Ayudar a los demás te hace crecer como persona

Ayudar a los demás te hace crecer como persona

Dar una mano, hacer un favor, son actitudes que implican una apertura hacia los otros, explica una coach ontológica profesional. La posibilidad de ver en las personas que se nos acercan un maestro potencial.

PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO. Desde ese lugar es más fácil estar dispuesto a brindar y a recibir ayuda. nasda.org PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO. Desde ese lugar es más fácil estar dispuesto a brindar y a recibir ayuda. nasda.org
Un encuentro de dos: ojo a ojo, cara a cara / Y cuando estés cerca, tomaré tus ojos / y los pondré en lugar de los míos, / y tú tomarás mis ojos, / y los pondrás en lugar de los tuyos. / Y luego te miraré con tus ojos, / y tú me mirarás con los míos.

Empatía se llama este breve poema del psiquiatra Jacobo Levy Moreno (estadounidense, fundador del psicodrama. A él cita la coach ontológica profesional María Sara Cardozo cuando se le pregunta qué lleva a la gente a ayudar a otros. “Creo que la capacidad de ayudar es inherente a las personas que han desarrollado el don de la empatía, esa capacidad de ponerse en el lugar del otro”, define.

“Yo me siento bien cada vez que puedo ayudar a alguien. Me siento útil. No sé si eso me hace crecer como persona, pero me doy cuenta de que después de darle una mano a alguien, sea un amigo o un desconocido, veo el mundo con más esperanza”, afirma Silvia, docente de 36 años. Su amiga Natalia (ninguna de las dos quiere dar su apellido) añade que nunca se ha planteado si ayudar la hace crecer. “Si veo que puedo dar una mano, lo hago. Es que no puedo ser indiferente si alguien que está cerca de mí está sufriendo o pasando algún apuro. Y creo que hay muchas formas de ayudar. A veces alcanza con solamente escuchar a una persona”, reflexiona.

Paula, una empleada de comercio de 26 años, confiesa que sí se siente mejor persona cuando ayuda a alguien. “No es que espere que la otra persona me devuelva el favor que le hice, pero es como que ese día duermo más tranquila y más satisfecha conmigo misma”, dice sonriendo.

Apertura
“Tanto ayudar como sentirse ayudado -destaca María Sara- siempre nos ayuda a crecer como personas, porque se produce una apertura hacia los demás; hay un dar autoridad y valor a otros, lo que solo puede hacer alguien que sabe que debe aprender o cambiar, que es lo que se conoce como el don de la humildad”. Para la coach “todas las personas que se acercan a nuestras vidas son maestros que han llegado para enseñarnos algo”.

María Sara reconoce que en ella misma, como en muchas personas, aparece una cierta tendencia -maternal o paternalista- a considerar que ayudar es resolverles los problemas a los demás, tratar de evitar que sufran o contribuir para que ellos se esfuercen lo menos posible. “Esto me pasa particularmente con mis hijos y con mis alumnos”, puntualiza la coach que, además, es docente.

“Gracias al estudio y al entrenamiento pude aprender a ver en las personas todo su potencial. De ese modo, transformé mi ayuda, que ahora consiste en escuchar, en alentar al otro a que busque en su interior los recursos que necesita para lo que fuera que quisiera emprender, y a creer en sí mismo”, explica. Agrega que en su práctica como coach casi siempre la ayuda consiste en desafiar al otro para que dé un paso hacia un cambio positivo.

“Al ayudar a otros o al vivir cualquier situación con otros inexorablemente se aprende”, considera la coach. Advierte que se aprende a dar o a aceptar o a sacar de adentro la creatividad necesaria para salir de una determinada situación difícil. “Aun en las peores situaciones hay aprendizaje”, asegura.

Alivio
Una pregunta que muchos se hacen es si la ayuda que ofreceron le llegó a la persona a la que iba destinada.

Respecto de este punto, la coach María Sara expresa: “antes de comenzar a transitar mi camino de cambio, esperaba que me ayuden y me resuelvan los problemas, ya sea que me regalen dinero o me ofrezcan las soluciones, y eso en muchísimas ocasiones me dejó el sabor de la insatisfacción (de ese modo interpretaba yo lo ocurrido) porque las cosas no se daban como yo esperaba. Pero ahora sé que la compañía, el afecto, la escucha, una frase, una palabra, una oración, un libro, una idea iluminada son ayudas que llegan de todas partes (de Dios, del Universo, del prójimo, de como lo quieras llamar), sé, o mejor dicho, siento que la ayuda llega, porque experimento un inmediato alivio por pequeño que sea. Y sé que le llega al otro porque veo en su rostro esa expresión de alivio”.

Experiencia
La especialista destaca que son diversas las motivaciones que llevan a las personas a ayudar a otros pero que, en la mayoría de las veces, nacen de las propias necesidades, “porque para reconocer esta necesidad en otro alguna vez la experimenté”.

“Por ejemplo -agrega- si una persona atraviesa un duelo y alguien decide ayudar, y la llama, la visita o le ofrece un libro, muy probablemente es porque ya vivió un duelo, que lo obligó a hacer algo para salir adelante, y ese conocimiento es lo que lo motiva a ayudar a esta otra persona que está viviendo ahora una situación similar”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios