La vida le sonríe

La vida le sonríe

Después de dos años en Boca y de no renovar por culpa de una seguidilla de lesiones, el defensor no se bajonea y disfruta el momento.

09 Julio 2013
Lejos de vender un libro de misterios, Franco Sosa extiende un legajo de verdades. Asume que su vida es otra, está en paz. Aunque, de hecho, confiesa haber sentido bronca por haberse ido por la puerta de atrás del mundo Boca, y admite su necesidad de revancha en la A, en la B, en la C o donde su nombre y apellido sea bienvenido.

Resulta raro verlo tan calmo y no consumido por los nervios producidos por un mercado de pases austero, en el que nadie sale ni entra y la mayoría sigue sentada a la espera del milagro de la contratación. "Disfruto de esto, de los pájaros", responde sentado ya en su casa, a la que recién está disfrutando en el Cercado, un paraíso terrenal donde reina una paz que a veces se altera ante la sinfonía del canto de vaya a saber qué dulce ave. Su prioridad es estar de vacaciones, de gozar de cada gota de tiempo que no tuvo cuando estuvo concentrado. La familia ante todo.

El Cercado es la antítesis a la vida eléctrica de La Ribera. Sosa tuvo la suerte de consumirla en carne propia y también la desgracia de despedirse de ella culpa de una larga lista de lesiones. "Es feo irse como yo me fui de Boca. No es que me haya ido mal, pero jugué poco por las lesiones. Entonces te queda un sabor amargo, porque te decís a vos mismo: 'yo puedo jugar si estoy bien'. Según Bianchi yo era titular... Me pongo en su lugar y en el de la dirigencia, es muy difícil renovarle a un futbolista que apenas jugó tres partidos en seis meses. No tuve la chance de mostrarme", lamenta quien movió montañas para convertirse en "xeneize". "En Francia estaba muy bien. En Lorient querían que siguiera, sin embargo decidí rescindir contrato y venir a Boca". Hay veces en que no se gana lo que se apuesta. "Nunca me fui mal de ningún lado", dice consciente de una deuda pendiente.

"Yo no tengo que demostrarle nada a nadie, sino a mí mismo. Yo sé lo que puedo dar, y si me llamaron de varios clubes para jugar es porque saben quién soy", revela una parte de su historia ligada a su futuro profesional 2013/14.

Y si de momentos de destapes se trata, Franco le hace honor a su nombre. Hablará con franqueza y sin tapujos del vestuario boquense. "Es difícil que 30 tipos sean amigos. Imposible. En ningún lado puede pasar eso. Pero no significa que nos hayamos llevado mal, todo lo contrario". El hilo conductor espera llegar al punto Riquelme. ¿El ego de Juan Román atentó contra el grupo? "Para nada, si no conocés a una persona, difícilmente podrás hablar de ella con propiedad. Si no te acercás... aparte, si tenés que decir algo, lo tenés que hacer en la cara del otro, no cuando ya no estás", marche palo para un ex colega. Sosa fue del ala del 10. "Me llevaba muy bien con él, Rivero, Sánchez Miño, Clemente, pero sobre todo con Pablo Ledesma. Compartimos salidas en familia y pasamos mucho tiempo juntos", cuenta el defensor, un apasionado de las camisetas. "Tengo un montón. Siempre traté de cambiar con otros jugadores. De Francia me vine con las de Makelele, Giuly, Cavenaghi, 'Lucho' González, Lisandro López, y la lista continúa. De acá también tengo un montón".

De Riquelme sacó varias. "Sí le pedí muchas. Viste como son los amigos. Todos quieren una de él. Pero bueno, igual, no me abusé, ja", entra en sintonía con la risa y con la hipótesis de un presente ligado a Tucumán. Al "decano".

¿Aceptaría Franco una oferta de Atlético? "Más allá de mi intención de seguir en Primera, sería muy lindo jugar en Atlético, porque así voy a tener cerca a mis hijos y a mi familia de Tucumán y Jujuy, de donde es mi mujer. Ellos estarían encantados", asegura el amigo, a la espera de Francesca. "Tengo dos varones, llegó la mujer", ríe de amor, así como pronto lo hará si tuviera que buscar un laburo alternativo. Quizás su experiencia con el francés lo ayude como traductor. "No, no, ahí sí que me muero de hambre, ja".

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