La historia de Emerson, el verdugo de Boca

La historia de Emerson, el verdugo de Boca

Se crió en una favela, falsificó su identidad durante 10 años y en unos días será juzgado por contrabando y lavado de dinero.

CONSAGRACION. El delantero gaucho anota el primero de sus goles en el Pacaembú. REUTERS CONSAGRACION. El delantero gaucho anota el primero de sus goles en el Pacaembú. REUTERS
05 Julio 2012
Con los dos goles de anoche, Emerson se convirtió en el personaje de la semana dentro del fútbol sudamericano. La consagración de Corinthians al conseguir su primera Copa Libertadores hizo trascender las fronteras de Brasil el nombre del delantero del "timao" que amargó a Boca y que esconde una increíble historia que incluye una falsa identidad, sanciones internacionales y una acusación por contrabando y lavado de dinero.

Nació hace 33 años en Nova Iguaçu, estado de Río de Janeiro. Creció en un hogar humilde y entre sus sueños, de niño, figuraba el de transformarse en jugador profesional. Si se tiene en cuenta que en Brasil jugadores con cualidades sobran, los 18 años lo encontraron sin club y con pocas chances de triunfar. Fue allí que Carmem Lúcia Passos, su mamá, entró en acción para borrar de los registros la identidad de Márcio Passos de Albuquerque. Fue así que, en 1996, rebautizado como Márcio Emerson Passos y con una partida de nacimientos falsas que le acreditaba 15 años, al fin encontró su lugar en el fútbol y consiguió la chance de jugar en Primera.

Arrancó vistiendo la camiseta de San Pablo y rápidamente dejó el país. Pasó cinco años en Japón, jugando en tres equipos, y luego pasó al fútbol qatarí para defender los colores de Al-Sadd. Sus buenas actuaciones le valieron la posibilidad de nacionalizarse y jugar tres partidos de eliminatorias con el seleccionado de Medio Oriente.

Sin embargo, en uno de sus regresos de Brasil, en migraciones lo detuvieron al descubrir que sus papeles eran apócrifos. Habían pasado 10 años de aquel delito por lo que su madre quedó exonerada de culpa y cargo. En cambio, el debió abandonar el país y pagar una elevada multa para evitar la prisión.

Obligado por la situación, en 2009 volvió a Río de Janeiro para jugar en Flamengo, donde consiguió el campeonato y una oferta de Fluminense, el archirrival. Sin problemas, cambió de vereda para liderar un equipo que terminó una sequía de 26 años sin títulos y, fiel a su historia, hizo los goles de la consagración. Un año más tarde, se fue a San Pablo y, por tercera vez consecutiva, marcó para llevar esta vez a Corinthians a lo más alto del Brasileirao y anoche lo hizo en toda América.

En unos días deberá presentarse ante la Justicia brasileña que lo investiga como nexo de una banda internacional que trafica autos desde Estados Unidos. Según cuenta Canchallena.com, habría pruebas que comprobar su participación en este millonario delito, que le podría deparar una pena de entre cuatro y 14 años de cárcel. Otra prueba más para este trotamundos, lleno de malos hábitos, que sabe vestirse de héroe en las más difíciles. LA GACETA ©

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