RICARDO LÓPEZ JORDÁN. El caudillo entrerriano sufrió una aplastante derrota a manos de las fuerzas nacionales, en 1871. la gaceta / archivo
En 1871, sobresaltó a buena parte del país la primera rebelión del caudillo Ricardo López Jordán, en Entre Ríos. Se movilizaron de inmediato las tropas nacionales. El presidente Domingo Faustino Sarmiento quería evitar que el alzamiento se extendiera a las vecinas provincias del Litoral y a Córdoba.
Dos batallones de infantería, el 5° y el 7° de línea, este último mandado por Julio Argentino Roca, fueron enviados al teatro de la guerra. El 26 de enero, se desarrolló la batalla de Ñaembé, entre las fuerzas de López Jordán y las que mandaba en jefe el teniente coronel Santiago Baibiene.
La acción se inició con un nutrido fuego de fusiles y artillería, entre movimientos no del todo acertados de las fuerzas nacionales. Ante el intenso ataque al que se vio expuesto el 7° de línea, sus hombres amagaron dispersarse para buscar protección contra las balas.
Ante esa situación, narra la biógrafa Aurora Mónica Sánchez, “Roca reaccionó inmediatamente, y dominando a sus hombres los lanzó en una carga a la bayoneta sobre la infantería apostada en el palmar, y luego sobre la artillería que continuaba su mortífera labor”. Tan imprevista como exitosa arremetida, “determinó la suerte de la batalla, porque una vez dominada la infantería enemiga y silenciada la artillería, ya que se capturaron todas sus piezas, los efectivos pudieron enfrentar a la caballería jordanista”.
El ejército entrerriano se dispersó totalmente, dejando en el campo 656 muertos, 550 prisioneros, toda la artillería, estandartes, banderas, carruajes. López Jordán pudo huir rumbo a Concepción del Uruguay. El coronel Baibiene proclamó a Julio Argentino Roca “coronel en el campo de batalla”.
Dos batallones de infantería, el 5° y el 7° de línea, este último mandado por Julio Argentino Roca, fueron enviados al teatro de la guerra. El 26 de enero, se desarrolló la batalla de Ñaembé, entre las fuerzas de López Jordán y las que mandaba en jefe el teniente coronel Santiago Baibiene.
La acción se inició con un nutrido fuego de fusiles y artillería, entre movimientos no del todo acertados de las fuerzas nacionales. Ante el intenso ataque al que se vio expuesto el 7° de línea, sus hombres amagaron dispersarse para buscar protección contra las balas.
Ante esa situación, narra la biógrafa Aurora Mónica Sánchez, “Roca reaccionó inmediatamente, y dominando a sus hombres los lanzó en una carga a la bayoneta sobre la infantería apostada en el palmar, y luego sobre la artillería que continuaba su mortífera labor”. Tan imprevista como exitosa arremetida, “determinó la suerte de la batalla, porque una vez dominada la infantería enemiga y silenciada la artillería, ya que se capturaron todas sus piezas, los efectivos pudieron enfrentar a la caballería jordanista”.
El ejército entrerriano se dispersó totalmente, dejando en el campo 656 muertos, 550 prisioneros, toda la artillería, estandartes, banderas, carruajes. López Jordán pudo huir rumbo a Concepción del Uruguay. El coronel Baibiene proclamó a Julio Argentino Roca “coronel en el campo de batalla”.








