En la peluquería, Pachu supervisa los peinados

En la peluquería, Pachu supervisa los peinados

Calculan que en Tucumán hay más de 10.000 perros callejeros. La movida de las asociaciones protectoras de animales no es menor. Una decena de agrupaciones más o menos organizadas se comunican por redes sociales para conseguir nuevos hogares.

JORGE FERRE. Una historia conmovedora que sólo conocen los clientes que preguntan por Pachu. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI JORGE FERRE. Una historia conmovedora que sólo conocen los clientes que preguntan por Pachu. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SÁNCHEZ NOLI
29 Abril 2015
“Son los hijos que Dios no me dio”. ¿Acaso hay algo más fuerte que el amor de un padre por sus hijos? No teme decirlo. Pachu y Mili son los dueños del corazón de Jorge Ferré, el famoso estilista tucumano, favorito de estrellas locales y nacionales de la talla de Susana Jiménez y Mirtha Legrand. En su peluquería, Pachu antes que nadie sale a recibir y a despedir a cada clienta. En vacaciones, Jorge no sube al avión sin las jaulitas reglamentarias. Todos los años disfruta de las playas de Mar del Plata con sus amigos entrañables. Eso sí, se aloja en hoteles donde sus mascotas tienen un trato preferencial. Lo mismo ocurre con los restaurantes. Por las noches, cuando se va al teatro, quedan al cuidado del “personal del hotel”.

La historia de Pachu y Mili comenzó hace 15 años, cuando Jorge recibió de una GRAN (sí, así con mayúsculas) diva argentina un cachorro mini Yorkshire. “Fue en agradecimiento por una atención que yo tuve con ella”, dice sin revelar el nombre. “Me encariñé tanto con el perrito, Pachu, durante 10 años. Hasta que un día salí a la calle con Pachu en brazos. Me paré para hacerle seña a un taxi y de la nada apareció un dogo que se me avalanzó. Mi Pachu intentó defenderme, pero el dogo lo arrancó de mis brazos. Yo terminé arrastrado por la vereda y mi perrito, muerto”, se estremece.

“Cuando todavía estaba en duelo, una amiga me dijo: ‘esto es para vos’: era un cachorrito de 45 días igual a Pachu. Yo no recordaba que lo había hecho cruzar dos días antes del ataque. ¿Dónde lo voy a poner? Yo estaba trabajando en la puesta de ‘Madame Butterfly’ en el teatro San Martín. Y me puse a peinar en los camarines con el cachorro al lado. Los intérpretes me tiraban nombres y a mí no me gustaba ninguno. ¡Conde! ¡Osito! ¡Jef! El perro no respondía a nada. De golpe me equivoqué y me salió ¡Pachu! Ahí el tipo saltó en dos patas. ¡Era el nombre de su padre!”, rió emocionado.

La historia de Mili nació en Nochebuena. Cuenta: “ese 24 llevé a mi nuevo Pachu al veterinario para que le dé unas gotitas para que no le molesten los cohetes. Ahí ví una perrita de la misma raza que Pachu, en la camilla. Estaba lastimada. ‘¿Qué le pasa?’, pregunté con miedo. ‘La atacó un perro. La trajeron para que la sacrifique’, me dijeron. Puse el grito en el cielo. ‘Dámela a mí, la voy a curar’, reclamé. ‘No sabemos si se va a salvar’, me advirtieron. ‘No importa’. Me la llevé. Esa noche, Nochebuena, ella me miró y lamió mis dedos. Comprendí que iba a vivir. Y le puse Mili, por Milagro. Nunca soldó su mandíbula. Come despacito comida triturada porque no tiene dientes. Pero es tan feliz que todos los días, me enseña que no tenemos derecho a perder el deseo de vivir”, finaliza.

Comentarios