La historia argentina está llena de luces y de sombras. Pero algunos contemporáneos, los más escépticos, a quienes les interesan en especial los hechos que de una u otra manera pudieron haber influido en sus vidas, enfocan su análisis en los últimos 40 o 50 años, como máximo.
Es en ese escenario donde aparecen hechos y protagonistas de, tal vez, la etapa más sombría de la historia nacional. Y entre esos hechos y protagonistas aparece un grupo de jóvenes que, si bien invocaban ideales, cegaron sus vidas con la misma violencia que pregonaban o terminaron alejándose de la sociedad.
La organización Montoneros apareció en la vida argentina con un acto y en una jornada muy especiales. El 29 de mayo de 1970, el Día del Ejército, secuestró al general Pedro Eugenio Aramburu, quien había encabezado la Revolución Libertadora en 1955. No fue casual que sus primeros comunicados aparecieran con el nombre de otro general, Juan José Valle, fusilado en junio de 1956, al intentar un alzamiento contra Aramburu.
Después, en una historia más o menos conocida, el país vivió momentos terribles en los que Montoneros fue protagonista.
Una nueva versión
Hoy, contrariamente a lo que pregona el adagio de que el tiempo sabe borrar las heridas, la Argentina aparece otra vez en una especie de regreso al pasado.
Después de los trágicos años 70, con las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987) promulgadas durante la presidencia de Raúl Alfonsín, y con el indulto del presidente Carlos Menem (1990) todo parecía indicar que los problemas pasados se superarían. Sin embargo, el advenimiento del nuevo gobierno reavivó el fuego. Primero, se produjo la derogación del decreto que rechazaba todo pedido de extraditar a argentinos. Después, media sanción de la declaración de nulidad de las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida. Por último, la orden de captura del juez federal Claudio Bonadío contra tres jefes montoneros, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Perdía y Mario Firmenich. A más de 30 años, todo parece estar como era entonces.
Conjeturas sobre una sorpresiva decisión
Ante la imprevista detención de tres ex jefes montoneros, se escucharon varias hipótesis sobre las verdaderas razones que movilizaron al juez Claudio Bonadío.
Sería una decisión del propio juez, quien mantiene una buena relación con las Fuerzas Armadas y pretendería advertir al Gobierno sobre su idea de realizar una política de derechos humanos.
Quien habría motorizado la determinación del magistrado sería Carlos Menem para complicar la gestión de Kirchner.
El gestor sería Eduardo Duhalde, para advertirle a Kirchner cuáles son sus límites políticos.
El propio Gobierno habría consensuado la detención para dar una señal a la sociedad de que todos son iguales ante la ley.
La acusación de Bonadío a los dirigentes montoneros se habría basado en tres pruebas.
El informe del Batallón 601 de Inteligencia, que hace mención de las divisiones internas y fracturas de la cúpula de Montoneros.
El documento secuestrado por la Cámara Federal de La Plata, en el contexto de los denominados Juicios por la Verdad, en un allanamiento a la División de Inteligencia de la Policía Bonaerense.
Un voluminoso documento elaborado por el Departamento de Estado norteamericano, requerido por el juez y por los familiares de las víctimas.
Punto de vista
Un elemento residual en el proceso político
Por Luis Alberto Romero, historiador - profesor de Historia Social de la UBA - investigador principal del Conicet
Montoneros surgió en el seno de la movilización de fines de los sesenta, la "primavera de los pueblos". Supo reunir, con una eficacia demoledora, dos elementos no fáciles de conectar: el espíritu revolucionario de los tiempos y el mito del retorno de Perón.
Su acto fundacional fue un asesinato -signo de los tiempos- y una afirmación de que el conflicto principal era el que separaba el peronismo auténtico del antiperonismo, el "gorilismo", entre quienes también incluían a muchos habitualmente considerados peronistas, como los jefes sindicales. Porque en realidad, el proyecto político de Montoneros apuntaba, primordialmente, a capturar la jefatura del movimiento.
Con una organización militar mediocre, Montoneros captó el imaginario de la época. En 1972 tuvo un segundo gran éxito: percibió el ánimo electoral del peronismo, se organizó para las elecciones y montó una organización de superficie, la Juventud Peronista, que agrupó con eficacia militantes provenientes de los más diversos campos de la protesta social: los sindicatos, los barrios, la universidad, y tantos más.
Tuvo éxito, sobre todo, en la política de calles; dominó la campaña de 1973, ganó influencia en torno de Cámpora y comenzó a enfrentarse con Perón. Por entonces ya eran, claramente, una maquinaria lanzada a la conquista del poder: la vulgar conquista del poder.
Como tal, Montoneros compitió -en las calles primero y a los tiros enseguida- contra los otros aparatos peronistas, vinculados a los submundos de la Policía y de las Fuerzas Armadas. Perdieron en todos los terrenos: cuando se fueron de la Plaza y cuando había que contar los muertos.
A la clandestinidad
Entonces, la dirección de Montoneros decidió pasar a la clandestinidad y librar un combate más formal contra la Policía y las Fuerzas Armadas. Su organización militar se reforzó en la clandestinidad, pero la decisión significó desentenderse de buena parte de sus cuadros de superficie, que fueron las primeras víctimas de lo que empezaba a ser el terrorismo de Estado.
