Las sorpresas que atesora el caribe mexicano

Las sorpresas que atesora el caribe mexicano

El otro México que podés disfrutar si tu idea es hacer pie en Cancún o en Playa del Carmen. Dos paseos con una increíble combinación de naturaleza y cultura

MAGNIFICENCIA. Atardece en la Laguna de Bacalar mientras en la calma aparece la Luna.  gentileza  anabella maudet MAGNIFICENCIA. Atardece en la Laguna de Bacalar mientras en la calma aparece la Luna. gentileza anabella maudet
29 Enero 2014
Quizás ya lo decidiste hace tiempo, sacaste los pasajes e hiciste la reserva de los hospedaje. Quizás no: te gusta improvisar o te regalaron el pasaje a la Riviera Maya y es esta la hora de las decisiones. Sea como sea, te proponemos una par de excursiones de dos o tres días que te permitan descubrir lugares que no suelen formar parte de los paquetes turísticos.

Lo más común es hacer base en Cancún o en Playa del Carmen. Pues bien: la idea es alquilar un auto (se consigue uno chico para cuatro personas con kilometraje ilimitado por unos $150) y tomar rumbo oeste o rumbo sur. Bueno... no tiene por qué ser opcional. Pero esa decisión es solo tuya.

Rumbo al oeste
Es una viaje de poco más de 400 kilómetros desde Cancún y buena parte de él por la autopista hacia Mérida. Poco antes de llegar a la ciudad, la autovía se transformará en la ruta 180, que es la que te lleva a destino: Campeche. En el camino pasarás por Valladolid. Es una colorida ciudad colonial de la primera mitad del siglo XVI fundada y fortificada décadas más tarde para defenderla de los durísimos ataques de piratas ingleses. Y hospedarse en Campeche no es caro: es posible conseguir hoteles tres estrellas en los que una habitación doble cuesta unos 400 pesos argentinos por día.

Cerca de ella, en una radio que oscila entre los 60 y los 80 kilómetros, florecen en medio de la jungla conjuntos de ruinas mayas mucho menos promocionados que Chichén Itzá y, por lo mismo, de un atractivo “salvaje” que emociona, entre ellos, Edzná, Hochob, Tabasqueño, Dzibilnocac y Becán.

Edzná es, quizás, la más impactante: fue la capital regional del occidente de la península entre los años 400 y 1000 de nuestra era, y alcanzó un alto nivel no sólo en la arquitectura sino también en la ingeniería. Ejemplo de ello es la construcción de una serie de canales y presas para almacenar y distribuir el agua.

La otra ruta
Si te decidiste por el sur tomarás en Cancún o en Playa del Carmen la ruta 307... y sería interesante que hagas base en Tulum.

Fue una ciudad amurallada de la cultura maya, que hoy forma parte de un parque nacional, y es la única zona arqueológica que se asienta junto al mar. Los especialistas consideran que fue un importante centro de culto. Incluso hasta principios del siglo XX algunos habitantes de pueblos vecinos acostumbraban visitar el sitio para llevar ofrendas, pero el continuo flujo de turistas puso la práctica en desuso.

Cerca se encuentra la moderna población del mismo nombre, donde podrás hospedarte. Si tomamos como parámetros la habitación doble en un hotel tres estrellas, la brecha es amplia, pero se pueden conseguir precios interesantes: oscilan entre los 400 y los 700 pesos argentinos.

Unos 200 kilómetros más adelante llegarás a la Laguna de Bacalar, también conocida como Laguna de los Siete Colores y que, a menos que haya llovido mucho, es un lugar extraordinario. “Tiene una belleza ‘supernatural’: el agua de la laguna es turquesa y fosforece. A pesar de su gran profundidad, se ve el fondo; es como estar suspendido en un zafiro”, la describió para LA GACETA Anabella Maudet, una argentina (medio tucumana por adopción) que hace unas semanas estuvo por allí y que compartió sus fotos con este diario.

Rumbo al sur
Con base en Tulum (foto 3), donde las ruinas y la playa conviven en franca armonía, te proponemos seguir hasta Bacalar, donde, además de la laguna, está el fuerte de San Felipe (foto 4).

Rumbo al oeste
Tomando como base la ciudad de Campeche (foto 1), podrás visitar varios conjuntos de ruinas mayas que quedan a pocos kilómetros, como las de Edzná (foto 2). (Fotos: gentileza A. Maudet)

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