DOCUMENTO DE EPOCA. Una postal de comienzos de siglo. Damas tucumanas, en un retrato tomado en 1912. La crónica de entonces muestra una mujer sociable, dedicada -escribe el cronista- a "ese inocente sport que es el flirteo".
Sujeto central de la crónica social de la época y musa de cronistas que despuntaban su poética, su humor y su lirismo en la página impresa, con veta costumbrista; y las primeras huellas de sus primeros pasos en el escenario público, fuera en la política o en la educación. Así podría sintetizarse la presencia de la mujer en las páginas del primer año de LA GACETA, en 1912.
En un mundo en el que la lucha de las mujeres por sus derechos ya daba que hablar, la representación de lo femenino en la prensa del Tucumán de comienzos del siglo XX era la de la mujer primorosa y elegante, que paseaba su belleza en las tardes de retreta, en busca de candidato; los "ojos tucumanos" (una cualidad que se repite en numerosas crónicas de las ediciones fundacionales de LA GACETA) y su potencial de seducción a propios y a foráneos. Precisamente, en la edición del 29 de septiembre, en la sección "Carnet social", el cronista asume la defensa del derecho de las tucumanas al flirteo, al que define como "un sport inofensivo", frente al juicio socarrón y "moralista" de un forastero que ha pasado por estas tierras "en ocasión de los festejos por el Centenario" (de la Batalla de Tucumán).
"- Pero, ¿qué daño le hace a usted el flirt? Deje a las tucumanas que flirteen cuanto se les antoje y no se preocupe usted de las consecuencias. Nuestras mujeres conocen los límites del flirt; y guay de usted o de cualquiera si pretenden propasarse", escribe el periodista. "Nuestras niñas flirtean por pasar el rato, como podrían hacer música, pintar o tomar el té" (...) El que viene de una gran ciudad y no está en el secreto de nuestra idiosincracia femenina, no es difícil que de buenas a primera se considere un afortunado Don Juan. Preciosas mujeres le miran cara a cara, sin embozo, provocativas, tal vez. Pero se trata, repetimos, de un simple sport...".
Reflejo de la vida comarcana que mostraba la prensa de la época, hasta aparecen con nombre y apellido algunas de las bellezas más cotizadas en el Tucumán de 1912: Rosita Cossio y Amalia Gass son apenas dos de las mujeres que entonces despiertan adjetivación sin límites en la prosa exaltada del cronista. Tanto en el caso de Amalia como en el de Rosita, la belleza femenina y virginal es exaltada como un atributo sobrenatural. "... Solo ella pudo provocar ensoñaciones como las que detuvieron en su carrera al silfo fabuloso, (N de la R: duende del bosque o hado) que sabía de libélulas y de orquídeas, pero no había imaginado jamás que la naturaleza hiciera obras tan perfectas" (Carnet social, LA GACETA, 1 de Septiembre de 1912).
También las crónicas de casamientos- con la publicación del listado de regalos- ocupan un lugar destacado en las primeras ediciones. Con la cobertura del enlace de María Lucila Montenegro Paz -Luis Remis en el templo de Santo Domingo arrancaba entonces una tradición que sigue concitando el interés de los lectores, un siglo después.
En LA GACETA del 5 de noviembre aparece el primer registro de la participación política femenina. En una crónica sobre la candidatura a gobernador de Pedro León Cornet por el radicalismo, el cronista describe la realización de un acto en Concepción. "Lo que más llamó la atención fue la participación activa que tomaron las damas concepcionenses (...) Al descender del tren (Cornet), una vecina de Chicligasta, entusiasta correligionaria que mediante su propaganda logró la concurrencia de 300 trabajadores montados a caballo, le ofreció al doctor Cornet un hermoso ramo de flores...". Una puntera radical del interior tucumano, ya en noviembre de 1912. Eso sí, anónima.
En un mundo en el que la lucha de las mujeres por sus derechos ya daba que hablar, la representación de lo femenino en la prensa del Tucumán de comienzos del siglo XX era la de la mujer primorosa y elegante, que paseaba su belleza en las tardes de retreta, en busca de candidato; los "ojos tucumanos" (una cualidad que se repite en numerosas crónicas de las ediciones fundacionales de LA GACETA) y su potencial de seducción a propios y a foráneos. Precisamente, en la edición del 29 de septiembre, en la sección "Carnet social", el cronista asume la defensa del derecho de las tucumanas al flirteo, al que define como "un sport inofensivo", frente al juicio socarrón y "moralista" de un forastero que ha pasado por estas tierras "en ocasión de los festejos por el Centenario" (de la Batalla de Tucumán).
"- Pero, ¿qué daño le hace a usted el flirt? Deje a las tucumanas que flirteen cuanto se les antoje y no se preocupe usted de las consecuencias. Nuestras mujeres conocen los límites del flirt; y guay de usted o de cualquiera si pretenden propasarse", escribe el periodista. "Nuestras niñas flirtean por pasar el rato, como podrían hacer música, pintar o tomar el té" (...) El que viene de una gran ciudad y no está en el secreto de nuestra idiosincracia femenina, no es difícil que de buenas a primera se considere un afortunado Don Juan. Preciosas mujeres le miran cara a cara, sin embozo, provocativas, tal vez. Pero se trata, repetimos, de un simple sport...".
Reflejo de la vida comarcana que mostraba la prensa de la época, hasta aparecen con nombre y apellido algunas de las bellezas más cotizadas en el Tucumán de 1912: Rosita Cossio y Amalia Gass son apenas dos de las mujeres que entonces despiertan adjetivación sin límites en la prosa exaltada del cronista. Tanto en el caso de Amalia como en el de Rosita, la belleza femenina y virginal es exaltada como un atributo sobrenatural. "... Solo ella pudo provocar ensoñaciones como las que detuvieron en su carrera al silfo fabuloso, (N de la R: duende del bosque o hado) que sabía de libélulas y de orquídeas, pero no había imaginado jamás que la naturaleza hiciera obras tan perfectas" (Carnet social, LA GACETA, 1 de Septiembre de 1912).
También las crónicas de casamientos- con la publicación del listado de regalos- ocupan un lugar destacado en las primeras ediciones. Con la cobertura del enlace de María Lucila Montenegro Paz -Luis Remis en el templo de Santo Domingo arrancaba entonces una tradición que sigue concitando el interés de los lectores, un siglo después.
En LA GACETA del 5 de noviembre aparece el primer registro de la participación política femenina. En una crónica sobre la candidatura a gobernador de Pedro León Cornet por el radicalismo, el cronista describe la realización de un acto en Concepción. "Lo que más llamó la atención fue la participación activa que tomaron las damas concepcionenses (...) Al descender del tren (Cornet), una vecina de Chicligasta, entusiasta correligionaria que mediante su propaganda logró la concurrencia de 300 trabajadores montados a caballo, le ofreció al doctor Cornet un hermoso ramo de flores...". Una puntera radical del interior tucumano, ya en noviembre de 1912. Eso sí, anónima.
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