Las pistas para encontrar el diente de oro

Las pistas para encontrar el diente de oro

Costumbres e historias del campo y del pasado que hoy se reactualizan en bocas de estrellas.

JUSTIN BIBIER. Un diseñador le puso oro a sus dientes. HOLLYWOOD.PORTALDEBLOGS.COM JUSTIN BIBIER. Un diseñador le puso oro a sus dientes. HOLLYWOOD.PORTALDEBLOGS.COM
Un empleado de un cementerio de Barcelona fue detenido por robar dientes de oro de un osario común. Salió en los diarios de Cataluña. El detenido se habría apropiado de 17 piezas dentales, obteniendo un beneficio de 2.000 euros (2.641 dólares).

El hecho policial llamó la atención: ¿todavía se usa el oro para reparar o restaurar alguna pieza dental? No se trataba de los brockers ni de ningún implemento que hoy están a la moda, sino del "famoso diente de oro". Es raro y es costoso, y provoca la duda que a alguna persona le guste que se le vean los arreglos.

Un dato relevante alimentó la curiosidad: hay dentistas que trabajan en el campo y afirman que allí la posesión de un diente de oro sigue siendo una cuestión de estatus. Y que hay una tradición que se respeta, sobre todo, entre los gauchos: ellos quieren lucir una dentadura brillante en las fechas patrias.

Seguir la pista de los dientes de oro parecía -de movida- una empresa fácil, pero no fue tan así. No se puede ir por la calle preguntándoles a los transeúntes si tienen entre sus piezas dentales una membrana o lámina de oro. Alguien acercó un estímulo para la imaginación: "La pista de los dientes de oro", el policial de Roberto Arlt. Empieza describiendo una acción del protagonista Lauro Spronzini, quien se detiene frente al espejo.

Con los dedos de la mano izquierda mantiene levantado el labio superior, dejando al descubierto dos dientes de oro. Entonces ejecuta la acción extraña; introduce en la boca los dedos pulgar e índice de la mano derecha, aprieta la superficie de los dientes metálicos y retira una película de oro.

El desarrollo plantea al lector que hubo un crimen y que a la víctima la vieron subir a su departamento con una persona que tenía dientes de oro. Para los que no leyeron el libro -muy recomendable- al criminal finalmente no lo descubre la Policía, sino una dentista que encuentra en la boca de su nuevo paciente una diminuta laminilla dorada.

Luego de la lectura del enigma planteado por Arlt, y a partir de las noticias de cementerios donde roban dientes de oro, resultó válida la consulta a un especialista en prótesis, que es docente en la Facultad de Odontología de la UNT. ¿Será posible que exista todavía quienes quieren ponerse oro en la boca? Sorprendentemente, la respuesta fue afirmativa.

"Trabajé siete meses en Pellegrini, en el límite con Santiago del Estero, y allí muchas personas me pedían que usara oro para restaurarle algún diente. Incluso llevaban anillos y otras joyas para fundirlas. Al parecer esa costumbre tenía que ver con una cuestión de estatus", destacó Guillermo Alonso Muruaga. Explicó que si bien hoy se dan algunos casos entre los jóvenes que integran alguna banda de música -es mucho más en el interior provincial- hay que pensar que no se trata de oro macizo, como se usaba antes, que era de 22 kilates, y las piezas llevaban entre 4 a 5 gramos, comentó.

Incluso había casos, según le relataron sus pacientes, en que la gente más joven hacía cambiar la prótesis vieja del abuelo fallecido para hacerse una pieza nueva. Y hay más: dijo que quienes son más afectos a los dientes que brillan son los gauchos, ya que en cada desfile les gusta lucir oro para honrar a la Patria.

"Esto es contrario a lo que se acostumbra hoy; porque a la mayoría de la gente no le gusta que se le vean los arreglos; cuanto más imperceptibles, mejor, por lo menos en Tucumán y en el NOA", agregó Muruaga.

Colocar oro en función de la estética es muy oneroso. Cuando se lo usa, el odontólogo emplea una mezcla de oro y metales que sirve para cubrir un diente restaurado. Pedir ese trabajo al laboratorio le cuesta al profesional entre $ 800 a más de $ 1.000. Así que no es de extrañar que el pago final sea de $ 2.500 o más, para el paciente.

"En países como Bolivia y Ecuador hasta los periodistas que informan sobre el clima lucen espectaculares dientes de oro ante las cámaras de TV como sinónimo de imagen positiva", reveló el odontólogo.

Enchapaditos

"En Perú, en Bolivia y en los límites con Jujuy la gente suele usar los "enchapaditos", que no necesariamente cumplen una función odontológica, o de salud, sino simplemente por estética", añadió Patricia Brito, estudiosa de todo aquello que tenga que ver con usos en odontología. Apuntó que en las comunidades latinas y afroamericanas de EE.UU acostumbran adornarse con joyería bucal; a base de la aliación de oro con cobre y estaño -más económica- que no produce oxidación en contacto con la saliva. "El diente permanece impecable y sin daños", añadió.

De un año a otro la moda cambia. Y cuando se trata de tendencias, son los jóvenes los protagonistas. La pista del diente de oro lleva hasta algunas de las bocas más famosas: Justin Bibier y Rihanna se sometieron a la estética del famoso diseñador de dentaduras Ben Ballen. Oro y diamantes hacen furor entre las estrellas que pagan desde 3.000 dólares por cada trabajo.

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