VISIONARIO. César compuso “Quiero un papa latinoamericano”. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Lo llaman el “cura rockero”. Se exhibe con sotana negra y una gorra del mismo color. Sonriente, no tarda en hacer pasear las manos por el teclado de su piano electrónico. El escenario se transforma en una especie de púlpito. Pero en este caso es la música, el canal por el que transmite sus mensajes espirituales. Los sonidos que comienza a arrancar de su instrumento, con ritmo movedizo y contagioso, se expande como una brisa por el amplio galpón del Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Concepción. Y canta entusiasmado, acompañado de sus otros músicos. Niños y adolescentes comienzan a agitarse de a poco ante las interpretaciones. El Padre César y la banda “Los Pecadores” arremeten para quebrar la solemnidad que hay en la noche lluviosa. Después todo se transforma en delirio.
El sacerdote César Scicchitano Tagle, de Capital Federal, y su grupo musical, fundado en el 2006, imponen alegría en el ambiente. Llegó a la Perla del Surcon un sorprendente antecedente de producción: hasta ahora ya lleva grabados 18 CD. En su última producción “Desde el fin del Mundo”, estrenó el tema “Francisco”, dedicado al Santo Padre.
El viernes actuó en Concepción por invitación de la organización juvenil Consolación para el Mundo (COM). Tiene 50 años y no muestra impedimentos para cantar y saltar junto a los jóvenes. “La música es el canal de expresión de mi propia vida, de las cosas que hago. Y este arte también es un hecho espiritual y no difiere con la tarea sacerdotal. Todo se hace poesía, canción y se comparte con los demás” comenta. Confiesa que fue el propio Jorge Bergoglio quien lo alentó a evangelizar a través de la música. “Me llamaba todos los años para cantar en la misa de los cartoneros, en Constitución. Me decía cariñosamente el musicista” apunta. Fue el ahora Papa Francisco quien además lo promocionó en las distintas productoras discográficas. Antes de salir al escenario se presta a la requisitoria periodística.
- ¿En usted nació primero la vocación musical o la de sacerdote?
- Soy músico de toda la vida. En realidad un músico que se metió de cura. Desde chico comencé con el canto y ya adolescente me dediqué a estudiar piano y componer canciones. Escribí siempre lo que está dentro mío. Cuando fundé la banda se llamaba simplemente Padre César, pero después durante un reportaje que nos hizo el periodista Daniel Malnatti, surgió de casualidad lo de “los pecadores”. Uno de los músicos dijo “sí, estamos también los pecadores”. Y le quedó el agregado, que me pareció excelente.
- ¿Qué destinatario tienen sus composiciones?
- En ellas hay distintas temáticas. Por ejemplo, una vez me encargué de las prostitutas con la mirada de Jesús. Lo hice como para despertar conciencia sobre la trata de personas. De las chicas que son vendidas y esclavizadas como objeto sexual. Se llama “Amor Abandonado”. También les canto a los chicos de las calles y a la necesidad de volver a la propia vida, pues uno se anda dando vueltas por las de otros y se olvida la de uno.
- Hay un tema casi premonitorio que compuso en el 2011
- Así dicen, porque le había dedicado al padre Bergoglio y se llamó “Yo quiero un Papa Latinoamericano”. En ese entonces me parecía importante que tengamos un Papa que no fuera de Europa. Es que cada continente tiene su riqueza. Y se tenía que dar una oportunidad a nosotros. Afortunadamente se dio. Recibí la designación de Bergoglio con una enorme alegría. Sucede que todos los antecesores dijeron cosas buenas y Francisco va haciendo una síntesis de ellos, un retorno a la mística de Jesús, pero más directa. Esto es la Iglesia pobre para los pobres, la de no despellejarnos entre nosotros, no abandonar a los niños, a los ancianos y no tomarla como un ámbito de poder, de vanidad. Por otro lado, Francisco, creo firmemente que no es solo el Papa de los Católicos, sino universal.
-¿Y cómo advierte que los jóvenes reciben su mensaje?
-Lo escuchan con alegría; se dan cuenta que detrás de cada composición están ellos. Hay una canción: “siempre ocupados, y no se ocupan de nada, siempre corriendo de aquí para allá, dejó de lado el camino, y así no se va a ningún lugar, volvé, volvé a tu vida, volvé a tu corazón”. Todos estamos en la misma. Los chicos están buscando crecer, tener la libertad, mientras nosotros no la encontramos y seguimos en la misma lucha.
Las dos vocaciones del padre César no son incompatibles
¿Cómo se siente más distendido, en el púlpito o en el escenario?, le pregunta LA GACETA. Y el padre César responde, ante la mirada atenta de su banda de “pecadores”. “Me siento en plena misión cantando en el escenario. Me presento en los barrios marginales, en las cárceles y todos los otros lugares en que me invitan. Además doy misa, confieso y trabajo en un colegio en donde escucho a los jóvenes. Mi tarea es escuchar a todos. Me siento un miembro activo de la iglesia que acompaña la tarea de los buenos sacerdotes, obispos y monjas”.









