No sorprende que el Gobierno haya decidido estar ausente de la Expo Tucumán. La pelea con el campo es tan espasmódica como fugaz. Sucedió en 2008, en tiempos de la famosa resolución 125, y ahora, cuando el “tractorazo” le ha cortado al gobernador José Alperovich el acceso directo hacia su despacho en la Casa de Gobierno.
Aducir una cuestión presupuestaria no es la mejor de las excusas, en un Gobierno que gasta $ 35.000 millones al año e hizo de “la alfombra roja” un ícono para captar la atención de la actividad privada. Alperovich siempre le dio la espalda a la tribuna ruralista. Y, en parte, porque los discursos de los presidentes que se sucedieron en esa entidad, a lo largo de los 12 años de gestión, siempre tuvieron mensajes críticos hacia el Gobierno nacional (se cuidaron de despotricar contra la gestión provincial).
Tal vez esto se dio porque las relaciones entre ambos sectores, a lo largo de estos años, ha transitado entre las diatribas públicas y las reuniones cordiales. Por eso hoy, no como ayer, los dirigentes ruralistas se lamenten de que hayan invitado a los funcionarios a asistir a la muestra y éstos últimos ni siquiera hayan contestado las misivas.
El Gobierno no puede estar ausente de la principal vidriera tucumana. Tampoco puede jugarle en contra, más allá de que sea la Rural la encargada de la organización. En suma, es la muestra de todos los tucumanos porque los funcionarios y la dirigencia pasan, pero la provincia y sus habitantes quedan.
Aducir una cuestión presupuestaria no es la mejor de las excusas, en un Gobierno que gasta $ 35.000 millones al año e hizo de “la alfombra roja” un ícono para captar la atención de la actividad privada. Alperovich siempre le dio la espalda a la tribuna ruralista. Y, en parte, porque los discursos de los presidentes que se sucedieron en esa entidad, a lo largo de los 12 años de gestión, siempre tuvieron mensajes críticos hacia el Gobierno nacional (se cuidaron de despotricar contra la gestión provincial).
Tal vez esto se dio porque las relaciones entre ambos sectores, a lo largo de estos años, ha transitado entre las diatribas públicas y las reuniones cordiales. Por eso hoy, no como ayer, los dirigentes ruralistas se lamenten de que hayan invitado a los funcionarios a asistir a la muestra y éstos últimos ni siquiera hayan contestado las misivas.
El Gobierno no puede estar ausente de la principal vidriera tucumana. Tampoco puede jugarle en contra, más allá de que sea la Rural la encargada de la organización. En suma, es la muestra de todos los tucumanos porque los funcionarios y la dirigencia pasan, pero la provincia y sus habitantes quedan.








