Una casa llena de abuelos

Una casa llena de abuelos

Visitamos un hogar donde personas de la tercera edad reciben atención y cariño. Historias de vida que conmueven

CHARLA Y BUEN CLIMA. Pasamos toda una tarde con los abuelos. Muchas historias nos contaron. CHARLA Y BUEN CLIMA. Pasamos toda una tarde con los abuelos. Muchas historias nos contaron.
10 Diciembre 2013
Al ingresar al centro de adultos mayores ubicado en avenida Mate de Luna al 2.800, nos encontramos con un lugar distinto. Un sitio que habitan las personas de la tercera edad hace años, meses o semanas. 

Apenas vio a este equipo de trabajo, Silvia Núñez preguntó: “¿qué hacen aquí, qué nos van a preguntar?”. Así, una de las residentes tomó la posta periodística y después no paró de hacer consultas. 

Luego de la presentación, la tensión inicial por encontrarse frente a extraños desapareció y pudimos entablar conversación y brindar afecto a muchos de los abuelos.

Al indagar sobre la atención que reciben dentro del hogar, nos contaron que se sienten bien. Y al preguntarles el porqué de tal satisfacción, descubrimos que hay muchas razones: la cantidad de actividades que realizan (visitas guiadas a colegios, acciones recreativas en parques, gimnasia y hasta actividades en la pileta), y las relaciones de amistad y hasta de amor que nacen dentro del mismo hogar. 

Elizabeth Dib, encargada de rehabilitación, cuenta de su relación con “Clarita”. “Nos conocimos en el hogar, la relación médico-paciente poco a poco fue tomando un giro en torno a la amistad, y con el paso del tiempo se fue fortaleciendo por las diferentes experiencias y momentos que compartimos juntas”, apunta. Al final Elizabeth terminó siendo un enorme sostén para la salud emocional de su amiga, con la que forjó una firme relación.

Otro ejemplo de las relaciones que pueden surgir es el de Hugo. Él llegó al hogar cuando había enviudado, sin esperar nada y con el pensamiento de que pasaría el resto de su vida en soledad. Pero la vida lo sorprendió, ya que allí se encontró con Claudia, con quien de a poco se fue amigando. “Pero esa amistad lentamente fue evolucionando hasta convertirse en amor, a tal punto que ahora somos inseparables”, contó.

Pero no todo es color de rosa: en el lugar también abundan las historias de depresión y abandono. Los auxiliares dieron cuenta de ello. Por caso, algunos de los abuelos tienen que  sobrellevar el día a día pesadamente debido a la falta de atención de sus seres queridos, quienes por diversos motivos no pueden visitarlos con frecuencia. Según el personal, el hecho de que una persona reciba o no visitas influye mucho en su estado en general: los más visitados son personas mucho más alegres y dispuestas al diálogo. Por otro lado, en la convivencia muchas veces surgen conflictos entre los abuelos. 

Clara Romano Norri, de 82 años, nos demostró que nunca es tarde para encontrar el amor. Ella comenzó una relación con José, uno de sus compañeros de hogar, el cual padece mal de alzheimer. Se ayudan mutuamente, pero aclara con una sonrisa en su rostro: “no tenemos vida sexual”.

Muchos pensamos que los hogares de ancianos son lugares donde se los abandona, donde se los trata mal. Sin embargo, en este caso comprobamos que no se puede generalizar al respecto. Quienes allí viven nos mostraron cuánto les gusta que los visiten familiares, amigos e incluso alumnos de diferentes instituciones educativas. La felicidad de los abuelos es la misma que sintió este equipo periodístico luego de tener contacto con todos ellos.

Integrantes: Trabajamos en este informe Marcos Campos, Franco Resanovich, Rodrigo Soria, Daiana Escobar, Celeste Moreno, Yohana Gómez, Aldana Martínez Arias y Nadia Gallardo.

Comentarios