Médicos se oponen al uso del cigarrillo electrónico porque también tiene toxinas

El tema generó debate entre los especialistas en medicina respiratoria. “No se sabe si es eficaz para dejar de fumar”

02 Junio 2014
El cigarrillo electrónico para dejar de fumar ha tenido tanta difusión -sobre todo en EE.UU. y Europa- que en los últimos tres años aumentó sensiblemente su demanda. Sin embargo, su utilización como sustituto del cigarro de tabaco genera controversia en la comunidad médica internacional “porque no sabemos si es seguro y si es eficaz para dejar de fumar”, expresó a LA GACETA la doctora Cristina Borrajo, especialista en medicina respiratoria, experta en tabaquismo y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. La médica desarrolló la conferencia “El cigarrillo electrónico ¿un lobo con piel de cordero?” durante la Primera Jornada Internacional de Tabaquismo y Enfermedades Respiratorias que se realizó en Tucumán.

Fuman las dos cosas

“Lo curioso es que más del 50% de las personas que usan el cigarrillo electrónico no ha dejado de fumar: incorporó el hábito del uso dual, es decir que utiliza las dos cosas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya reconoció que el cigarrillo electrónico reduce el número de dosis de tabaco consumidas al día. Pero como no existe una dosis de tabaco que sea segura, la reducción del daño del tabaquismo es relativo. Resumiendo: el hecho de reducir el consumo no es una solución para el tabaquismo”, enfatizó la experta, que celebra que la Anmat no haya autorizado el uso del inhalador electrónico.

Borrajo, como la mayoría de los especialistas en enfermedades respiratorias, se opone al uso del cigarrillo electrónico. “Se trata de un aerosol -explicó- que se aspira y produce vapor caliente, con sustancias muy parecidas al cigarrillo pero en cantidades o dosis mucho menores. Pero no sabemos qué pasa cuando alguien lo consume a largo plazo. Lo que sí sabemos es que el vapor contamina el aire ambiental porque tiene casi las mismas toxinas que el cigarrillo común. De hecho, se encontraron elementos carcinogénicos en el vapor. Pueden tener o no nicotina, pero hasta ahora la OMS no se expidió respecto a la seguridad del cigarrillo electrónico para la salud y su eficacia para dejar de fumar...”

- ¿Bajó el consumo de tabaco en la Argentina?

- Disminuyó en los últimos 10 años. En este momento el 22.4 % de la población es adicta al tabaco, y nosotros habíamos llegado casi al 30%. Es un esfuerzo terrible bajar la cantidad de fumadores, y el logro se debe a la política antitabáquica, a las leyes nacional y provinciales que prohiben fumar en los lugares públicos cerrados, y a una mayor concientización de la gente acerca de los daños irreversibles que el tabaco produce en la salud.

Una de las cosas que persiguen estas políticas es desterrar la falsa creencia de que fumar es algo normal. “Fumar no es un acto normal. Y en la persecución de este objetivo nos encontramos de punta con el cigarrillo electrónico. Justamente cuando estamos haciendo mucho esfuerzo para luchar contra el hábito de fumar...”, se lamentó Borrajo.

¡El narguile no es inocuo!

Los neumonólogos tucumanos Ana María Stok y Ramón Rojas también condenan el uso del cigarrillo electrónico, y de igual modo el del narguile “una moda que se está extendiendo” entre los jóvenes y algunos adultos de nuestra provincia. “En Tucumán consumen más narguile que en Inglaterra y el Medio Oriente porque la gente cree que es inocuo. ¡Todo lo contrario! Distintos estudios hechos en el mundo demostraron que es más nocivo que fumar cigarrillos”, advirtió Rojas, que lamentó que un elemento cultural de Oriente se esté extendiendo a distintas partes del mundo para hacer un uso abusivo de él, creando conductas adictivas.

Para tener una idea de lo perjudicial que es, el médico dijo que una sesión de 45 minutos de narguile equivale a fumar más de 30 o 40 cigarrillos. Además, la llamada “pipa de agua” es adictiva porque se aspira tabaco quemado y, cuanto más rápido se quema, mayor es la adicción y el daño que provoca en la salud.

“El mito -según Rojas- es creer que la trampa de agua que tiene el narguile funciona como colador de las partículas tóxicas. Ocurre al revés: en la superficie del agua quedan todos los elementos nocivos que producen mayor incidencia de cáncer, al igual que el cigarrillo”.

Otro dato interesante que aportó el médico es que en Medio Oriente hay una reactivación de la tuberculosis por compartir la boquilla del narguile. “O sea que el consumo masivo del narguile crea adicción, al tiempo que se transforma en vía de contagio de males infecciosos”, concluyó.

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