Estimado espectador típico de fútbol: le escribo para contarle todas las cosas que me molestan de usted cuando compartimos el espacio en una cancha o en una sala con un televisor al frente.
1. Es sumamente irritante escucharlo decir “ya lo ha secado” todo el tiempo. Esperar a que el comentarista u otro hincha haga un halago a un jugador y al primer error sentenciarlo con la misma seguridad que un científico asegura haber encontrado la cura de una enfermedad tras años de investigación. Comprenda, mis palabras o las del relator no influyen en nada con lo que pasa tras la pantalla.
2. Odio profundamente cuando tiene la necesidad de creerse con la capacidad de ver más allá de lo evidente y canta un gol antes de que efectivamente, la pelota entre al arco. Entiendo que no es su grito el que lo evita pero me molesta que intente hacer las veces de tarotista para luego vanagloriarse: “yo lo dije”.
3. Encuentro muy hostil el informe pormenorizado de absolutamente todos los goles que se convierten en la faz del planeta tierra. La radio fue un invento maravilloso pero no para repetir lo que dice y perturbar el espacio sonoro con un tanto de penal de Deportivo Nomeimporta.
4. Hallo insano ver como el público que asiste a los estadios deja todas sus miserias en la cancha, gracias al mejor argumento creado en estos tiempos: “para eso pago mi entrada”.
5. Detesto cuando algún hincha llama por el nombre al jugador, como si hubieran compartido asados, fiestas, reuniones y convites durante toda su vida.
Sin otro particular, me despido atentamente de usted, señor hincha. Entiendo que su condición tiene aspectos positivos pero, tal como usted me podrá criticar a mí, elijo señalar lo malo en este caso. Le mando un abrazo.
1. Es sumamente irritante escucharlo decir “ya lo ha secado” todo el tiempo. Esperar a que el comentarista u otro hincha haga un halago a un jugador y al primer error sentenciarlo con la misma seguridad que un científico asegura haber encontrado la cura de una enfermedad tras años de investigación. Comprenda, mis palabras o las del relator no influyen en nada con lo que pasa tras la pantalla.
2. Odio profundamente cuando tiene la necesidad de creerse con la capacidad de ver más allá de lo evidente y canta un gol antes de que efectivamente, la pelota entre al arco. Entiendo que no es su grito el que lo evita pero me molesta que intente hacer las veces de tarotista para luego vanagloriarse: “yo lo dije”.
3. Encuentro muy hostil el informe pormenorizado de absolutamente todos los goles que se convierten en la faz del planeta tierra. La radio fue un invento maravilloso pero no para repetir lo que dice y perturbar el espacio sonoro con un tanto de penal de Deportivo Nomeimporta.
4. Hallo insano ver como el público que asiste a los estadios deja todas sus miserias en la cancha, gracias al mejor argumento creado en estos tiempos: “para eso pago mi entrada”.
5. Detesto cuando algún hincha llama por el nombre al jugador, como si hubieran compartido asados, fiestas, reuniones y convites durante toda su vida.
Sin otro particular, me despido atentamente de usted, señor hincha. Entiendo que su condición tiene aspectos positivos pero, tal como usted me podrá criticar a mí, elijo señalar lo malo en este caso. Le mando un abrazo.
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