La presión y el toque son los secretos del éxito

La presión y el toque son los secretos del éxito

El "Chocho" Llop acertó con las modificaciones tácticas que presentó ayer en el Monumental

La presión y el toque son los secretos del éxito
El técnico Juan Manuel Llop, aunque sea por cábala, cambiará el sistema táctico. Cada vez que modificó las líneas, el equipo sumó puntos. Lo hizo en Jujuy contra Gimnasia y Esgrima (1-1) y ahora con Almirante Brown. Pero más allá de supersticiones el plan no sólo funcionó, sino que el equipo mejoró porque pudo generar juego, algo que Atlético no había encontrado este año.

"Chocho" comenzó la temporada con el tradicional 4-4-2. Después, por convencimiento y por las lesiones de Davis Barone y de Carlos Fondacaro, pasó al 3-3-2-2, dibujo con el que consiguió cuatro de los seis puntos que disputó. Pero la alegría le duró poco, ya que la baja de César Montiglio lo obligó a volver al 4-4-2, táctica que no pudo mantener por la lesión de Jairo Castillo. Y por eso, en el laboratorio del Complejo de Ojo de Agua, ideó el 4-1-4-1 que paró anoche.

Muchos desconfiaban de este engendro por los cambios de nombre y de posición de otros. Y todo le salió redondito. Esteban Dei Rossi respondió bien y sumó su segundo partido sin que le conviertan goles. Alejandro Espinoza, Silvio Iuvalé, Edgardo Galíndez y Fabián Espínola se transformaron en héroes al morder permanentemente a los rivales y apoderarse de la mitad de la cancha. Con la presión que ejercieron anularon al rival que, por momentos, ni siquiera pudieron salir de su campo.

Pero el mayor acierto fue haber conseguido que Diego Barrado, el conductor natural de los "decanos", se dedicara a cumplir con su misión. Y por ese motivo los dirigidos por Llop tuvieron juego, algo que no habían encontrando hasta ahora.

Si bien fue importante haber conseguido el triunfo, al "decano" le sigue faltando el poder ofensivo. Los tres goles que marcó en las dos victorias consecutivas en el Monumental fueron con disparos desde fuera del área. Eso no es otra cosa más que una prueba de cuánto le cuesta vulnerar el arco con pelota dominada. Pero no hay que desesperarse; simplemente, el "Chocho" tendrá que seguir afinando los engranajes, porque el motor pareciera haber arrancado.

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