El vínculo que Betiana Charny tiene con Tucumán es muy profundo e intenso. La cantante y docente reconoce ante LA GACETA tener una admiración muy particular con la provincia, al punto que todas las zambas que interpreta son tucumanas o hablan de este suelo.
La música rosarina tiene agenda completa en su visita de hoy a la provincia. Desde las 15 dará un taller vivencial sobre la respiración y el canto, y desde las 21.30 actuará junto a Javier Rivero, con Vivi Vargas, Ignacio Meriles y Alina Farah como invitada especial. Toda su actividad será en la taberna cultural Mandinga, avenida Mitre 771.
“En el concierto estaremos haciendo mucho de los temas de mi primer disco solita, ‘Esta voz’, con otras composiciones que venimos trabajando. Vengo de una formación muy ecléctica, con fuerte base en la música académica, y pasé por agrupaciones de lo más diversas, así que no tengo un género favorito. Pero he encontrado en el folclore una suerte de redención, de vitalidad, y es lo más parecido a la certeza que he experimentado en mi vida”, explica.
En su trabajo, la artista busca reconocer sus limitaciones o sus posibilidades técnicas, para luego definir el repertorio a abordar. “Quiero canciones que me permiten decir algo distinto o algo propio, y con ciertos instrumentos. Esa selección me genera un contexto, una coherencia e incluso a veces un concepto ideológico. Delimitar el territorio me permite luego creer plenamente en lo que estoy diciendo al cantar; sino sería imposible poder transmitírselo a otro”, admite.
Esa mecánica artística la aplica también en sus talleres, donde encara el trabajo sobre la voz como un entrenamiento físico que brinda recursos concretos al abordar el canto sin que implique estar escindido de la emoción.
Charny asegura que “el pleno desarrollo y profundización de las sensaciones corporales precisas nos permitirá hacer los ajustes necesarios para optimizar la emisión de la voz”. Agrega que “las tensiones, las malas posturas, la sensación de que tenemos poco tiempo, la ansiedad que eso nos trae y la enorme exigencia de la vida contemporánea afectan, modifican y condicionan nuestra respiración. Al ser algo tan vital, si la respiración se ve condicionada y afectada, se modifica nuestra vida”.
“La postura y la respiración son un matrimonio indisoluble y, si hay un esfuerzo postural, por lo tanto habrá una respiración del esfuerzo. La falta de contacto con nuestro cuerpo, con una inspiración plena y profunda, con la sensación de placer, modifica la expresión que podamos tener con los demás. Al desconocer nuestro cuerpo en su potencial, nos desconocemos un poco a nosotros mismos”, finaliza.