Rigurosas pruebas para conductores de trenes

Rigurosas pruebas para conductores de trenes

26 Octubre 2013
En menos de 20 meses, en la línea del ferrocarril Sarmiento, se produjeron tres accidentes graves. El último ocurrió el sábado pasado cuando un tren se estrelló en la estación de Once, de Buenos Aires, dejando como saldo con 99 pasajeros heridos. Como en las dos ocasiones anteriores se produjeron nuevamente controversias acerca de las posibles causas: negligencia del conductor, sabotaje, el estado de las locomotoras, los frenos. Mientras se realizan todas las pericias del caso, el Gobierno oficializó la estatización de ese servicio mediante las resoluciones 1.243 y 1.244 publicadas ayer en el Boletín Oficial. El decreto fundamentó la medida por la falta de rigor de la gerenciadora UGOMS en el cumplimiento de los controles a los maquinistas entre agosto y septiembre a raíz de la tragedia de Once del 22 de febrero de 2012 y del choque de trenes en Castelar del 13 de junio.

Días antes, el ministro de Transporte e Interior, Florencio Randazzo, dispuso la realización de exámenes psicofísicos a todos los maquinistas bajo supervisión de la Fuerza Aérea, que son los mismos estudios que se realizan los pilotos de aviones comerciales. Según el ministro, el conductor se había negado a someterse a controles de rutina ese día, a excepción del de alcoholemia, y sostuvo que debió haber sido despedido por sus antecedentes. "El motorman había realizado solamente el control de alcoholemia. Esto, más la falta del protocolo de comunicación, más la falta de controles de rutina (porque no había realizado ningún otro) terminó en el lamentable desenlace", declaró el funcionario.

Las pruebas a los pilotos se realizan cada seis meses. Se trata de detectar cualquier enfermedad o anomalía que pueda perturbarlo, tales como problemas cardíacos, diabetes, epilepsia, anemia y úlceras pépticas, por ejemplo. Se le efectúa también un chequeo médico integral. Luego un grupo de psicólogos verifica si tiene problemas de insomnio, adicciones o cualquier otro episodio traumático que puede interferir en su desempeño. Si el conductor no se halla bien, no vuela porque puede poner en peligro o matar por negligencia a una gran cantidad de pasajeros.

Como una forma de comenzar a solucionar un problema de fondo en esta cuestión, parece acertada la decisión del Gobierno de someter a los conductores de trenes a exámenes psicofísicos rigurosos, como los que se les practica a los pilotos de aeronaves. Estos podrían extenderse a los choferes de ómnibus de larga distancia y urbanos y de taxis que también transportan diariamente a miles de personas, una vez al año.

La medida sería, sin duda, altamente positiva en Tucumán, donde la transgresión vial y la falta de educación se reflejan en la elevada cantidad de accidentes. Los conductores de los transportes públicos tomarían mayor conciencia de la gran responsabilidad que implica tener a su cargo la vida de los pasajeros. Y si por estas pruebas rigurosas tuviesen que pasar una vez al año el resto de los conductores de otros vehículos (automóviles, camiones, camionetas, motocicletas) se daría un gran paso en materia vial. Para que su aplicación fuese efectiva debería crearse tal vez un organismo específico que se ocupara de ello a nivel provincial. El Estado debe velar no por la comodidad de los conductores, sino por la preservación de la vida de los ciudadanos, incluyendo a los primeros.

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