Dos cuerpos viven con el mismo corazón

¿Por qué un actor abandona su carrera en las tablas para dedicarse exclusivamente a los títeres? Lo explican los integrantes del Elenco estable de títeres y marionetas, enamorados de los muñecos de goma espuma que viven gracias a las voces y los movimientos que ellos transmiten. Un desafío: menos historias de princesas y hadas y más temas de actualidad.

DESMITIFICADO. En Perico y Pericón (y el titiritero), el titiritero sale a escena como un personaje más, sin temor a que la magia quede al descubierto. LA GACETA / FOTOS DE EZEQUIEL LAZARTE DESMITIFICADO. En "Perico y Pericón (y el titiritero)", el titiritero sale a escena como un personaje más, sin temor a que la magia quede al descubierto. LA GACETA / FOTOS DE EZEQUIEL LAZARTE
28 Febrero 2012
Esta historia comenzó hace unos 30 años. Ningún carpintero Cereza encontró en esa casa de Yerba Buena un pedazo de madera parlante, ni tampoco se fue a vivir a esas calles de tierra y árboles frondosos ningún maestro Geppetto. Fue un matrimonio de viajeros llegados de Colombia los que dieron un toque de varita mágica a dos hermanos que quedaron deslumbrados ante la posibilidad de crear vida con sus propias manos. "Con mi hermano quedamos copados con esa visita. Mis viejos siempre habían tenido amigos artistas, pero estos eran titiriteros y ahí empezamos a experimentar", recuerda con toda claridad Héctor Lobo, hoy integrante del Elenco estable de títeres y marionetas de la Provincia. Él es uno de los miembros con más experiencia en esto de darle alma a un manojo de telas y goma espuma moldeada.

Vaya a saber qué fue lo que se despertó en esas cabezas infantiles, pero lo cierto es que los hermanos Lobo dejaron de lado los muñecos de juguetería y dieron vuelo a sus sueños con los títeres. "La diferencia principal que puedo notar hoy cuando damos un taller es que los chicos logran crearle una historia, una personalidad a su títere: una vez que los arman, te dicen cómo se llama, en qué trabajan sus papás, a qué cosas le tienen miedo y qué les gusta...", reflexiona en perspectiva. Y se explica, tal vez, por qué aquel día de Reyes lo que pidieron fue un pequeño retablo (el teatrín donde suelen presentarse los títeres) que luego usaron para dar funciones, a precio módico, a los amiguitos del barrio, casi siempre de la misma edad.

Basta de princesas
El tiempo ha pasado y Lobo ya junta 20 años dedicándose profesionalmente a los títeres. Junto con sus compañeros del Elenco estable llevan actualmente la obra "Perico y Pericón (y el titiritero)" a la sala Orestes Caviglia, a los barrios de la capital y al interior. Al menos por un rato les regalan a los chicos y a los padres un momento de ensueño y de reflexión. Porque las obras de este elenco dejan de lado las princesas hermosas y ogros espantosos que protagonizan historias de algodón. "Nuestra idea es hacer reflexionar, en el caso de esta obra, sobre el tema del cuidado del medioambiente, el valor de la amistad y de la vida, y también de la relación única que se plantea entre el titiritero y su títere", explica a LA GACETA el director del Elenco, Carlos López, antes de salir a una nueva función.

En "Perico y Pericón..." una rata y una cucaracha aparecen en un basural, transmiten enfermedades y se muestran como bichos sin maldad, pero que causan problemas a partir de nuestros malos hábitos. En el medio, Perico, el personaje de niño que representa el actor Pedro Juárez Visuara, entabla una relación de amistad con Pericón, el títere.

"A mí me gusta trabajar con otras temáticas, porque si bien a los chicos siempre los enganchan las historias de princesas y de hadas, está en uno el ofrecerles otra cosa y atraparlos para hacerles entender el mensaje", explica Lobo. Él destaca que es muy fácil darse cuenta cuando el público está siguiéndolos: los títeres, casi por definición, interactúan con la platea y eso es justamente lo que pudo apreciarse durante la función el domingo. Parecía como si los chicos hubiesen ido con las gargantas entrenadas para gritar lo que estaba bien y lo que estaba mal. Una lección que seguramente llega hasta sus padres.

De cuerpo y alma
"No me imagino trabajando con títeres que hayan sido construidos por otros. Yo necesito crearlos, saber por dónde se va a romper y dónde arreglarlo, qué expresión voy a lograr con cada movimiento", asevera Lobo, quien también arma muñecos a pedido.

La relación entre titiritero y títere, entonces, comienza en el momento en que se da "vida física" a esta personita que más tarde, con las luces encendidas sobre el teatrín, se mueve según los sentimientos, alegrías y enojos del artista que le presta su mano para animarlo. De este amor -y a veces odio- habla la obra que permanecerá en cartel todos los sábados y domingos de marzo (excepto el próximo fin de semana), a las 18, en la sala Caviglia (San Martín 251), con entrada libre y gratuita.

"Los títeres me escuchan y a veces me contestan, les hablo, reniego con ellos y les exijo respuestas. Cuando no me salen como yo quiero les pregunto ?loco ¿qué te pasa??, y hasta los pongo en penitencia", confiesa Lobo, y admite que más de una vez le quitó la vida a un muñeco. "A Pericón, de hecho, lo deshice por completo, lo maté y lo volví a hacer porque no conseguía lo que quería", admite.

Cuando termina la función, Pericón, la rata y la cucaracha vuelven al taller donde nacieron, y los chicos abandonan la sala reconfortados. Por algún tiempo sus amigos de goma espuma quedarán inanimados, esperando que el titiritero se vista de negro para volver a empezar.

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