Si duerme la siesta tendrá pesadillas

Para ser candidato, San Martín debe aprender a controlar los partidos que arranca ganando.

AUTOCRÍTICO. Carlos Ramacciotti es consciente de que aún hay varios aspectos para mejorar de cara al futuro; quiere un equipo letal que no le deje margen para la reacción del rival   LA GACETA / FOTO DE ENRIQUE GALíNDEZ AUTOCRÍTICO. Carlos Ramacciotti es consciente de que aún hay varios aspectos para mejorar de cara al futuro; quiere un equipo letal que no le deje margen para la reacción del rival LA GACETA / FOTO DE ENRIQUE GALíNDEZ
27 Agosto 2012
La marca registrada del nuevo San Martín de Carlos Ramacciotti es clara: trata de golpear de entrada, intenta sacar la ventaja para después cuidarla y aprovechar su mayor virtud: el contragolpe. Algo de eso pudo verse ayer, pero ajustarlo al máximo será necesario para pelear cosas grandes.

El orden táctico es el principal mandamiento que tiene el DT, y sus pupilos tratan de cumplirlo al pie de la letra. El clásico 4-4-2 es inamovible. En la defensa prácticamente no hay desacoples. El tándem formado por Mario Vera, Alejandro Rébola, Luciano González y Esteban Goicoechea cada vez luce más firme, aunque las pelotas paradas complican a una defensa mayormente segura. Leonardo Acosta -este partido ocupó el lugar de Daniel Carrasco- y Héctor López se desdoblan en la mitad de la cancha para tratar de darle equilibrio al equipo y liberar a Rubén Molina y Juan Chanquía hacia la zona de fuego. Y adelante, Gustavo Ibáñez y Gustavo Balvorín se conocen de memoria y ambos aprovechan la experiencia para marcar la diferencia.

Es claro que pasó la primera prueba como local y que tampoco desde la tribuna van a pedir cosas extremas: la versión 2012/13 del "santo" no luce. No le pidan fútbol champagne, ya que en La Ciudadela prefieren algo más popular: un equipo que se calza el overol y trabaja para ganarse el pan de cada día, sabiendo que la camiseta sola dejó de ganar hace mucho tiempo.

El equipo utilizó la misma estrategia que en Sunchales ante Libertad. Bien parado atrás, aprovechando sus oportunidades. Esta vez estuvo más firme y por eso terminó celebrando. Golpeó de entrada y eso pareció simplificarle las cosas. Por si fuera poco, antes de irse al descanso, Molina culminó una contra perfecta. Esas que llevan el sello "Rama".

Nada es perfecto
Hasta ahí todo bien, pero nada es perfecto. El "santo" debe corregir algunos puntos para no pasar sofocones en el camino hacia la gloria: la siesta no puede dormirla en medio de un partido. En el complemento volvió a sufrir el síndrome que lo desestabilizó en el debut y los interrogantes volvieron a aparecer en La Ciudadela.

¿Por qué el equipo por momentos cae en un pozo? ¿Le cuesta asumir el rol de protagonista? ¿Le queda mejor el traje de oportunista?

El orden es indispensable, pero debe saber cerrar los partidos. Quizás el principal déficit esté en la creación de juego. Pero los buenos equipos se arman de atrás para adelante, y el primer paso está dado.

Además, debe aprender a no perdonar a sus rivales. En estas dos fechas dejó reaccionar a dos equipos que estaban prácticamente vencidos y que con muy poco lograron ponerlo en aprietos.

"Aún estamos en formación", repite Ramacciotti cada vez que puede. Por eso es el momento ideal para pulir los detalles de cara al futuro. Tiene a su favor los resultados conseguidos, pero no debe dormirse. Ya comprobó que ese es su defecto.

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