La monja que hizo de la cocina un espacio “sagrado”

La monja que hizo de la cocina un espacio “sagrado”

La religiosa tucumana que cocina para el mundo por el canal Gourmet acaba de ser nombrada “Catalana del año”. El Barca y la mujer en la Iglesia

DE CLAUSURA. Sor Lucía: “estoy expropiada para utilidad pública”, dice. soycazadoradesombrasylibros.com DE CLAUSURA. Sor Lucía: “estoy expropiada para utilidad pública”, dice. soycazadoradesombrasylibros.com
10 Mayo 2015
Fanática del Bara, incansable tuitera, audaz, valiente, mediática, frontal ... Pero también monja de clausura, escritora y cocinera oficial del convento de Santa Clara de Manresa, donde vive, a 60 kilómetros de Barcelona, España. Todo eso es sor Lucía Caram, sin que logremos definirla. Porque a la hora de atarse el delantal frente a las cámaras de televisión, esta monjita tucumana se mete al bolsillo a toda la audiencia hispanohablante con su simpatía sin filtro, sus secretos de cocina y sus recetas aprendidas de su mamá criolla y de sus abuelos libaneses.

En Tucumán se la ve por el canal El Gourmet, donde despliega recetas catalanas, argentinas y libanesas. Gracias a ella muchos televidentes españoles se animan a cocinar las típicas empanadas tucumanas. Tanto es el aprecio que se ganó la monja que por voto popular acaban de nombrarla “Catalana del Año”, por su propuesta de un Pacto Nacional contra la pobreza y contra la pobreza infantil. Por eso, el premio no solo le llega por cocinar bien, sino también en mérito a la obra que lleva en favor de los excluido, tema álgido en plena crisis española, que plasmó en el libro “A Dios rogando” y que trabaja desde la Fundación Rosa Oriol, que atiende 1.300 familias.

En una entrevista vía mail, sor Lucía conversó con LA GACETA:



- ¿ Cómo te llevas con la fama, ahora que tu programa de cocina se ve en todo el mundo?

- La verdad es que eso de la “fama” lo vivo simplemente como la disponibilidad para visualizar una causa y una lucha: la del Evangelio y la de los más pobres. En los últimos meses he estado muy expuesta a los medios fundamentalmente por mi denuncia de la corrupción y por el trabajo al lado de la gente que está sufriendo la crisis. La Fundación que pusimos en marcha ha crecido de forma exponencial y en poco tiempo es un referente. Que las palabras estén respaldadas por el compromiso, sin duda hoy no es moneda corriente, y por eso creo que la gente me sigue. Intento ser coherente y despertar conciencias. Y eso me lanzó a la primera línea.

¿Cómo surgió esta propuesta de cocinar en la TV? ¿Qué pensaste a la hora de aceptar?

- La verdad es que fue todo muy rápido. Una periodista me llamó diciéndome que les gustaría enseñar en “Canal Cocina” la comida de los monasterios. Una comida sana, con dedicación, tiempo, accesible a todos. Me indicó que sabía que yo era la cocinera del convento y que por eso acudía a mí. Yo estaba con muchos frentes abiertos e intenté que contactaran con otras monjas de otros monasterios, pero no lo conseguí. Luego supe –me lo confesaron- que querían que fuera yo ya que sabían que tenía buena aceptación en los medios. Acepté porque sería también una oportunidad para trasmitir valores, entre plato y plato.

- ¿También cocinas para tus hermanas y les preparas esas recetas tan familiares para nosotros los argentinos?

- Sí, las monjas disfrutan con los platos. En verano no falta el asado los domingos, ni las empanadas para las fiestas. Lo que triunfa todo el año es el flan de leche condensada de mi mamá….

- ¿Cómo se relaciona la cocina con la vida de religiosa?

