Por Miguel Eduardo Décima
29 Abril 2015
ES MÍA. Bossio, el mejor de San Martín anoche, controla la pelota ante la desesperación de Cáceres por quitársela. la gaceta / fotos de héctor peralta
San Martín es una montaña rusa: te da respiro por momentos, te quita el aire por otros, y asusta a su gente en la mayoría de su recorrido cuando el parque de diversiones es La Ciudadela. Eso es el “santo”, un enigma difícil de descifrar. Y anoche, claro, recibiendo a un limitado San Jorge, hizo todo para ganar, para empatar y para perder.
Pero vale la primera parte, la del aire, porque cuando tomó la posta, el “santo” rompió las manos de Fernández y el resultado. San Jorge, una máquina que aún funciona a carbón, esperó agazapado con el empate y se soltó cuando el marcador le fue desfavorable. Gonzalo Rodríguez pegó primero. Pero Luis Vega, alias “Cebolla”, hizo llorar a su ex club con un remate tremendo en complicidad con Juan Carrera. El 1-1 antes del cuarto de hora hizo presumir que se venía un duelo de muchas emociones. Después de sustos parejos por bando, el complemento entregó otra parte de la historia de desamores.
Albornoz metió mal la cabeza y le dio el 2-1 al “santo”. Resch metió mal la mano y le regaló desde los 12 pasos el 2-2 a Vega. Y Diego Bucci, astuto, cuando San Martín estaba con 10 hombres (por la roja a Resch), metió un misil de 40 metros para que Iván Agudiak peinara el balón para un 3-2 infartante que tuvo, por supuesto, más pasajes de tensión y de emoción con el 4-2 de Lucas Chacana que sirvió para romper el maleficio y darle a San Martín el primer festejo en casa.
Pero vale la primera parte, la del aire, porque cuando tomó la posta, el “santo” rompió las manos de Fernández y el resultado. San Jorge, una máquina que aún funciona a carbón, esperó agazapado con el empate y se soltó cuando el marcador le fue desfavorable. Gonzalo Rodríguez pegó primero. Pero Luis Vega, alias “Cebolla”, hizo llorar a su ex club con un remate tremendo en complicidad con Juan Carrera. El 1-1 antes del cuarto de hora hizo presumir que se venía un duelo de muchas emociones. Después de sustos parejos por bando, el complemento entregó otra parte de la historia de desamores.
Albornoz metió mal la cabeza y le dio el 2-1 al “santo”. Resch metió mal la mano y le regaló desde los 12 pasos el 2-2 a Vega. Y Diego Bucci, astuto, cuando San Martín estaba con 10 hombres (por la roja a Resch), metió un misil de 40 metros para que Iván Agudiak peinara el balón para un 3-2 infartante que tuvo, por supuesto, más pasajes de tensión y de emoción con el 4-2 de Lucas Chacana que sirvió para romper el maleficio y darle a San Martín el primer festejo en casa.
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