Después de 1976, les quedaban pocos vínculos con la sociedad argentina y con los sectores que enfrentaban directamente la represión. Su dirección, instalada en el exterior, estaba enajenada, aislada de sus hipotéticas bases y encerrada en una fantasía militarista que culminó, entre 1979 y 1980, en un segundo sacrificio de sus militantes.
Por entonces ya eran un elemento residual en el proceso político argentino.
(Exclusivo para LA GACETA)
APUNTES DE FUEGO 1969: mientras estalla el Cordobazo y, cuando surgen los Tupamaros en Uruguay, irrumpen los Montoneros en Argentina. Delinean un plan para asesinar al general Pedro Eugenio Aramburu. Organizan atentados en La Calera (Córdoba); la toma de la localidad de San Jerónimo (Santa Fe) y Garín (Buenos Aires).
1970: Mario Firmenich y Fernando Abal Medina secuestran (el 29 de mayo, Día del Ejército) y asesinan al general Aramburu, quien había derrocado a Perón en 1955.
- El 1 de julio la agrupación toma La Calera (Córdoba). Roba armas en guarniciones policiales y militares y rescata a presos de la cárcel del Buen Pastor (Córdoba).
- Al morir Abal Medina (7 de setiembre) en un encuentro con la Policía, Firmenich asume el liderazgo de la agrupación.
1971: el 19 de octubre, montoneros vuelan con cargas de gelinita el Golf Club Tucumán.
1972: los militares matan en Trelew (Chubut) a 22 guerrilleros tras un intento fallido de fuga. Muere Roberto Santucho (líder del ERP). Uno de los pocos sobrevivientes es Vaca Narvaja.
1973: Después del gobierno del general Alejandro A. Lanusse, llega a la presidencia Héctor J. Cámpora. Los Montoneros salen de la clandestinidad.
1974: en la Plaza de Mayo, el Día del Trabajo, Perón ataca a los "jóvenes izquierdistas"; los llama "imberbes estúpidos" y los obliga a dejar el lugar. Montoneros pasa a la clandestinidad nuevamente.
1974: al morir Perón (1 de julio), cientos de Montoneros participan en las exequias. Ese año matan al jefe de la Policía Federal, comisario Alberto Villar.
1974: los Montoneros fundan el Partido Auténtico, como un brazo político de su organización. Estela Martínez de Perón lo proscribe en noviembre de 1975.
- El 19 de setiembre realizan el secuestro extorsivo de los hermanos Jorge y Juan Born.
1975-1977: con "Isabelita" en el poder recrudecen los actos terroristas.
1976: el golpe militar desarticula a la organización guerrillera. Firmenich y Vaca Narvaja salen del país y se reúnen con Yasser Arafat (líder palestino).
1979: en noviembre matan al empresario Francisco Soldati (padre).
1980: en el Operativo "Guardamuebles", 13 militantes vuelven del exilio para intentar una contraofensiva contra el proceso militar, con el apoyo de otros dos montoneros desde Brasil. Advertido el Ejército, en un lapso de 25 días desaparecen o mueren los 13 Montoneros y los dos que coordinaban desde Brasil.
1990: el presidente Carlos Menem indulta a los ex comandantes del Proceso militar y a los líderes guerrilleros.
2001: a fines de julio, Firmenich dijo que negoció con Menem su propio indulto a cambio de apoyar la candidatura del ex presidente. "Hicimos un acuerdo político con Menem en la interna del PJ contra Antonio Cafiero, que era: ni un solo día de gobierno peronista con presos peronistas".
2003: la Cámara Federal confirma la prisión preventiva de Carlos Suárez Mason y otros doce ex militares por los homicidios y la desaparición de esos Montoneros.
- El jueves pasado, el juez Claudio Bonadío ordenó la detención de Mario Firmenich, Fernando Vaca Narvaja y Roberto Perdía, por considerarlos partícipes en los homicidios y desapariciones.
El asesinato del industrial azucarero José María Paz
En la noche del 7 de agosto de 1974, un comando montonero intentó secuestrar al presidente de la Compañía Azucarera Concepción, José María Paz, cuando viajaba en un taxi después de abandonar el aeropuerto Benjamín Matienzo (ubicado sobre la avenida Brígido Terán). Ante la resistencia que opuso, lo hirieron gravemente de un balazo por la espalda, cuando estaba caído.
El 27 de agosto, el industrial murió en un sanatorio de la Capital Federal. El ingeniero Paz, nacido en Tucumán el 29 de noviembre de 1923, estaba casado y tenía cinco hijos. Se había graduado de ingeniero civil en la UNT (con orientación electrónica). Ingresó a la Compañía Azucarera Concepción en 1952, donde integró el cuerpo técnico y luego se desempeñó como ingeniero principal. También fue vicepresidente del Centro Azucarero Argentino.
El hecho provocó el repudio de todos los sectores de la provincia.
Operaciones en la provincia
El asesinato del ingeniero José María Paz por parte de Montoneros fue uno de los actos de mayor repercusión generado por la agrupación. Pero hubo otros sucesos que tuvo a la agrupación como protagonista. El 25 de mayo de 1973, un núcleo de militantes llegó a la cárcel de Villa Urquiza para liberar a presos políticos.
En agosto de 1975, un atentado contra un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea, en el aeropuerto, provocó varios muertos.