“La física es un juego que nos ayuda a comprender la vida”

“La física es un juego que nos ayuda a comprender la vida”

El destacado físico tucumano Alberto Rojo dictó una capacitación a alumnos y docentes. Hicieron experimentos entre risas y asombro.

EXPERIMENTO CON PELOTAS. Alberto Rojo muestra con una práctica sencilla el “efecto onda” en astrofísica. Luego les tocó el turno a los chicos. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI EXPERIMENTO CON PELOTAS. Alberto Rojo muestra con una práctica sencilla el “efecto onda” en astrofísica. Luego les tocó el turno a los chicos. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
17 Junio 2015
- ¿Y chicos? ¿Les gusta la física?

Silencio.

Lorena simula una sonrisa congelada y mueve los ojos hacia un extremo y hacia el otro buscando a sus compañeros. Agustín, que está a su lado baja la mirada y ahoga una risita, mientras Lucas esconde la cabeza en el hombro de su compañera.

- Va de vuelta: ¿no es que ustedes fueron seleccionados para hacer este curso de física que dicta el talentosísimo Alberto Rojo? - insiste LA GACETA

- Te explico: estudiar física no nos gusta, pero hacer experimentos ¡Nos encanta!

Cuando el físico y músico tucumano se entera de esta respuesta, sonríe. “¡Y claro! Si te gusta experimentar ya te gusta la física. Al fin y al cabo, es una ciencia experimental, por eso la consigna de esta jornada es ‘El mundo como laboratorio”. Se refería al tercer taller con alumnos y docentes organizado por el Ministerio de Educación a través del Centro de Innovación e Investigación para el Desarrollo Educativo, Productivo y Tecnológico (Ciidept), que se hizo ayer.

“El primer curso fue el año pasado. Participan 40 docentes de física con sus alumnos de distintas escuelas. Dura todo el año. Rojo sigue en contacto vía videoconferencia desde Estados Unidos donde vive, y cuando viene a la Argentina lo hace de manera presencial con los alumnos y los docentes”, explica la coordinadora de proyectos del Ciidept, ingeniera Verónica Popuvich.

Jugar y experimentar

“Estudiar física es jugar y experimentar. La gran dificultad que tienen las escuelas para hacer que a los chicos les guste la física es inspirarlos. Cuando hacen experimentos y descubren que puede ser divertido, también advierten que vale la pena estudiar por su propia cuenta, porque en el fondo somos todos autodidactas. Hay que inculcarles a los chicos el amor por el aprendizaje”, remarca Rojo, doctor en Física del Instituto Balseiro, que fue investigador de la Universidad de Chicago y que ahora es profesor de la Universidad de Oakland.

Rojo trabajó y publicó libros junto con Anthony Leggett, premio Nobel de Física de 2003. Es autor de “La física en la vida cotidiana”, “El azar en la vida cotidiana” y “Borges y la física cuántica”.

El curso para los chicos consistió en un video y cuatro experimentos sencillos en el patio del Ciidept, en avenida Wenceslao Posse y José Ingenieros. Cada grupo de alumnos se ubicó con sus profesores. Había chicos de las escuela media de Trancas, de la Amado Juri, de la municipal Gabriela Mistral, de varias escuelas técnicas de capital e interior, de Estación Padilla de Famaillá, la Media de Mariño y de Burruyacu, entre otras.

Experimentos y asombro

El primer “juego” fue demostrar la paradoja de que con un simple esfuerzo se puede levantar y sostener mucho peso. El experimento se llamó “bomba neumática con bolsas de residuo”. Los alumnos debían inflar dos bolsas de consorcio valiéndose de un sorbete. Arriba de las bolsas había una mesa patas para arriba y encima de todo, uno o dos chicos sentados. Mientras más aire ingresaba a las bolsas, más alto se elevaban los alumnos, entre risas y haciendo equilibrio. 



“Yo pensaba que las bolsas se iban a romper porque había mucho peso”, se sorprendió Daniela Colque, una chica de la escuela media de Los Gutiérrez. A medida que el experimento lograba su cometido, despertaba aplausos y alegría. “Para que te guste la física te tiene que divertir”, resume Matías Zenteno, de la escuela media de Trancas. Matías está en cuarto año y no piensa en seguir ninguna ingeniería ni otra ciencia dura. “¡Nooo ... !“ exclama como diciendo “eso no es para mí”. “Yo voy a seguir la carrera militar”.

Los otros experimentos consistieron: en dejar caer dos pelotas al piso simultáneamente, una de basquet y otra de tenis. Al hacerlo, la más pequeña rebota en la otra y salta muy alto. Cada grupo jugó a ver quién la lanzaba más arriba la pelotita. Así se demostró el efecto onda en astrofísica. La última actividad fue con pompas de jabón. Son esféricas, pero si se hacen en estructuras geométricas se pueden conseguir formas de jabón geométricas. Sirve para aplicar lo que en física se llama principios de mínima.

¿En qué fallamos?

Muchas son las razones por las que los chicos, en general, no se interesan por la física. Rojo sospecha que “tiene que ver con la idea de que la ciencia es algo establecido, donde no hay lugar para la creatividad. Tiene que ver también con el rigor matemático y con que es difícil de entender, cuando en realidad a la gente le gusta hacer acertijos, le gusta los juegos lógicos. La física es otro juego, un juego que nos mejora la vida, que nos ayuda a comprender la vida”, reconoce.

Aprovechar la vocación

Rojo sostiene que la escuela debería aprovechar esa vocación natural de científicos que tienen los niños. “Debemos pensar que la ciencia es parte de la vida, somos científicos todos los días, constantemente, como cuando los chicos preguntan ¿por qué la luna me sigue? ¿El mundo tiene un límite? ¿Qué hay después del límite? Son preguntas muy inteligentes. Hay que seguir estimulando esto, pero a veces la escuela ahuyenta las grandes preguntas, que son las cosas que despiertan la curiosidad, estimulan el espíritu y las ganas de aprender física”, concluyó.

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