El "villero" hizo justicia

En definición por penales, Amalia derrotó a Instituto Santiago y ascendió al Argentino B.

EL FINAL. Cristián Díaz, emulando a la mejor versión de José Luis Chilavert, decreta la victoria de Amalia y el pasaje a la próxima edición del Argentino B. El arquero fue la gran figura de la notable campaña. EL FINAL. Cristián Díaz, emulando a la mejor versión de José Luis Chilavert, decreta la victoria de Amalia y el pasaje a la próxima edición del Argentino B. El arquero fue la gran figura de la notable campaña.
La historia dirá que el 4 de mayo de 2013, Amalia escribió la página más gloriosa de su historia. Venció, en definición por penales (5 a 4) a Instituto Deportivo Santiago y ascendió al Argentino B.

Los noventa minutos habían terminado 1 a 0 a favor de los "villeros" por el tanto conquistado por Pablo Leguizamón, a los 5 minutos del complemento. Como los santiagueños habían triunfado por el mismo marcador en el partido de ida, se debió recurrir a tiros de los 12 pasos para establecer el ganador de la llave.

Allí, en las manos y el pie izquierdo de Cristián Díaz estuvo la clave de esta consagración merecida de los dirigidos por Rubén Duarte. Es que el arquero se dio el lujo de atajarle el tercer penal que ejecutó Sebastián Luna y luego convirtió el quinto penal.

La victoria de Amalia fue del equipo que, desde el primer momento del partido, salió a buscar la valla defendida por Ariel Trejo. En cambio, la visita se abrazó demasiado a la ventaja que había sacado en el encuentro de ida y cuando quiso acordarse de jugar, ya era tarde.

En los primeros 10 minutos del cotejo, Amalia con dos cabezazos de Gabriel Núñez y un remate de fuera del área de Raúl Meija, comenzó a hacer los méritos para ponerse en ventaja, pero la seguridad de Ariel Trejo y de Mauricio Verón se lo impidieron.

A los 13', el arquero Díaz, en brillante intervención, ahogó el grito de gol de los santiagueños ante un cabezazo de Ledesma.

Con el correr de los minutos, el "villero", con más actitud que juego, fue acorralando a su rival, que en ese lapso del encuentro nunca abandonó el esquema especulativo (4-5-1) que trajo del vestuario.

Cuando los nervios de la tribuna parecían apoderarse de los jugadores, a los 5', Pablo Leguizamón estableció la merecida diferencia. La jugada nació en un tiro libre que desde la derecha ejecutó César Matteucci al centro del área, luego de un despeje corto de la defensa visitante; el volante rescató la pelota fuera del área y con un remate de volea estableció el 1 a 0.

A partir de ese momento y como era de esperar, Instituto salió a buscar la igualdad, mientras que el local se retrasó en el campo de juego. Facundo Juárez, que ingresó en el complemento, se las ingenió para crear zozobra, pero no encontró el socio ideal para prosperar en el campo.

Luego vinieron los penales, que sentenciaron una llave que tuvo al local como protagonista excluyente. Fue el merecido triunfo a un club que hizo todo bien. No realizó grandes gastos, pero sí apostó a un proceso que tuvo el resultado esperado por todos. Por ese mismo motivo: ¡salud campeón!

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