El órgano de la Catedral

El órgano de la Catedral

Advertencias formuladas desde París

161 AÑOS DE ANTIGÜEDAD. Esta foto de 1941, muestra el órgano de la Catedral. En marzo de ese año, se reabrió el templo, luego de la gran restauración  la gaceta / archivo 161 AÑOS DE ANTIGÜEDAD. Esta foto de 1941, muestra el órgano de la Catedral. En marzo de ese año, se reabrió el templo, luego de la gran restauración la gaceta / archivo
Entre los tesoros de su patrimonio artístico, la Catedral de Tucumán cuenta con un órgano emplazado en el coro. Fue fabricado en París en 1850, por encargo del gobernador Celedonio Gutiérrez, para equipar el templo cuya construcción transcurrió desde 1848 hasta 1856.

En el Archivo Histórico de la Provincia, sin fecha pero encuadernado con documentos de 1853, está la copia de época de una interesante nota que firmaba E. Hy. Dupon. La misma se refería a los siete cajones en los cuales enviaba, despiezado, el órgano de la Catedral, por barco, a Buenos Aires. Los bultos seguirían a Tucumán en carretas.

Dupon decía que, antes de embalarlo, “durante algunos días lo mandé tocar con un buen organista, convidando a estos conciertos a algunos amigos inteligentes”, todos los cuales hicieron “elogios de la riqueza y perfección de los sonidos, como también del trabajo interior y exterior”. Enviaba adjunto un plano y un cuaderno con las indicaciones para armar el instrumento “en la tribuna donde debe ser colocado”. Había cuidado de acomodar bien los cajones y que la forma “no sea en lo posible muy ancha para poderse cargar en aquéllas carretas tucumanas”.

El francés esperaba que hubiera en Tucumán “algún práctico que entienda el oficio de maquinista y organista”, para armar el órgano. Lo dudaba. En realidad, su aspiración era que se lo armara en Buenos Aires y que allí quedase, mientras se encargaba otro idéntico para Tucumán. A éste se lo podría colocar bien, “con ayuda del primero, que servirá de comparación”. Estaba seguro que, en Buenos Aires, “el amigo Esnaola y otros inteligentes sabrán apreciar esa amplitud de voces más puras, que no pueden compararse con las de los órganos antiguos”.

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