“Empezó siendo un proyecto con pocos músicos. Pero, con la inconsciencia de la juventud, empezamos a hacer de todo. A los dos años ya nos embarcamos en un proyecto gigante, ‘La flauta mágica’, único en el país porque se hizo la puesta en escena completa en el Teatro San Martín”.
Gustavo Guersman habla como un padre orgulloso. No es para menos: en estos días, su hija, la Orquesta Juvenil de la UNT, cumple 30 años. El camino los ha llevado a giras inolvidables, como la que les organizó la Comisión de homenaje a Claudio Arrau, en Chile; la que hicieron a Buenos Aires, cuando tocaron en Galerías Pacífico; o las experiencias con Miguel Ángel Estrella y con músicos del Sistema Venezuela, entre mucha música tocada.
- En el 85 la funda Emir Omar Saúl, y toca por primera vez en el Virla...
- Empieza en la gestión de Eugenio Flavio Virla, con Ricardo Somaini en Extensión, y se concluye el proyecto en la época de Rodolfo Campero. Yo estaba estudiando en la Arena de Verona (Italia) con una beca, como violinista. Cuando volví, allá por el 90, me pidieron que me hiciera cargo de la dirección. Es la única orquesta que lleva 30 años de trabajo continuo, dentro del marco académico de la UNT. Es un referente en el país por la estructura y por la forma en que se trabaja. Más del 65% de la Sinfónica empezó acá. Algunos están en carrera en Buenos Aires, y en el exterior, como Sofía Cativa, nombrada concertino en la Orquesta de Radio Munich.
- ¿Se mantiene la idea inicial?
- Siempre es difícil concretar algo, darle continuidad en el tiempo y sobre todo sostener la mística. Todos estos años hemos sostenido la mística como semillero de músicos. Los chicos traen su preparación en diferentes instituciones. Pero acá se entrenan, además de los aspectos musicales, el trabajo en equipo, que les sirve aunque dejen la carrera. Es un ámbito donde todos son importantes, cada uno en su rol.
- ¿De qué edades y con qué exigencias?
- De 12 años a 27, pero la mayoría tiene entre 18 y 21 años. La idea es entender que un grupo humano puede trabajar respetando lo que hace el otro, sabiendo que hay audiciones todos los años, que implican un fuerte entrenamiento de lo que significa ganarse el lugar. A veces, aquel que estaba atrás pasa a tocar adelante el año siguiente, o y al revés. Un ejemplo: el concertino publica en Facebook una partitura que estamos trabajando, con las digitaciones para el próximo ensayo. Ese trabajo, que debería perdurar cuando uno sigue en una orquesta profesional, es el que intentamos sostener, en épocas complejas para el compromiso. De eso se trata la mística: a veces la vida te lleva a olvidarte de valorar por qué hacés lo que hacés o ya ni lo pensás, entrás en una inercia. Aquí tratamos de estimular, de potenciar: somos jóvenes músicos que queremos ser músicos . A quien le tenemos que rendir un trabajo honesto es a la música y a nosotros mismos. Yo les digo: la fama no es lo importante; lo importante es el prestigio, eso que te da el trabajo con honestidad, con continuidad, la conducta, el hecho de que uno mismo no se tiene que mentir. Digamos, yo procuro que este sea el semillero desde hace 25 años..
- Hace falta algo más que voluntad...
- Lo primero que sale es eso que sigue vivo en mí, que es la pasión por este trabajo. Mas allá de la edad de los jóvenes, la cuestión es trabajar pensando siempre en la música, y este es un ámbito que me lo permite. Todo lo demás son anécdotas. A mí me ha permitido tener un foco claro en un ambiente que no es fácil.
- Hace falta estudio...
- Empecé como una derivación natural: a menudo los concertinos después dirigen, porque son la mano derecha del director. Yo toqué 12 años con la Sinfónica como violín de fila primero, y después como concertino. En realidad la primera experiencia de dirección fue con la Orquesta de Cámara del Tucumán, hace muchos años. Después, ya con la responsabilidad de la Juvenil hice estudios con un director en Italia, adonde voy con frecuencia por cuestiones musicales. Además desde 2014 estoy trabajando en Inglaterra con Peter Stark (director que trabaja contenidos en la BBC). Me invitan a dirigir orquestas profesionales argentinas y extranjeras. En realidad hay que vivir estudiando. Además tenés que honrar lo que decís. Siempre en la palestra, de eso se trata.
- Además es un cargo en una institución gigantesca como la universidad.
- Sí, hay que timonear. Pero el marco académico de la universidad siempre nos ha contenido, y la Juvenil ha sido una pequeña isla; por su sistema de becas es una zona donde podemos crecer.
- ¿Cómo se ingresa en la orquesta?
- Los músicos entran por audición; hay un número de becas que se otorgan -un estímulo económico-. No solamente porque vienen a aprender y se les retribuye (en general, en las orquestas juveniles en el mundo los chicos pagan por entrar). Contamos con un ámbito adecuado para nuestra tarea anual: tenemos un teatro, una sala de ensayo propia, una programación, partituras y programas que se imprimen, solistas y directores invitados. Hay una estructura dispuesta para que la orquesta funcione.
- ¿Cuántos son y qué les hace falta?
- En este momento ha crecido, son 58. Se inscriben muchísimos para las audiciones y la verdad es que una sinfónica tradicional parte de 65 a 67 instrumentistas. Nos faltan algunos instrumentos que en Tucumán no hay, como los cornos. Pero tenemos gran cantidad de cuerdas y todo el resto del staff está completo, como para festejar los 30 años.
- ¿Quiénes más integran la orquesta?
- Marcela Roselló, mi asistente, que fue fagotista de la orquesta; Corina Irrazábal, secretaria y coordinadora administrativa, Jesús y Laura Chumba, en archivo; y Jesús y Rodrigo Alarcón, en la parte de armado.
- ¿La orquesta es una hacia adentro y es otra respecto del público?
- La orquesta tiene una doble función: hacia adentro, trabajo, docencia y aprendizaje, en íntimo trabajo con la partitura; y la otra es cómo se ve desde afuera, donde se genera la extensión.
- ¿Qué música eligieron para el cumpleaños?
- Estamos trabajando en una obra monumental, en carácter de estreno, la Sinfonía N° 1 de Gustav Mahler, “ Titán”, que no interpretaron las orquestas tucumanas y requiere una superorquesta. La elegimos porque los exjuveniles querían participar en los festejos. Por eso haremos dos funciones, con la participación de todos los exmúsicos que se sumen. Creemos que serán unos 120, de Córdoba y de Buenos Aires.
- Pero el festejo no termina en julio.
- En agosto viene Andrés Tolcachir, director de la Sinfónica de Neuquén, a hacer un programa con Carlos del Lungo como solista. En octubre recibimos a Mónica Kosachov, fundadora de la Camerata Bariloche, que vendrá a hacer un programa Bach en el Centro Cultural Virla, por sus 30 años, y dictará un curso sobre Interpretación de Bach. Para noviembre preparamos una sorpresa. Solo puedo adelantar que se trata de música popular.