Papel tisú para la cena
Cesar Casier fue la imagen de una campaña de Armani Exchange en 2012. También ese año publicó el libro "Model Kitchen", texto que contiene 75 recetas compartidas por modelos (Karlie Kloss, Lily Donaldson y Milla Jovovich) en las que se ofrecen datos de qué comer para tener esbeltas figuras. "Con el libro quiero probar que los modelos sí comemos, pero cuando lo hacemos todo es saludable, fresco y bajo en calorías", indicó en su momento. Las recetas fueron criticadas por nutricionistas de todo el mundo, porque no integraban todos los grupos alimenticios. La infartante Adriana Lima reveló cuál es al dieta que hacen los ángeles de Victoria's Secret antes de los desfiles: se ejercitan dos veces al día y sólo consumen licuados proteicos durante los nueve días previos al mega show. Es decir, se matan de hambre.

Para bien o para mal, las modelos están acostumbradas a alimentarse menos que el resto porque su trabajo así lo demanda; adoptan dietas restrictivas no aptas para todo el mundo. Y aunque es posible que estemos alejados de su modo de vida, hay actitudes desconcertantes que deberían ser totalmente rechazadas en la industria. Recientemente, Kirstie Clements, ex editora de la revista Vogue australiana, lanzó un libro ("The Vogue Factor") en el que pone al descubierto uno de los lados más oscuros de la moda. En sus páginas narra que fue testigo de cómo diferentes chicas comían pañuelos descartables para llenarse y no engordar; que durante tres días convivió 24 horas con una modelo y no la vio comer ni una sola vez; que existen dos estilos de flaca, el común y la flaca de París (la más contratable para alta costura); y que incluso hay quienes sobreviven con sueros -o terminan hospitalizadas- para no engordar. ¿Vale la pena morir por la moda?

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