurrido durante y después del sismo en La Rioja y en San Luis. “Vivo en la ciudad de La Rioja, al lado de la cordillera, el sismo se sintió fuertísimo aquí no me quiero imaginar en Chile...”, contó vía Twitter Matías Pitetti (@MatiasPitetti).

Catamarca no escapó del estado de alerta. No se registraron daños materiales ni víctimas, pero los vecinos abandonaron sus viviendas y los edificios públicos. Las autoridades desalojaron las instituciones educativas y la Casa de Gobierno.

En la capital, la plaza central fue el refugio de los catamarqueños asustados. La Policía recomendó a los ciudadanos mantener la calma y no entrar en caos. En 2007, los catamarqueños fueron testigos directos de otro fuerte sismo y ese recuerdo se mantiene fresco.

Las grandes urbes

En Córdoba, los habitantes relataron sus vivencias a través de llamadas a las radios y canales de televisión. Los residentes de edificios se juntaron fuera de los departamentos. Lámparas colgantes, al igual que productos en exhibición de los negocios, se transformaron en péndulos que reflejaban la intensa actividad de la tierra, y mucha mercadería cayó de las góndolas. No se reportaron daños serios.

La cadena de temblores llegó hasta Buenos Aires. Los canales de noticias le dieron amplio despliegue al tema, basándose en el testimonio y los videos aportados por los porteños. Nacionalizaron así una experiencia que se vivió con el corazón en la boca.

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