Uno de los grandes problemas existenciales del ser humano es la finitud de la vida. Siempre ha buscado la fuente de la juventud con la idea de no envejecer nunca, de permanecer inmutable. “Durar mucho, subsistir, mantenerse en un mismo estado”, es uno de los significados del verbo perdurar, pero también se puede avanzar un poco más allá, hasta el extremo de “perpetuar la duración de una cosa”, es decir eternizarse. A veces el dulce provoca una sensación de bienestar tan grande que se desea que durara toda la vida o el mayor tiempo posible. Hay miles de casos en la historia, en que los gobernantes se han perpetuado en el poder. Las monarquías, las dictaduras, sistemas de gobierno, que se mantienen en la actualidad, son un ejemplo de ello.
En democracia, este afán de buscar la continuidad en el poder ha derivado en subterfugios de los representantes del pueblo, tales como modificar una carta magna para hacer posible la concreción de los intereses personales que la impulsan. En estos últimos tiempos y ante la proximidad del fin de un ciclo de gobierno, varios legisladores oficialistas tienen la intención de buscar la reelección indefinida, amparándose en un artículo la Constitución Nacional, mientras que la Provincial lo prohíbe. Desean que la Justicia se expida al respecto. “La Constitución nacional no establece límites (para cargos legislativos), y creo que tengo derecho a saber si esto corresponde o no a nivel provincial. Si la Justicia me dice que no, entonces lógicamente no me presentaré para legislador”, dijo el vicepresidente de ese Poder. El mismo gobernador ha alimentado estas ansias reelectorales: “Algunos comentarios dicen que si la ley nacional dice que se permite la reelección de legisladores, también se tendría permitir (en la provincia). Pero, en definitiva, quien va a definir eso es la Justicia”, afirmó hace pocos días.
En la Universidad Nacional de Tucumán, la realidad no es demasiado diferente. El rector saliente, Juan Cerisola, advirtió que no está dispuesto a ceder el cargo de representante de la casa de estudios en el directorio de Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), en el que fue designado en junio pasado en reemplazo de Fernando Valdez, que había renunciado para asumir como legislador. La rectora Alicia Bardón respondió que el nombramiento era transitorio y que los nuevos representantes habían sido designados con el aval de la mayoría del Consejo Superior. El perfil de los directores propuestos coincide con la visión académica y científica de estas autoridades, y con la defensa del ambiente y de la ecología del NOA. “Con los miembros del Consejo Superior llegamos a un acuerdo en relación con el perfil que debían tener las personas que representen a la UNT”, manifestó Bardón.
Ese afán de perdurar en cargos públicos es más que preocupante, sobre todo en una democracia, sistema en el que la alternancia es uno de sus ejes fundamentales porque permite su oxigenación y contribuye a su perfeccionamiento. La intención de querer atornillarse a un puesto está reflejando a todas luces una necesidad personal y no una voluntad de servicio, mucho más teniendo en cuenta que, en el caso de los legisladores, de algunos municipios y comunas, o en la misma Justicia, esta continuidad está dada por los parientes, como si se tratara de dinastías. ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Hacia dónde vamos? Llegar al poder pareciera ser, en muchos casos, sinónimo de consolidarse económicamente, y no de bregar por el bien común.
En democracia, este afán de buscar la continuidad en el poder ha derivado en subterfugios de los representantes del pueblo, tales como modificar una carta magna para hacer posible la concreción de los intereses personales que la impulsan. En estos últimos tiempos y ante la proximidad del fin de un ciclo de gobierno, varios legisladores oficialistas tienen la intención de buscar la reelección indefinida, amparándose en un artículo la Constitución Nacional, mientras que la Provincial lo prohíbe. Desean que la Justicia se expida al respecto. “La Constitución nacional no establece límites (para cargos legislativos), y creo que tengo derecho a saber si esto corresponde o no a nivel provincial. Si la Justicia me dice que no, entonces lógicamente no me presentaré para legislador”, dijo el vicepresidente de ese Poder. El mismo gobernador ha alimentado estas ansias reelectorales: “Algunos comentarios dicen que si la ley nacional dice que se permite la reelección de legisladores, también se tendría permitir (en la provincia). Pero, en definitiva, quien va a definir eso es la Justicia”, afirmó hace pocos días.
En la Universidad Nacional de Tucumán, la realidad no es demasiado diferente. El rector saliente, Juan Cerisola, advirtió que no está dispuesto a ceder el cargo de representante de la casa de estudios en el directorio de Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), en el que fue designado en junio pasado en reemplazo de Fernando Valdez, que había renunciado para asumir como legislador. La rectora Alicia Bardón respondió que el nombramiento era transitorio y que los nuevos representantes habían sido designados con el aval de la mayoría del Consejo Superior. El perfil de los directores propuestos coincide con la visión académica y científica de estas autoridades, y con la defensa del ambiente y de la ecología del NOA. “Con los miembros del Consejo Superior llegamos a un acuerdo en relación con el perfil que debían tener las personas que representen a la UNT”, manifestó Bardón.
Ese afán de perdurar en cargos públicos es más que preocupante, sobre todo en una democracia, sistema en el que la alternancia es uno de sus ejes fundamentales porque permite su oxigenación y contribuye a su perfeccionamiento. La intención de querer atornillarse a un puesto está reflejando a todas luces una necesidad personal y no una voluntad de servicio, mucho más teniendo en cuenta que, en el caso de los legisladores, de algunos municipios y comunas, o en la misma Justicia, esta continuidad está dada por los parientes, como si se tratara de dinastías. ¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Hacia dónde vamos? Llegar al poder pareciera ser, en muchos casos, sinónimo de consolidarse económicamente, y no de bregar por el bien común.








