DEDICACIÓN. Vidal apoya su mano en el corazón con una mano y señala a la tribuna con el otro, luego de marcar el 1-0. REUTERS
Dos goles de diferencia luego de un partido como el que jugaron Chile y Ecuador anoche suena tan exagerado como postular a cualquiera de los dos como un serio candidato a ganar la Copa América. Por lo menos, por lo que mostraron ayer. Los anfitriones ganaron 2 a 0 pero las dificultades que tuvieron para lograr la ventaja, mantenerla y ampliarla deben ser tenidas en cuenta.
En el primer tiempo no consiguió ninguno de estos tres mandamientos y eso ya nos dice algo en el comienzo de un torneo arrancó con la paridad como denominador común. Alexis Sánchez parecía luchar solo contra 10 camisetas amarillas y la azul del arquero a veces le quedaba lejos o llegaba cansado para enfrentarlo.
Ni Arturo Vidal, ni Jorge Valdivia o Jean Beausejour colaboraban lo suficiente para que los chilenos, acompañados un repleto Estadio Nacional, pudieran quebrar la roca que tenía en frente.
No fue casualidad que la primera grieta que se le vio a Ecuador haya llegado gracias a un dudoso penal cobrado por Néstor Pitana, representante argentino en el duelo inaugural. Un leve agarrón sobre Vidal fue suficiente para que el misionero cobre. La ejecución de Vidal fue tan sufrida como el partido. Alexander Domínguez no pudo atajarla pero por centímetros.
La misma cantidad de centímetros que le faltaron al cabezazo de Enner Valencia para meterse al arco de Claudio Bravo en vez de dar en el travesaño. El 2-0 llegó con una gran asistencia de Sánchez pero con un Ecuador regalado y que merecía algo más que un 0-2.
En el primer tiempo no consiguió ninguno de estos tres mandamientos y eso ya nos dice algo en el comienzo de un torneo arrancó con la paridad como denominador común. Alexis Sánchez parecía luchar solo contra 10 camisetas amarillas y la azul del arquero a veces le quedaba lejos o llegaba cansado para enfrentarlo.
Ni Arturo Vidal, ni Jorge Valdivia o Jean Beausejour colaboraban lo suficiente para que los chilenos, acompañados un repleto Estadio Nacional, pudieran quebrar la roca que tenía en frente.
No fue casualidad que la primera grieta que se le vio a Ecuador haya llegado gracias a un dudoso penal cobrado por Néstor Pitana, representante argentino en el duelo inaugural. Un leve agarrón sobre Vidal fue suficiente para que el misionero cobre. La ejecución de Vidal fue tan sufrida como el partido. Alexander Domínguez no pudo atajarla pero por centímetros.
La misma cantidad de centímetros que le faltaron al cabezazo de Enner Valencia para meterse al arco de Claudio Bravo en vez de dar en el travesaño. El 2-0 llegó con una gran asistencia de Sánchez pero con un Ecuador regalado y que merecía algo más que un 0-2.
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