Sólo por unos días dejó la batuta de la Sinfónica de Neuquén para conducir, por tercera vez, la Orquesta Sinfónica de la UNT en el teatro Alberdi. Después de un ensayo, Andrés Tolcachir se dispuso a hablar de lo que más le gusta: de música. Pero antes detalló el programa de esta noche, para el cual eligió dos obras centrales de la música sinfónica.
En primer lugar, el Concierto para piano opus 54 en La menor, de Robert Schumann, con sus ritmos atravesados y sus momentos de expresividad e intimidad. La pianista tucumana Laura Oppedisano, afrontará las dificultades que plantea el solo.
“Luego tenemos la gloriosa Sinfonía N° 8 en Sol mayor opus 88, de Antonin Dvorak -explica el director invitado-. Usualmente se interpreta mucho menos que la novena. Su autor la escribió en una casa de campo que había comprado al norte de Praga, donde se internaba en la naturaleza, y la describe con ritmos y tonadas folclóricas. Se la puede considerar una sinfonía Pastoral, y también se percibe su nacionalismo musical, tan bello”.
- ¿Qué opina acerca de que no haya un director titular en la orquesta de la UNT?
- Son etapas en las orquestas. Es la oportunidad de conocer distintas maneras de hacer música y desarrollar la flexibilidad para cambiar, para adquirir una visión integradora. El riesgo es la dificultad de profundizar el trabajo. Como todos los aspectos tiene pros y contras. Son etapas necesarias; de todas se puede aprender.
- ¿Hay algún período, compositor o género que le interese más?
- Hace diez años que soy titular de la Sinfónica de Neuquén. Lo que hacemos es transitar la mayor variedad de repertorio posible, desde el siglo XX hasta barroco. Tratamos de explorar las distintas posibilidades que tiene una orquesta, a veces por complementación y a veces por oposición en la búsqueda de repertorios. Desde las catedrales musicales hasta las obras camarísticas, donde cada detalle de cada instrumentista pesa muchísimo. De esa manera se va desarrollando el sonido propio de la orquesta.
- Hace poco tocaron en el Colón repertorio argentino...
- Nos interesa mucho. Hemos estrenado obras en Neuquén y tenemos mucho interés en las obras de nuevos compositores, como Esteban Benzecry, que obtuvo premios en la Asociación de Críticos Musicales. En el Colón hicimos parte de las Variaciones Concertantes, de Ginastera. Es muy importante trabajar repertorio argentino y latinoamericano.
- ¿Cuáles son sus consignas en el trabajo sinfónico?
- La flexibilidad, para encarar diferentes repertorios con la mayor eficiencia y calidad interpretativa. También la música popular debe estar bien interpretada. Y está el desafío de los géneros: se debe abordar la ópera, el sinfónico-coral, todos los géneros; no estar solo en los lugares de comodidad del repertorio que propone el abecé de Brahms, Beethoven y Mozart. Hay que buscar nuevas vertientes musicales que entusiasmen tanto a público como a músicos. Ahí está creo, la felicidad de hacer música: el desafío de encarar obras nuevas, de hacerlas bien, y de aprender permanentemente.
- ¿Es lo mismo ver y escuchar música en la web que en vivo?
- La mejor transmisión o edición no se acerca en nada a lo que es la percepción de la música en vivo, por la inmediatez y la adrenalina de ir construyendo la música en el momento, tal como en el teatro. Internet permite escuchar a grandes intérpretes del pasado, y es una gran herramienta, pero de ninguna manera reemplaza; sólo acerca al momento mágico del concierto donde centenares de personas se reúnen para una ceremonia de interacción. Mucho más en la música sinfónica, porque no hay amplificación. Es crucial el silencio del público en escucha porque no estamos acostumbrados a estar desenchufados. Esa entrega se los músicos al público, y viceversa, es absolutamente irrepetible y más allá de lo placentero que puede ser tirarse en el sillón de casa a escuchar música, de ninguna manera se reemplaza la música en vivo.
HOY
• A las 22, en el Teatro Alberdi (Jujuy y Crisóstomo Álvarez)