El Valle fue para los reyes

El Valle fue para los reyes

El seleccionado tucumano venció a Huirapuca en la final por 24 a 5 y se adjudicó una vez más el tradicional certamen de juego reducido.

CON TODO EL PANORAMA A SU FAVOR. Agustin López Ríos, del seleccionado tucumano de rugby que jugó bajo el nombre de Universidad Siglo 21, abre el juego en una escena de la final en la que venció con claridad al representativo de Huirapuca. FOTOS DE PAULA CARLINO CON TODO EL PANORAMA A SU FAVOR. Agustin López Ríos, del seleccionado tucumano de rugby que jugó bajo el nombre de Universidad Siglo 21, abre el juego en una escena de la final en la que venció con claridad al representativo de Huirapuca. FOTOS DE PAULA CARLINO

Del seven se dice que, más que un desprendimiento del rugby de 15, es un deporte prácticamente distinto. Y como toda novedad, la mejor forma de adquirir destreza es sencillamente con la práctica. En ese punto radica la principal diferencia entre el seleccionado tucumano que el año pasado no tuvo más remedio que aplaudir a Salta desde afuera de la cancha y el que este año reconquistó sus propios valles con una justicia absoluta: el rodaje.

Universidad Siglo 21, nombre que adoptó Tucumán 7 en su periplo tafinisto, llegó con bastante aceite en los engranajes y se sirvió el champagne reservado al campeón en la Copa de Oro “Club LA GACETA” al derrotar 24-5 en la final a Buteler-Diagnóstico por Imágenes, identidad que asumió Concepción 7 (Huirapuca, para los amigos).



Decir que Tucumán 7 lo ganó caminando sería exagerado y hasta irrespetuoso, pero hay que decir que su superioridad fue inobjetable.

Salvo en el último partido, en el que debió exigirse más de lo que sugiere la diferencia de 19 puntos en el tablero definitivo, su camino estuvo prácticamente libre de sobresaltos.

Su sexto título, que lo eleva a equipo más ganador de la historia del evento (hasta ayer estaba empatado con Salta), llegó respaldado por sus números: cinco triunfos, cero derrotas, 137 tantos a favor y sólo 22 en contra. Un relojito.

Para eso fue clave, como se dijo antes, el nivel de competencia que traían los “naranjas” sobre el lomo. A diferencia del balance 2013/14, en el que luego del Seven de la República estacionaron la máquina durante casi dos meses antes de Tafí, esta vez llegaron con un sintonía más fina, producto de buenas intervenciones en Corrientes, Paraná y Punta del Este. A ello se le agrega la sabiduría de dos entendidos en el rugby seven, como son Tristán Molinuevo y Álvaro López González.

Del resto, cabe destacar lo de Huirapuca: aunque perdió las últimas dos, lleva tres años dando el presente en la final de Oro del Seven. El equipo de Concepción, campeón de 2013 y ganador del reciente Seven de las Nubes, es un verdadero “cuco” del juego reducido.

Sacando a los dos finalistas, el certamen gozó de una interesante paridad general, en la que no logró destacarse el seleccionado uruguayo. Más allá de que su objetivo era probar jugadores nuevos para la qualy de Hong Kong, en la que buscará sumarse al Circuito Mundial, un triunfo y tres derrotas suenan a poco de todos modos.

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