A seis años de la ley antitabaco, aún se sigue fumando en algunos sitios prohibidos

A seis años de la ley antitabaco, aún se sigue fumando en algunos sitios prohibidos

La norma provincial tuvo un alto acatamiento en bares, restaurantes y shoppings. Hay sitios en los que la disposición no se respeta. Son los espacios que no suele controlar el Ipla: oficinas públicas, facultades, hospitales y hasta en la Casa de Gobierno. Ahora, las mujeres fuman más que los varones. Mientras los adultos dejan el pucho, los jóvenes encienden más cigarrillos

ACATAMIENTO DISPAR. Desde el primer día, la ley fue muy aceptada en los bares de la provincia; las oficinas públicas son las que todavía no se adecuan. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SANCHEZ NOLI ACATAMIENTO DISPAR. Desde el primer día, la ley fue muy aceptada en los bares de la provincia; las oficinas públicas son las que todavía no se adecuan. LA GACETA / FOTO DE JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
27 Mayo 2012
"Haz lo que yo digo más no lo que yo hago". Este refrán bien puede representar lo que está sucediendo en nuestra provincia cuando hablamos de la ley antitabaco, en vigencia desde hace seis años. En todo este tiempo, en el sector privado el acatamiento a la norma fue altísimo, mientras que en muchos sitios públicos aún se sigue fumando. Tanto, que las autoridades del Programa Provincial de Lucha Antitabáquica reconocieron que no se está cumpliendo la norma en varias dependencias.

La ley provincial 7.575 entró en vigencia en junio de 2006. La norma, que establece la prohibición de fumar en todo lugar cerrado público o privado de uso público, es controlada por el Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo (Ipla). A los fumadores desobedientes no se los castigó nunca; sí se multó a los responsables de los locales donde se transgredió la norma: se hicieron entre 300 y 400 sanciones por año al comienzo y, en los últimos años, bajó a un promedio de 200.

Casi la totalidad de las multas se hicieron en establecimientos privados. En estos espacios, el acatamiento fue del 98%. Los tucumanos se acostumbraron a no fumar en bares, restaurantes y shoppings. Sin embargo, en una recorrida comprobamos que hay lugares en los que la prohibición no se respeta o se cumple con matices. Se fuma en algunas Facultades, en oficinas de la administración pública, en casas de juego y hasta en los pasillos de la Casa de Gobierno. Pero la situación más contradictoria se vive, sin dudas, en los hospitales.

En el hospital Padilla, por ejemplo, se respira el aroma del tabaco en algunos sectores. Sobre una pared, un cartel increpa: "Prohibido fumar". Las palabras del letrero se pierden en una nube de humo que proviene de dos hombres abrigados que aguardan en los pasillos. A los costados de la galería, sobre una canaleta, descansan unas cuantas colillas. "Aquí no es un espacio cerrado", argumentan los transgresores, según contó María, una de las conserjes.

"Y no se sorprenda si ve a alguien de delantal blanco con el pucho en la mano. Esa es una imagen común aquí", advierte.

Conoce bien esta situación la doctora Cristina Orellana, referente del Programa Provincial de Lucha Antitabáquica. Justamente ahora, desde el plan que dirige, se está llevando a cabo en la provincia un estudio sobre la prevalencia del tabaquismo en grandes hospitales. "Se fuma mucho y es un mal ejemplo", resalta. Y aclara que la ley nacional, que rige desde hace un año en el país, señala expresamente que en ámbitos educativos y sanitarios -sean cerrados o abiertos- no se puede fumar.

"Nos sorprende que la gran mayoría de las violaciones a la ley provienen del ámbito público y no del privado. Vemos que las transgresiones en aquellos lugares que el Ipla controla no son demasiadas. Los mayores problemas son en la parte pública, adonde el Ipla no va", sostuvo la funcionaria.

"No solo en los hospitales vemos que se encienden cigarrillos, también en muchas Facultades, docentes y alumnos se encargan de violar la norma", ejemplificó. Los lugares adonde más desapareció el cigarrillo, según Orellana, son los bares. Y describió los sitios en los que aún se fuma (de acuerdo con los relevamientos que realizaron): las viviendas particulares, algunas casas de juego, uno que otro boliche, algunas empresas y en oficinas públicas. "Desde 2006 a la actualidad hemos entregado más de 200 certificaciones de ambientes libres de humo a empresas. Nos preocupa que todavía se fume mucho en la administración pública, deberían dar el ejemplo", resaltó.

Aunque en los boliches la ley no siempre se respeta, las cosas han cambiado mucho desde junio de 2006. "A veces hay uno que prende un pucho. Lo bueno es que si el patovica está con buen olfato esa noche, le exige que lo apague. Pero ya nunca fue igual desde que está la ley. Es un alivio saber que no volvés a tu casa con un olor a tabaco que matás", contó Silvana Díaz, de 28 años, habitué de discotecas de Lules, Yerba Buena y la capital.

En un recorrido por Facultades de la Quinta Agronómica y de Filosofía y Letras, los estudiantes admitieron que en esos edificios cuesta erradicar el tabaquismo. "Para empezar, se fuma en todos los pasillos. Y hay clases en las que también se prenden cigarrillos si hay consenso entre docentes y alumnos", resaltó Florencia Abate, estudiante de Psicología. Alicia Bardón, vicerrectora de la UNT, resaltó que desde hace más de tres años rige una resolución del Rectorado que prohibe fumar en los lugares cerrados de la casa de altos estudios. "Esto se cumple en la mayoría de las aulas; por supuesto que si alguien transgrede la norma no podemos hacer nada. No tenemos policía para estar detrás de quién fuma", precisó.

En Casa de Gobierno también es corriente ver cigarrillos encendidos por los corredores. Y no es que sean espacios cerrados, de hecho hay pasillos que son como balcones, que tienen una buena corriente de aire. El problema es que en estos sitios resuena con facilidad otro conocido refrán: en casa de herrero cuchillo de palo.

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