
Una chica que practica taekwondo salvó a toda su familia de un violento asalto
La adolescente, de 16 años, reaccionó y golpeó a uno de los delincuentes con un puñetazo en la cara y una patada en el estómago. Dos ladrones entraron al jardín de la casa. Uno de ellos hizo un disparo que pegó en una pared. No hubo heridos
EL GARAGE Y EL JARDÍN. La bala dejó marcas en la pared y las manchas de sangre en el piso revelaron la magnitud del ataque que sufrió una familia. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARAOZ

En la enseñanza general de las artes marciales, los maestros acostumbran marcar una distinción señera a quienes acuden a recibir la instrucción: se trata, precisamente, de conocimientos para la defensa. No para el ataque. Y no se trata de semántica: cada disciplina atesora principios filosóficos de vida, que van a la par del entrenamiento físico.
Esto mismo le enseñaron a Solana desde que comenzó a practicar Taekwondo, hace dos años. Primero fue cinturón blanco, pasó por el amarillo y en la actualidad usa un cordón verde en la cintura. Pero ayer a la mañana, la adolescente de 16 años no tuvo tiempo de recordar el consejo de sus maestros. Una piña y una patada certeras bastaron para tirar al piso a un ladrón que pretendía ingresar a su casa.
A las 7.30, Flavio Joaquín abrió la puerta de su casa, ubicada a metros de la esquina de Delfín Gallo e Ildefonso de las Muñecas, para llevar a sus hijos al colegio. En el jardín estaban dos hombres encapuchados y armados. Uno se le fue encima, y le exigió que le entregara el dinero.
Recomendación
Como si se tratara de una premonición, Joaquín siempre había recomendado a sus hijos que ante una situación así, se encerraran de inmediato en la casa. Es lo que le gritó a Solana, que salía cuando los ladrones atacaron.
Fue allí cuando el segundo hombre le apareció de un costado a la adolescente. Una piña en la cara, una patada en el estómago, y cerrar la puerta. Esa fue la reacción. "No sé, me salió así", dijo Solana a la tarde, risueña, pero dejando mostrar los nervios que aún tenía por el robo.
El asalto a la familia siguió en dos escenas. En el jardín, al lado del auto, el padre recibía un golpe en la cabeza con la culata del arma. Joaquín aseguró que nunca se resistió, pero el ladrón hizo un tiro que le rozó la cara. La bala dio contra una pared, arriba de la ventana del living. También dice que escuchó un segundo disparo, aunque no sabe si fue al aire. No alcanzó a ver. Ya estaba en el piso con su cabeza sangrando por el golpe. No dejó que le hicieran puntos en la herida.
Las mujeres
Mientras tanto, Solana y su madre, Silvia, sostenían la puerta, ya que el segundo ladrón pateaba la madera intentando abrirla. Cuando logró romper la cerradura, las dos mujeres salieron y le empezaron a pegar. La consigna estaba clara. No debían dejarlo entrar. Y lo consiguieron.
El hombre que había golpeado al padre le sacó la riñonera y salió por el hueco que en la verja había dejado un hierro faltante. Su cómplice se incorporó luego de los golpes de Silvia y de Solana, y huyó por el mismo lugar. Unos segundos antes, el hijo de 11 años, Nahuel, salía con una escopeta en sus manos.
Los ladrones escaparon por un pasillo de un barrio que está en la vereda de enfrente de la casa de los Joaquín. Los vecinos le contaron a la familia que subieron a un auto que los esperaba por Ildefonso de las Muñecas. Silvia corrió detrás de ellos, gritando, y tropezó en la vereda. Se quebró un dedo de una mano.
Los tiros y los gritos alertaron a los vecinos, que salieron en auxilio de la familia. A Carlos Ghiotto lo despertó su hija. "Papá, son disparos", le dijo. El vecino afirmó que llamaron al 101, y allí les dijeron que debían comunicarse con la seccional 5ª. El patrullero llegó a los 45 minutos. La ambulancia 15 minutos más tarde.
Joaquín contó que ya analizó las nuevas medidas de seguridad para que no ingresen a su casa. Él tiene carnicerías y no tiene dudas de que su vivienda no fue elegida al azar. "Pensarán que aquí tengo mucha plata", explicó.
La familia recibió, durante el resto del día, la visita de varios jefes policiales. "Vinieron de traje y todo", contó Joaquín. Una moto con dos policías armados pasó por la cuadra cuando el hombre hablaba con LA GACETA. "Recién ahora los vemos", ironizó.
Pasarán varios días hasta que la familia vuelva a sentirse segura en su casa. Pero a pesar de la mala experiencia, Flavio Joaquín no tiene dudas de que si falla la Policía, su esposa y sus hijos están dispuestos a defender lo que les pertenece.
Una experiencia traumática
El robo ocurrió a las 7.30, y no duró más de 10 minutos. "Pero nos pareció una hora", dijo Flavio Joaquín, que sufrió un golpe en la cabeza.
Los ladrones sólo se llevaron la riñonera que tenía Flavio Joaquín, en la que guardaba papales y dinero, que estimó en unos $2.000.
Criminalística de la Policía trabajó en el lugar, buscando alguna huella que hayan dejado los ladrones para poder identificarlos.
La sección Robos y Hurtos está a cargo de la investigación, por disposición de la fiscalía de Turno, a cargo de Adriana Reinoso Cuello.