- Para mí la cocina es un espacio “sagrado” de silencio, creatividad… Es la oportunidad de dedicar tiempo a preparar “algo” saludable para los otros. Durante la comida, en el Monasterio se lee. La idea es alimentar el espíritu mientras alimentamos también el cuerpo. La cocina monástica es sencilla, austera, y cada vez me permite más optar por una alimentación sana, con productos de temporada, tal como nos la ofrece la naturaleza durante el año. Es también una manera de optar y decir que no hace falta tanta sofisticación, que lo sencillo y cotidiano es importante y está al alcance de todos. Yo en la cocina, con la mente en libertad, cocino proyectos y dejo que muchas ideas reposen.

- ¿Cómo concilias la exposición pública a través de la TV y las redes sociales con tu condición de monja de clausura?

- Me he sentido urgida por el drama de la gente a movilizarme y son muchas las personas que me acompañan. Hemos formado una comunidad de vida que da vida a mucha gente. Lo importante no es que yo esté en el centro ni en los focos, sino la causa por la que vivo. Creo que los cristianos hemos sido unos malos vendedores del mejor de los productos. Hoy mi claustro se ha dilatado y no lo limitan los muros del Monasterio: mi claustro es el mundo, y allí contemplo al Dios de la vida en la vida de los que sufren, y busco instaurar el Reino de Jesús, que es un nuevo orden y una nueva manera de relacionarnos. Creo que debemos ser dóciles a lo que el Espíritu nos pide cada día. A veces somos tan cerrados y estamos tan ciegos, que parece que “ni Dios” puede cambiar nuestros compromisos ni la orientación de nuestras vidas. Mi realidad actual la vivo y la veo como una fidelidad a la vocación. Ahora estoy “expropiada para utilidad pública”. No tengo nada que perder, todo está entregado. Eso es una fuente de libertad, y hoy no puedo hacer otra cosa más que amar y servir.

-¿Cómo ves a la Iglesia con el Papa Francisco en sus aspectos positivos y negativos? ¿El papa Francisco llena tus expectativas?

- Tenemos un Papa según el corazón de Dios. Su actitud y su libertad evangélica nos trae el aire fresco de Dios y de su Espíritu. Es un Papa de corazón universal, que tiene la gran virtud de vivir la normalidad del Evangelio con una libertad insobornable, de hablar el lenguaje d los humanos y de que todos le entiendan: No hay excusas, no podemos mirar para otro lado. Francisco es “Pedro”, la roca sobre la que Jesús quiere hoy construir y guiar a su Iglesia, que tiene el reto de ser cada vez más evangélica. Estoy encantada con este Papa y me confirma en la misión de servir con corazón libre, desde la sencillez, la profecía y el compromiso a la causa de la justicia y la paz



- ¿Qué pensás de la mujer en la Iglesia?

Todavía queda mucho por reconocérsele. Aun su presencia es nula en muchos espacios determinantes. Francisco está trabajando para cambiar las cosas. Yo creo que la mujer hoy por hoy es fundamental en la Iglesia porque ella solo tiene con su entrega, servicio y trabajo en todo el mundo a las comunidades. Y eso no siempre lo explicamos. La Iglesia es sobre todo femenina, porque son mayoría las mujeres que sirven al Evangelio. Pero en la estructura, en los órganos de decisión, etc. falta que se escuche más su voz. Lo importante es que hombres y mujeres no esperemos que nos den la voz, sino que la alcemos y que trabajemos por el Reino, a eso nadie nos lo puede impedir.

- ¿Qué dicen tus hermanas religiosas de tu personalidad?

Mis hermanas de Comunidad me quieren mucho y me quieren como soy. Vivo en una comunidad en la que se respira y vive el Evangelio. Ellas son mi gran apoyo. Me cuidan, me soportan, me acompañan. Son un don. Sufren cuando ven que me expongo y que recibo amenazas o que incomodo. A veces tienen miedo de que me hagan daño. Pero están orgullosas del trabajo que hacemos con tanta gente. Al fin y al cabo, lo que yo hago, nació a la sombra de la comunidad: un grupo de consagradas que viven en pobreza, que acogen a los pobres y que se dedican a orar y a acoger.

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