

Cuatro días antes de las elecciones que proyectarían a Héctor Cámpora a la Casa Rosada, allá por 1973, Caloi (Carlos Loiseau) comenzaba a transitar la contratapa del diario Clarín con una tira protagonizada por Bartolo. Poco después el personaje fue desplazado por su mascota, Clemente, ese bicho a rayas inclasificable, una suerte de pájaro sin alas pero capaz de volar.
Testigo privilegiado de una Argentina en plena transformación, Clemente se construyó al calor de los hechos más candentes de la narrativa local. Por eso, una recopilación en clave histórica era lo que faltaba para una relectura de su personaje más entrañable, con el que Caloi retrató el palpitar de las últimas cuatro décadas en el país y en el mundo.
Con esta impronta, “La historia según Clemente”, de la colección de la editorial Planeta, reúne una cuidada y representativa selección de viñetas, acompañadas por contextualizaciones históricas que comienzan con las elecciones del 73, la vuelta de Perón y el golpe a Salvador Allende, y terminan en color con la década kirchnerista, la reestructuración de la deuda externa, el conflicto con el campo y la estatización de Aerolíneas.
“El libro era un proyecto que el Negro acarició mucho en su última etapa”, cuenta a Télam María Verónica Ramírez, compañera de Caloi y responsable de la recopilación junto a Irene Amuchástegui. Y aunque él no llegó a ponerlo en marcha, ella sí: “es la versión histórica de uno de nuestros más grandes artistas. Siempre logró filtrar su mirada sobre las cosas y su pulso popular tenía un humor muy comprometido, para nada ingenuo”.
Es que a la realidad social y política, Caloi la pasó por un tamiz de tinta y de perspicacia, y así logró resistir dibujando con Clemente 43 años de historia en la contratapa de Clarín. Desde allí sorteó las censuras de la dictadura militar, combatió los productos importados e incluso convocó a la famosa campaña de los papelitos en el Mundial de 1978 contra el relator radial oficialista, José María Muñoz.
Para quien fue su mujer durante 25 años, Caloi logró surfear ese capítulo del terrorismo de Estado por su gran inteligencia y un extraordinario uso de la metáfora. “Para él era más importante decir y publicar que no hacerlo -explica-. Sabía cómo no traspasar el límite y siempre encontró esa conexión con la gente que entendía los guiños de Clemente, como el párpado a medio caer”.
Con Clemente a la cabeza, el libro recoge también el espíritu del retorno a la democracia, dispara contra el FMI, se burla de los australes, pelea contra las privatizaciones y recorre episodios que azotaron al año 1989 -desde La Tablada a la hiperinflación, pasando por las tan conocidas corrupciones-, sin olvidar las figuras de Carlos Menem y Domingo Cavallo.
El alter ego de Caloi aborda a continuación el fin del menemismo, la Alianza y el atentado a las Torres Gemelas. En esos mismos años atravesados por una de las peores crisis, Clemente rechaza, con toda esa descabellada ironía que lo caracteriza, la banca en el Senado luego de que su imagen obtuviera unos cuantos votos en las elecciones legislativas de 2001.
Define Ramírez: “Caloi era un tipo muy ocupado y preocupado por lo que pasaba en el pueblo, por lo cual Clemente nunca podía alejarse de esta mirada profunda y original sobre el mundo”.








