MÁXIMA ATENCIÓN. Del Potro jugará hoy la final del torneo contra Federer.
Nada que sorprenda: Del Potro jugará la final de Basilea. Tal como ocurriera en 2012, el tandilense cumple con la lógica y asiste a la previsible cita para ganar su quinto título de la temporada, el número 17 de su carrera. No tiene sentido separar del resto de la semana su actuación de ayer. Es más, comparada con los triunfos frente a Laaksonen, Baghdatis y Mathieu, la victoria ante Roger-Vasselin por 6-4, 4-6 y 6-2 tuvo detalles que parecían olvidados. Juan Martín volvió a tener (y padecer) esas distracciones que, aunque no le cuesten derrotas, lo obligan a jugar más tiempo. Ayer, el tercer set.
Pudo y debió haber sido semifinal en sets corridos. El quiebre para 4-3 en el segundo así lo indicó. Entonces llegaron las distracciones, los gestos de fastidio, el andar cansado y tedioso. Y también el auto rescate. En el tercero, su actitud fue distinta: movió las piernas, impactó con soltura y determinación, asumió la imprescindible postura dominante para cerrar el partido.
En la final de hoy, a las 10.30, se verá con un viejo conocido. Roger Federer parece, quizá por primera vez en el historial entre ambos, un jugador inferior al tandilense. Aunque en el deporte no hay que parecer, sino ser.
El segundo semestre de 2013 de Del Potro se parece mucho a lo que él y su equipo desearon: dos títulos, semi de Wimbledon, y final y semi en dos Masters 1000. Así, los objetivos, incluso los más ambiciosos, parecen al alcance de la mano.
Pudo y debió haber sido semifinal en sets corridos. El quiebre para 4-3 en el segundo así lo indicó. Entonces llegaron las distracciones, los gestos de fastidio, el andar cansado y tedioso. Y también el auto rescate. En el tercero, su actitud fue distinta: movió las piernas, impactó con soltura y determinación, asumió la imprescindible postura dominante para cerrar el partido.
En la final de hoy, a las 10.30, se verá con un viejo conocido. Roger Federer parece, quizá por primera vez en el historial entre ambos, un jugador inferior al tandilense. Aunque en el deporte no hay que parecer, sino ser.
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