Roberto Espinosa
Por Roberto Espinosa 18 Enero 2014
Abrazo de dos mundos. Una sinfonía sopla en el océano de la injusticia. La explotación. La miseria. Las multinacionales enmascaran el rostro del “vamos por todo”. Manos que se aferran a la luz. Changuitos que desguarnecen la inocencia en el hambre. La droga. La violencia. ¿Quién ganará? ¿El fuerte o el débil?, pregunta el profeta brasileño. Pierre, su hermano suizo, dibuja corcheas, voces, silenciosos alaridos en la incertidumbre coral de la realidad, opulenta para pocos, miserable para muchos. “No hay que trabajar para los otros, sino con los otros”, dice y hace el arzobispo “rojo”. En las favelas del universo, Dom Helder encuentra a Dios. Y lo desgaja en semillas de pan. Alegría. También lucha. En el Si menor de un alma se libra ahora otro combate. Eros y Tánatos quieren plantar bandera en el corazón de un húngaro, donjuán y franciscano, como su nombre. La sonata estalla en la oscuridad. Rueda con pasión en ese piano tucumano con buena estrella. ¿Quién va a ganar?

Es el despertar de ese largo abrazo entre Berna y Tucumán. Casetes, libros, discos, programas radiales, calendarios, dibujos, flores, fotos, poemas, partituras. 1989. Los libros, la prédica de Cámara, la música, las cartas de Kaelin, se corporizan en un abrazo en Buenos Aires, donde ambos sacerdotes echan a volar su “Sinfonía de los dos mundos”. 1998. Abrazo en París. Yehudi, Menuhin, Michel Petrucciani, Miguel Ángel Estrella en concierto… El Pont Neuf, la silueta perfumada de Juliette Binoche… El árbol de los sueños, de Henri Dutilleux, respira en L’ Île de la Cité…

Brahms. La sonata de Thun. Madres de compositores. Músicos helvéticos. De diversas geografías. Clásicos y populares. Curiosidades. Leyendas. Historias y acciones nobles en orfanatos. Cárceles. A lo largo de domingos de 20 años, sus programas llegan a los tucumanos a través de Radio Suiza Internacional y FM Radio Universidad. Por su gestión, alumnos del Conservatorio de Berna se hermanan con el taller de Música Esperanza de Tafí del Valle. Brota un arroyo de solidaridad.

La música, los derechos humanos, el afecto, son puentes de esperanza que tiende ese corazón sonriente de Liebefeld (campo del amor) entre las almas. El 10 de diciembre pasado, un día después de celebrarlas, las 88 corcheas de Peter Schuler, padre, amigo, hermano, saltaron del pentagrama para arrojarse a ese abrazo sinfónico de la eternidad.

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