“Me armé de valor para no hundirme en el pasado”

Relato de una sobreviviente de un gueto.

GENTILEZA Mónica Dawidowicz GENTILEZA Mónica Dawidowicz
27 Abril 2014
Su voz es potente, profunda. Mónica Dawidowicz, habla por teléfono desde Boulogne (Buenos Aires), se apoya en su memoria para dar testimonio del drama que vivió y debió sobreponerse. Hoy estará en San Miguel de Tucumán para relatar la historia de su vida, pero sobre todo, para hacer oír “la voz que no tienen aquellos que fueron aniquilados, porque siento que puedo ser la voz de ellos”.

Es una sobreviviente del Holocausto (Shoá). En una charla con LA GACETA, contó que nació en 1941 en el Gueto de Lida, actual República de Belarús (Bielorrusia), entonces territorio polaco. “Nací cuando ya había guerra y los nazis habían ocupado Lida. Mi madre, que estaba embaraza de mí, entra al gueto junto a mi hermana Ester, que sobrevivió y vive hoy en Israel, y mi hermana Neja. Mis padres se llamaban Nejama e Ishaiahu; yo nazco en el gueto a donde recluían a los judíos, pero después, mis padres nos entregan a mi y a mis hermanas a otras familias polacas no judías para ponernos a salvo de los nazis”, explica.

“El Gueto de Lida fue destruido en 1943 por las SS y todos sus habitantes fueron llevados y aniquilados en el campo de exterminio de Maidanek, cerca de la ciudad de Lublin en Polonia. Allí matan a gran parte de mi familia, incluida a una de mis hermanas que fue devuelta al gueto”, dice. “Yo quedo con la familia Schipula, pero al terminar la guerra se contactan unos tíos y un primo que había sobrevivido como partizano y que buscaban a la familia perdida. Esta gente, al principio, no me quería devolver a mis parientes, que luego se van a Palestina y no me pueden llevar porque no tenía documentos. El nombre que me pusieron mis padres es Rojale, pero esa familia me anota como hijo de ellos, como Irina Schipula; pero luego de muchas cosas, el Congreso Judío Mundial se hace cargo de mi, porque teníamos parientes en EEUU, en Argentina y Uruguay que querían traerme. Me llevan a Suecia, a un orfanato, crean la documentación y me trae un tío a Uruguay, me adopta y me lleva Buenos Aires donde me inscriben como su hija, a fines del 46, desde ese año vivo aquí y formé una familia. Pero lo más importante que hice fue de armarme de valor para no hundirme en el pasado”, agrega.

- ¿Cuál será el mensaje que dejará en el acto de Tucumán?

- Yo creo que estos testimonios deben servir para que las generaciones jóvenes lo recojan, para que nadie pueda decirles que el holocausto no existió y para que se comprometan con la historia en preservar la memoria y que les sirva para rechazar la discriminación, la xenofovia y el antisemitismo.

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