El desafío de los jóvenes “atletas” de las matemáticas

El desafío de los jóvenes “atletas” de las matemáticas

Desde hace 30 años, chicos de distintos colegios tucumanos participan en las Olimpíadas Nacionales de Matemática.

EN LA GACETA. Los “atletas” del Colegio San Javier junto a su profesor. la gaceta / foto de hector peralta EN LA GACETA. Los “atletas” del Colegio San Javier junto a su profesor. la gaceta / foto de hector peralta
14 Noviembre 2014
Una campeona olímpica nacional “Ñandú” y dos finalistas que se preparan para la instancia internacional, en mayo del año que viene. Dos “de los grandes” (su edad va de los 15 a los 17 años) que hasta hoy pelean en La Falda, Córdoba, el campeonato nacional.

Pero no corren tras una pelota: hacen malabarismos con números, disfrutan con la geometría, se fascinan con la posibilidad de encontrar soluciones impensadas. Ana Orellana (la campeona, de 1er. año), Salustiano Vargas y Milagros Mendieta (de 6° grado); Manuel Avellaneda (de 3er. año) y Matías Malizia Pacheco (de 4°) son algunos de los “atletas” matemáticos que este año participan en las Olimpíadas nacionales de esa disciplina. El grupo que visitó LA GACETA, del colegio San Javier, de Yerba Buena, llegó acompañado por su “entrenador”, el profesor Pablo Díaz Tereschuk.

Los tres “ñanduces” forman parte de los 500.000 chicos de su categoría que encararon este desafío -cuenta el “profe”-. “Lo mismo ocurre en la Olimpíada Matemática Argentina (OMA), de la que participan Manuel y Matías”, añade. A cada una de las instancias finales, que se celebran en diferentes ciudades del país, llegan unos 300. La última edición de la instancia nacional de las Ñandú se realizó en Mar del Plata. Del NOA llegaron 9, y de Tucumán, tres: Ana, Salustiano y Milagros, agrega Pablo, mientras los mira orgulloso.

“Haber llegado hasta allí significó resolver cuatro pruebas previas. Fue una experiencia hermosa”, cuenta tímida Milagros, y sonríe cuando recuerda que, además, ¡fueron a la playa!

No saben explicar con precisión qué fue lo que los llevó a comenzar esta historia. Ana -la más desenvuelta de todos- directamente reconoce que “no sabía lo que era”; Milagros recuerda que cuando su primo se entrenaba, ella resolvía los problemas, y entonces se entusiasmó...

Sí pueden, en cambio, explicar por qué siguen adelante, a pesar de que implica prepararse, y mucho, fuera del horario de clase. Y le ponen nombre a ese porqué: libertad.

“En realidad -cuenta Ana-, las matemáticas del colegio no me gustan... eso de seguir el método estructurado que te enseñan... Lo lindo de las olimpíadas es el desafío: la propuesta es resolver problemas, y no hay una sola forma de hacerlo”. “No se trata tanto de saber matemáticas; para mí, es más una cuestión de lógica”, agrega Manuel. “Les da la posibilidad de entrar a los problemas ‘por el costado’”, resume Pablo, y destaca que es la manera de aprender las matemáticas como herramienta para pensar, más allá del contenido específico.

Quizás por eso todos coinciden en que prefieren los problemas relacionados con la geometría y el cálculo, antes que los de probabilidades. “Lo lindo es la satisfacción de encontrar resultados”.

Más allá de la competencia, todos destacan lo interesante de compartir tiempo y espacio con otros chicos que disfrutan de los mismo. Y una vez más Ana, la más experimentada de todos, lo pone en palabras: “en el colegio muchas veces te sentís un bicho raro. Aunque no hables de matemáticas sino de un montón de otras cosas, en estos encuentros te sentís con los tuyos; con gente que te entiende”.

Comentarios