Gloria al sketch
Gloria al sketch
En la senda de “La Tuerca” y de “Operación ja-ja”, los programas más exitosos de Juan Carlos Calabró resultaron aquellos en los que exploró el sketch clásico para hacer humor. Fue el formato en el que se sintió más suelto y chispeante y en el que construyó sus personajes clásicos, a caballo de los libretos de Aldo Cammarota o de Cacho Vilar.

Si se desmenuza la extensa carrera de Calabró en el cine y en el teatro va repitiéndose el patrón: historias rigurosamente segmentadas, como si el espíritu del sketch se impusiera sobre guiones y libretos. Desde “Gran valor” y “Villa cariño” hasta las bizarras películas que rodó junto a su gran amigo Juan Carlos Altavista, aquellas aventuras de los antihéroes Aníbal y Minguito (otro hijo del sketch).

Cammarota y Delfor fueron los autores de "Telecómicos", el primer impacto de Calabró en la televisión. Aquellos viejos programas, en entrañable blanco y negro, suelen programarse en el canal Volver. La TV nacional de los 60 era rica en ideas y en figuras y Calabró fue haciendo pie de a poco, mientras crecía su formación actoral sobre las tablas. Tiempos de gloria del teatro de revistas, cuando las marquesinas de la avenida Corrientes eran abundantes en cantidad y calidad. La impronta picaresca y costumbrista del género contribuyó a formatear a la futura estrella.

Calabró fue un comediante versátil, inteligente para elegir sus partenaires (inolvidables los contrapuntos con Marcos Zucker) y los proyectos en los que se involucró. También para sacarle el jugo al éxito, hasta animándose a cantar. Empatizó con los chicos desde sus andanzas junto a Carlitos Balá y acertó cuando construyó sus personajes pensando en públicos de todas las edades. Subió peldaño a peldaño la escalera a la popularidad, sin quemar etapas, y por
eso "Calabromas" lo encontró en el punto justo. Pero nunca dejó de hacer cine, una de sus pasiones, y casi siempre con excelentes respuestas en las boleterías. Con Susana Giménez apostó por la comedia clásica a partir de títulos como "Donde duermen dos, duermen tres", "Me sobra un marido" y "Yo también tengo fiaca".

Su último éxito fue "Campeones de la vida", a fines del siglo pasado y otra vez en televisión. Hace poco se despidió del público, flanqueado por sus mediáticas hijas y en plena entrega de los Martín Fierro. Subió al escenario y disfrutó ese segmento como si de otro sketch -el definitivo- se tratara. Momentos en los que se dispararon los recuerdos hacia perlitas escondidas en la memoria. Me quedo con aquella desopilante recreación de Drácula, con Calabró como Van Helsing y Jaimito Cohen como el conde.

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