El jardín se convierte en aula y el baile en asignatura

El jardín se convierte en aula y el baile en asignatura

El método Waldorf propone que los niños aprendan interactuando con la naturaleza, a través del juego, la música y el arte. En Tucumán

SIMPLE. Cosechar enseña que todo tiene un origen y sigue un proceso. la gaceta / fotos de héctor peralta SIMPLE. Cosechar enseña que todo tiene un origen y sigue un proceso. la gaceta / fotos de héctor peralta
“Tiene que haber otra manera”. Sí, otra cosa, pensaba Paula Di Martino, maestra de escuela y mamá de tres hijos. Durante su formación docente jamás había escuchado hablar de Rudolph Steiner, mucho menos de su método de enseñanza: el sistema Waldorf. Pero algo le burbujeaba. “Veía que en el sistema educativo que cuánto más rápido sepa el niño escribir, es mejor. O que les daban tareas para las vacaciones de invierno”, cuenta Paula. Desde su experiencia como docente de nivel inicial, muchas veces había tenido que desechar o dar explicaciones por algunas iniciativas un poco menos desestructuradas. “Si quería llevar a los chicos para que nos sentemos en ronda en el piso venía una directora a preguntarme por qué hacía eso, que se iban a ensuciar”, cuenta.

Las preguntas de Paula encontaron respuestas cuando descubrió cómo funcionaban las escuelas Waldorf.

Eliana Guchea cuenta que la primera vez que escuchó la palabra Waldorf fue en Capilla del Monte, Córdoba. Casi al instante decidió que ese era el camino que quería recorrer y decidió inscribirse en un seminario para prepararse como educadora.

El boca en boca posibilitó que se armara un grupo en Tucumán. “Las primeras reuniones las hacíamos en el parque Percy Hill. Leíamos mucho y charlábamos”, comenta Eliana. Estas reuniones derivaron en el proyecto “Los farolitos”, en el que están trabajando para la apertura del primer jardín de infantes Waldorf.

¿De qué se trata?

Es un día de semana por la tarde. En la casa de Los Farolitos hay un grupo de padres y niños. La actividad programada es cosechar tomates cherry para luego hacer dulce. Camila de 4 años y Octavio de 6 cortan, lavan en unos baldes y van juntando los tomates. El contacto con la naturaleza, el trabajo manual y el conocimiento de los procesos son algunas de las claves de esta pedagogía.

“Steiner sostiene que lo que educa al niño es conocer los procesos con las manos. El arte y el juego también son dos herramientas que usan mucho porque sirven para vivenciar los contenidos”, explica Carlos Villegas, un mendocino que se desempeña como pedagogo Waldorf y está capacitando al grupo en el armado del jardín de Infantes.

El respeto por el medio ambiente es un pilar fundamental. Los niños desde pequeños identifican los cambios de las estaciones e intervienen en el cultivo de una huerta o aprenden a amasar el pan. Se entiende esto, ya que Steiner fue creador de la agricultura biodinámica. Un método de cultivo ecológico que se rige por las épocas del año, transición de la luna y su influencia sobre los vegetales, como para explicarlo de modo muy simple.

“Una jornada en una escuela Waldorf comienza por la mañana con los niños en ronda y no en fila porque de esa manera no pueden verse. Se arman círculos, donde se ubica a los más pequeños en el centro y hacia afuera los más grandes”, cuenta Carlos. Un espacio del aula está dedicado a la mesa de estación. Antes de comenzar el dictado de las clases se enciende una vela que simboliza el aprendizaje. En la mesa de estación hay elementos vinculados con la época del año. “Si es primavera habrá flores y frutos”, ejemplifica Carlos.

La currícula de una escuela Waldorf es la misma que la de cualquier otra institución. Los niños y adolescentes aprenden matemáticas, física, historia, lengua e inglés. “Lo que cambia es el modo en que se enseña”, añade Carlos. Cuando el aprendizaje está ligado a la experiencia -insiste- los conocimientos se afianzan y no se memorizan. Según la edad del niño o adolescente se trata de desarrollar la voluntad del hacer, del sentir y del pensar.

También hay materias específicas de esta pedagogía. Por ejemplo, agricultura, permacultura y euritmia (movimientos coreográficos repetitivos y armoniosos). Durante los primeros años, hasta los 7, el aprendizaje está centrado en el movimiento. La imaginación es la puerta de entrada al pensamiento y eso se busca en los niños. El educador apelará al baile para enseñar las matemáticas o les enseñará los múltiplos tejiendo un mandala. La historia también aparecerá, pero en forma de obra de teatro, de relato o cuento en movimiento.

“Es muy distinto cuando hacés que los chicos lleguen al concepto a través de una vivencia que cuando se lo das”, añade Carlos Díaz, maestro de grado. Su desembarco en esta pedagogía también reconoce un origen común: la búsqueda de alternativas a la educación formal. “Sentía la incomodidad de las estructuras y las etiquetas. La educación se convirtió en algo muy automático”, reflexiona.

En Buenos Aires hay unas 20 escuelas Waldorf, la primera se fundó en 1940. En el resto del país hay establecimientos en casi todas las provincias. Funcionan como si fueran una cooperativa. Los padres son parte de la organización y lo que se recauda es para pagar a los educadores y los gastos de materiales e infraestructura.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios