Clave para elevar tu autoestima: ni ignorés ni exagerés tus defectos, y reconocé tus virtudes

Cuando la preocupación o el temor ante determinadas obligaciones sociales trasciende un simple nerviosismo, estás frente a un trastorno de ansiedad social, que tiene como base una sensible baja de la autoestima. Felizmente, se puede revertir este problema y vivir una vida plena

DEJAR DE ESCONDERSE. Detrás de la timidez o de las dificultad para establecer vínculos sociales suele haber un problema de baja autoestima. amaryservir.com DEJAR DE ESCONDERSE. Detrás de la timidez o de las dificultad para establecer vínculos sociales suele haber un problema de baja autoestima. amaryservir.com
Mirta Isabel Lazzaroni
Por Mirta Isabel Lazzaroni 06 Octubre 2014

Carlos, de 38 años, revela: “mi problema es relacionarme con la gente en determinadas situaciones. Por ejemplo, cuando estoy en una reunión, y tengo que hablar, cuando me está por tocar el turno, me pongo muy nervioso, me transpiran las manos y la frente, siento como si temblara interiormente, y el corazón me palpita con fuerza. Y cuando hablo, al final digo mucho menos de lo que tenía pensado decir”.

Carlos (su nombre real se mantiene en reserva a su pedido) es paciente de la psicóloga María José Sepúlveda, del Círculo Cognitivo del Jardín, quien explica: “muchas personas llegan a la consulta por diferentes motivos; cuentan que tienen dificultades para rendir un examen, que no pueden defenderse cuando se sienten atacados por sus pares o por alguna figura de autoridad, que les cuesta conseguir empleo o mantenerlo. Y todo esto les acarrea mucho sufrimiento. En todos los casos se trata de problemas que tienen su causa en la baja autoestima”.

“Este problema -añade la especialista- también suele enmascararse bajo ciertas compulsiones como el abuso de bebidas alcohólicas, conductas desadaptativas o temores sociales”.

Pendiente de los otros

Es el caso de Carlos. “Cuando hablo con otras personas -relata- estoy atento a cómo me miran, y sé que, aunque no me lo digan, pueden estar criticándome”. Recuerda que desde niño era tímido y retraído, de pocos amigos, y que siempre hablaba poco o nada. La era de internet y de las redes sociales le trajo cierto alivio. “Pude conectarme y conversar de manera virtual con muchas personas, a las que confié cosas que jamás podría decirles personalmente, pero cuando algunas de ellas me propusieron encontrarnos, siempre encontré excusas para no hacerlo”, admite. Por ello recurrió a la terapia y espera superar esta dificultad.

Respeto y aceptación

Sepúlveda destaca que la autoestima es la valoración que cada uno hace de sí mismo y el respeto que se tiene. “Tu manera de actuar, de sentir y de pensar representa un reflejo del respeto, la aceptación y la confianza que sentís por vos mismo. Entonces, su tu autoestima es elevada te vas a manejar con cuidado, vas a cubrir tus necesidades de manera positiva y vas a defender tus derechos. Porque al respetarte a vos mismo también respetás a los demás. Por otra parte, vas a tener una mayor capacidad de dar afecto”, destaca.

De la mano de la autoestima va la autoconfianza, que implica creer en vos mismo, confiar en que vas a poder cubrir tus necesidades, tus aspiraciones y tus objetivos, aceptar que merecés tener y disfrutar las cosas buenas de la vida. “Este sentido de autoconfianza brinda un sentimiento perdurable y consistente de continuidad y coherencia, más allá de los cambios y desafíos que debás afrontar en tu entorno”, subraya Sepúlveda.

“En cambio, quienes tienen una baja autoestima no se valoran ni respetan, tienden a ignorar sus necesidades personales y se ubican siempre por debajo del resto de las personas, considerándose inferiores, anteponiendo los deseos y necesidades de los demás a los suyos. Otras conductas que adoptan es retraerse del mundo, creyendo que no tienen nada para ofrecer. Estos individuos pueden estar desesperanzados y tener dificultades para dar o recibir cariño, lo que puede llenarlos a veces de rabia o resentimiento y hacerles asumir conductas de riesgo”, añade.

“La baja autoestima también puede llegar a generar un sentimiento de vacío, que lleva a intentar obtener compulsivamente algo de satisfacción mediante actos repetitivos y automáticos, configurándose una verdadera adicción”, advierte.

Autovaloración

Una alternativa saludable, para evitar este tipo de conductas compulsivas es trabajar para recuperar la autoestima, dice la psicóloga. Para ello propone trabajar la confianza en vos mismo hasta tener la certeza de que has logrado un sentimiento auténtico y sólido. Esa es la base de la autovaloración.

“La autoaceptación -detalla la especialista- constituye una parte clave del autoconcepto y se relaciona muy estrechamente con la autoestima. Consiste en la habilidad de reconocer como propios tanto las virtudes como los defectos. El hecho de aceptarte tal como sos implica no esconder ni ignorar la existencia de tus partes negativas u oscuras, pero tampoco tender a exagerarlas. Esta aceptación te permite minimizar tus defectos, reconociendo y desarrollando tus cualidades positivas o tus virtudes”.

“Si poseés la cualidad de la autoaceptación, muchas de tus características, tanto físicas como mentales, emocionales y espirituales, serán algo natural que entenderás como parte de tu forma de ser, única y valiosa”, concluye.

Factores que perjudican 

Padres excesivamente críticos o rechazantes. 

Pérdidas significativas en la infancia.

Abuso parental o proveniente del entorno infantil.

Ausencia del papá o de la mamá.

Sobreprotección por parte de los padres.

Padres excesivamente complacientes.

EL ABORDAJE GRUPAL RESULTA MUY EFECTIVO

La autoestima y la autoaceptación son claves en una amplia variedad de situaciones vitales. Todos tenemos puntos débiles. Es importante reconocerlos y trabajar focalizándonos en ellos para que interfieran lo menos posible en nuestro desarrollo personal y social. Este trabajo es muy efectivo en un abordaje grupal -afirma la psicóloga María José Sepúlveda- donde todos reconocen sus dificultades y cada uno puede aprender del compañero.

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Relajarse y enfrentar aquello que se teme

Con el fin de elevar la autoestima se puede trabajar con técnicas diferentes pero que apuntan a un mismo resultado. Por ejemplo, se enseñan técnicas de relajación. Cuando la persona consigue mantenerse relajado, se le puede pedir que vaya exponiéndose a eas situaciones a las que tanto les tiene miedo. Claro que lo hará con el acompañamiento y la contención de los compañeros del grupo o del terapeuta o coordinador del grupo.

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Hablar con firmeza y con una voz audible

Como parte del proceso para que una persona eleve su autoestima se la alienta a que, si siempre habla en voz baja, empiece a levantar un poco más la voz cuando tenga que decir algo, y a que se exprese con mayor firmeza cuando haga cualquier tipo de declaración. También se le pide que transmita sus sentimientos, tanto los positivos como los negativos, repecto de las cosas que hacen los demás, y con las cuales puede estar o no de acuerdo.

Expresar las ideas y no compararse

Otra estrategia es que ayudar a quienes tienen baja autoestima que expresen sus ideas y a no retraerse ni quedarse callados frente a las opiniones de los demás que no sean coincidentes con la suya. También es importante que dejen de compararse con los otros en términos de superioridad o de inferioridad. Es decir, que no se sientan ni más ni menos que nadie. Si los demás no saben apreciar sus valores, es una cuestión de ellos que no tiene por qué afectarlos. 

No temerles ni a la ansiedad ni al miedo

Es fundamental que aquellos que no se valoran lo suficiente desarrollen la habilidad de reconocer cuál es su nivel normal de ansiedad o de temor. No hay que temerle a la ansiedad o considerar que siempre es anormal. Muchas veces esta puede ser la respuesta apropiada para determinadas situaciones de la vida real. La ansiedad y el temor son parte de la vida y la meta que se busca no es eliminarlos por completo sino aprender a manejarlos. 

Tratarse a sí mismo con respeto

Conviene tener presente en todo momento que el autoconcepto (lo que se piensa de sí mismo) incluye las creencias acerca de las debilidades, virtudes y rasgos de personalidad que nos distinguen del resto de las personas. En la medida en que una persona se respete a sí misma, y reconozca su propia dignidad y valor, se tratará de igual manera que trataría a aquellas personas a las que respeta y valora. Y si uno se trata bien, los demás también lo hacen.


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