Conociendo el pasado podemos pensar en un futuro

Conociendo el pasado podemos pensar en un futuro

08 Octubre 2013

Tuvimos la oportunidad de conversar con Lelia Corral, médica tucumana radicada en Buenos Aires. Es hermana de Ana Cristina Corral, una adolescente de 16 años desaparecida en la última dictadura cívico militar en la Argentina. Ana fue alumna de la Escuela Rivadavia y de la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento y militaba en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y en el Centro de Estudiantes de su escuela. Desapareció el 8 de junio de 1976, y después de muchos años de impunidad, el juicio finalmente inició en noviembre de 2012. 

-¿Qué nivel de participación tenían usted y su hermana en agrupaciones políticas? 

-Yo estuve un tiempo en la UES, hasta el 74, pero mi hermana continuó militando hasta el 75. La juventud estaba muy politizada, teníamos centros de estudiantes y participábamos en asambleas universitarias y en actos políticos en forma individual. Se hablaba del Hombre Nuevo, más solidario. Después de la dictadura el "no te metas" quedó instalado por mucho tiempo.

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-¿Cómo vivió la desaparición de su hermana?

- Ana era tres años menor que yo. En el 76 yo ingresé a la universidad, y en el momento del golpe ambas nos habíamos alejado de la UES. Ella estaba de novia con un chico más grande, que militaba en la JUP (Juventud Universitaria Peronista). Era egresado del Gymnasium. Intentaron secuestrarlo antes del golpe y más tarde se fue del país. A mi hermana se la llevaron de mi casa. Para ese entonces mi madre la había cambiado de escuela, por lo que había sucedido con el novio. Fue terrible. Después que se la llevaron la buscamos por todos lados. Mi mamá recurrió a todo lo que pudo, hasta en el exterior con el juez Baltazar Garzón en España, cuando acá no se podía hacer nada. Al día siguiente fui a la Jefatura de Policía, deambulé por muchos escritorios y todos con cara de piedra me decían que no sabían nada. Presentamos Habeas Corpus y todos los recursos legales; visitamos iglesias, pero nada. Sólo silencio. Con el tiempo, nos enteramos de que estuvo en la Jefatura de Policía y en el Arsenal, donde la fusilaron. Para mi madre, para el novio de Ana y para mí, la desaparición de mi hermana es una herida abierta que no cerrará jamás. Lamentablemente Bussi murió; era el verdadero culpable del crimen de mi hermana. El fue quién le disparó a Ana, hay testimonio. 

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- Nos gustaría recuperar a Ana Corral como hermana y mujer. 

- Era muy desenvuelta, menos tímida que yo. Se puso de novia muy chiquita, a los 14 años, con un chico más grande. Como alumna era excelente. Estuvo unos meses en el Liceo, ¡y el día que la secuestraron iba a izar la bandera! Tenía muchas amigas queridas, era muy solidaria. Nosotras jugábamos mucho juntas. ¡Y también, como todas las hermanas, nos peleábamos!

Los adultos nos subestiman. Dicen que la juventud está perdida. Creen que nuestros intereses giran en torno a temas poco comprometidos. Sin embargo, aquí estamos. Peleándola.

Nos quieren hacer creer que el cambio es imposible, que no vale la pena trabajar por algo más grande. ¿En qué estamos ocupando nuestra juventud, nuestras fuerzas, nuestras ganas, nuestras capacidades?

Frente a ello, nosotros respondemos que sí nos interesamos por lo que pasa en la sociedad. Respondemos que podemos, queremos, y ¿por qué no? debemos utilizar la política como una herramienta de cambio. No es necesario adherir a ningún partido, no es necesario usar la violencia, y no es la mejor opción, bajo ninguna circunstancia, bajar los brazos y esperar a que las cosas se hagan por sí solas.

La juventud no está quieta; la juventud no está estúpidamente cegada por la tecnología, los vicios y otros efectos de la globalización. La juventud también se mueve, y lo afirmamos sin querer disfrazar el hecho de que una parte de ella no está interesada en hacerlo.

Con el fin de demostrarles y demostrarnos que nuestros intereses y nuestras acciones pueden también dirigirse a aspectos más trascendentales -a puntos de convergencia de los argentinos como comunidad y como país-, aprovechamos esta oportunidad para retomar los hechos ocurridos en el período 76-83 de la Argentina.

No es nuestra intención presentar esta etapa a través de una estricta perspectiva histórica, rememorando fechas, nombres o datos, como tampoco lo es verificar si los jóvenes sabemos o no de historia. Lo que queremos es mostrar que los jóvenes estamos inevitablemente involucrados, sea cual sea nuestro punto de vista, opinión o nivel de interés y conocimiento.

Consideramos que para construir un futuro firme es inevitable avanzar con una mirada hacia el futuro, pero siempre regresándonos al pasado para no condenarnos a repetir la historia.

El 25% no sabe qué pasó el 24 de marzo de 1976

Entrevistamos a 36 alumnos de siete escuelas estatales y privadas

Tienen entre 15 y 17 años y cada uno tiene su idea sobre lo que fue esa parte de la historia argentina que todavía sigue siendo una herida abierta para gran parte de la sociedad. Pero todos coincidieron en que el "Día de la memoria por la verdad y la justicia" debería tratarse con más profundidad y no solo académicamente sino también en los centros de estudiantes. 

Actos breves y tediosos, unas pocas palabras alusivas, son el único homenaje que se les rinde a los 30.000 detenidos-desaparecidos durante la última y más sangrienta dictadura militar en nuestro país. 

Dos estudiantes de una escuela estatal, Rodrigo y Rocío, de 17 años de edad, mostraron interés por la inclusión de los actos conmemorativos del 24 de Marzo, ya sea dentro del calendario escolar como del centro de estudiantes. "La mayor parte de información que tenemos se la debemos a nuestras familias y a internet. Por lo menos en nuestra escuela la información brindada sobre esta fecha es escasa debido a la falta de interés por parte de los directivos. Consideramos también muy importante la participación activa del Centro de Estudiantes, rescatando que deben ser los alumnos los que comiencen a tomar la iniciativa para la organización de este acto". 

Realmente los jóvenes piensan que la memoria debe ocupar un lugar más importante del que se le está dando. Así también opina, como muchas otras personas, Catalina Rodríguez, profesora de Lengua y Literatura de la Escuela y Liceo Vocacional Sarmiento, quien vivió durante este período como maestra en una escuelita de Monteros. Ella asegura que debemos mantener la memoria viva para que sucesos como estos no vuelvan a repetirse nunca más en nuestra historia; pero que para esto los jóvenes necesitamos tener una conciencia, un conocimiento de lo sucedido. Afirma que los jóvenes, en las épocas que nos encontramos, tienen un poder de voz muy grande y no lo están sabiendo usar por el simple hecho de no contar con la información correcta para poder hacer valer sus derechos.

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