Los métodos y novedades en el mundo de las cirugías estéticas y los tratamientos de belleza alternativos crece día a día. A pesar de los costos de las prácticas, cuyos insumos se cotizan a valor dólar, la gente se vuelca a los quirófanos. Y lo curioso es que en algunos centros de belleza quirúrgica de Tucumán hoy no son mayoría las mujeres sino los hombres.
Entre los pacientes que acuden en busca de la "juventud eterna", la mayor parte desea cambiar la forma de su nariz.
"Hoy en día el hombre joven no tiene problemas en salir a la calle con un parche en la nariz que delate la operación. Ya no tiene prejuicios, como ocurría hace pocos años. Lo mismo sucede con la cirugía de párpados, que se ha hecho muy frecuente entre los hombres", reveló el cirujano plástico Miguel Huamán Martínez.
Otra de las operaciones cuya frecuencia aumentó entre los varones es la cirugía de flancos abdominales; es decir, los famosos rollitos, que no se quitan con la gimnasia. "Hoy en día el hombre quiere verse joven, usar una remera ajustada, y se somete a la lipoaspiración -señaló el médico-. Entre las mujeres, lo más frecuente es la intervención de párpados y el lifting o el microlifting, para quitar las arrugas de la cara".
Contra las arrugas
Huamán Martínez advirtió que la aparición de terapéuticas paliativas, como el bótox, redujo la frecuencia de las operaciones para quitar arrugas de la sien. El bótox, compuesto por la toxina botulínica (que causa la enfermedad que paraliza los músculos del cuerpo, conocida como botulismo), inyectado en pequeñas dosis, inhibe las contracciones de los músculos de la cara y estira la piel sin necesidad de cirugía. Produce efectos inmediatos, pero a los tres o cuatro meses desaparecen. Si los surcos de las arrugas son muy pronunciados, se necesitará un relleno de colágeno, siliconas u otros productos. Y en el caso del cuello, sus arrugas desvelan a las mujeres. Allí la única solución posible es la cirugía, que a menudo se combina con un lifting facial.
Con respecto a los pechos, los especialistas consultados coincidieron en que durante la última década descendió notablemente la edad promedio de las pacientes que desean operarse. Hoy la mayor cantidad de intervenciones se da entre los 22 y los 40 años.
"Cada vez se colocan más prótesis mamarias a chicas jóvenes -señaló Huamán Martínez-. No interfieren con la lactancia. Pero igual hoy las madres jóvenes ya no quieren amamantar a sus bebés, ni tampoco quieren trabajo de parto. Quieren cesárea, porque les resulta más cómodo".
Actualmente, la cesárea "estética" se practica mediante un corte que sigue la línea del bajo vientre, y a esa misma cicatriz se la puede aprovechar más adelante para hacer una dermolipectomía.
Con respecto a las prótesis de glúteos, el cirujano aclaró que son las más resistentes y sencillas de colocar. Casi no presentan complicaciones ni se dañan al sentarse. Pero se debe tener en cuenta que la forma final de la cola debe estar en armonía con el resto del cuerpo. Lo mismo sucede con la nariz.
"Hoy en día ya no se hacen narices respingadas, sino que la forma tiene que estar en armonía con el resto de la cara, para que resulte lo más natural posible. Si no hay armonía, no hay belleza", definió Huamán.
Mala competencia
Otro cirujano plástico (que prefirió mantener su nombre en reserva) alertó sobre las prácticas de médicos no especializados, que trabajan por honorarios mucho más bajos que los habituales, pero lo hacen en condiciones riesgosas.
"Cobran la mitad o menos, pero operan solos con el instrumentista, sin ayudante, ni anestesista, ni cardiólogo, para poder reducir costos -explicó-. Otros colocan un bótox ?económico?, que en realidad es la droga original diluida. Lo importante es que el paciente se cerciore de que quien lo va a operar es un cirujano plástico certificado". Tal consulta se puede realizar por Internet en la página de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (www.cirplastica.org.ar).
La difícil situación económica que atraviesan numerosos profesionales los llevó a dejar de lado la regulación de honorarios que había establecido la Sociedad Tucumana de Cirugía Plástica, según consignó el informante. "Hay un piso del que nadie debería bajarse, pero también una necesidad de adaptarse a la realidad actual", admitió.
Como anécdota, el cirujano relató que en una ocasión operó de la nariz a una mujer de 74 años y de muy buena posición económica, cuyo marido e hija habían muerto en un accidente. "Cuando le pregunté por qué se operaba a esta altura de su vida, me dijo que era para cumplir con un antiguo anhelo. No quería morir con esa nariz, porque era algo que le había molestado mucho desde que tenía 14 años", contó.
Los sistemas de salud no cubren los costos de la belleza quirúrgica
Está comprobado que la cirugía estética puede ayudar a que una persona experimente cambios positivos en su vida. Pero mucha gente que desea cambiar, corregir o restaurar alguna zona de su cuerpo, no lo hace por cuestiones económicas.
En países del Primer Mundo la cirugía estética está cubierta por los sistemas de salud, porque se la considera en el mismo nivel que cualquier otra especialidad. El motivo para que así sea es que están convencidos de que al corregir un defecto que genera un trauma, y que hace al individuo retraído y deprimido en su autoestima, automáticamente esa persona comienza a rendir mucho más en todos los ámbitos en que desarrolle su actividad.
Un cirujano tucumano reveló que en nuestro país las obras sociales no solamente no contemplan la cirugía estética, sino que realizan algunos cuestionamientos a la cirugía reparadora (que repara daños físicos causados por accidentes).
"En algún momento, la cirugía estética tendrá que ser incorporada, como lo fue la obesidad mórbida", pronosticó el profesional.
Sistema prepago
En algunas grandes ciudades de la Argentina (excepto Tucumán) se experimenta con éxito un sistema prepago de tratamientos y cirugías estéticas. El interesado hace aportes mensuales y accede a servicios médicos dentro la especialidad, según diferentes planes.
El médico rosarino Ricardo Cointry, creador de uno de estos sistemas, aclaró que en su aplicación no se deja de lado ningún criterio médico.
"Por ejemplo, si una paciente de 15 años pretendiese colocarse implantes mamarios, no lo podría hacer, ya que para satisfacer su pedido habría que trasgredir criterios de indicación médica; otro ejemplo puede ser el de un paciente que pretenda hacerse ?estiramientos? todos los años".
Toda cirugía conlleva peligros (hematoma, infección) de los que es necesario informarse antes de tomar la determinación de operarse. En el caso de los implantes de silicona, se sabe que dificultan la identificación de nódulos en el autoexamen de mamas y se cree que pueden impedir amamantar (aunque esto último no se ha comprobado en forma debida, según afirma la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires). También está el riesgo de que el cuerpo rechace la prótesis, y sea preciso retirarla, lo cual sucede en el 10% de los casos -según una versión- y en el 30%, según otra.
Otro problema es el trastorno dismórfico. Ocurre cuando se altera la percepción de la propia imagen física, que consiste básicamente en estar convencido de que una o más partes del propio cuerpo son feas, desagradables o inaceptables. Se la llama "enfermedad de la fealdad imaginaria".
Esta obsesión se incrementa entre adolescentes y personas jóvenes, pero especialmente en varones dedicados al físicoculturismo ocurre una variante, llamada dismorfia muscular, que consiste en la obsesión enfermiza por ganar más y más masa muscular.