Vivimos en el mundo del estrés laboral, del working burning y de la precariedad emocional donde se extienden enfermedades como la depresión y la ansiedad, donde se diría que no hay nada que descuidemos tanto como nosotros mismos, dice el experto español Virginio Gallardo en su blog Supervivencia Directiva (http://supervivenciadirectiva.com).
Vivimos en el mundo de la obsolescencia profesional, donde los conocimientos y los hábitos son efímeros, donde los profesionales como nunca antes tienen enormes dificultades para no quedarse atrás y donde el intenso ritmo de trabajo dificulta el desarrollo profesional. Vivimos en la sociedad de la innovación donde los expertos manifiestan sin dudas que se requiere de directivos y profesionales creativos y abiertos a nuevas perspectivas, capaces de reinventar no sólo productos y procesos si no también modelos de negocio.
Según Gallardo, se hace necesario pensar en como invertir en nosotros mismos: qué cosas deberíamos hacer ahora para que después tengamos futuro. Aquí cinco claves para ese proceso:
Reinventarse frente a la caducidad del conocimiento. Debemos quemar parte de nuestro pasado y de las cenizas deben resurgir nuevos hábitos y formas de pensar. Olvidar y desaprender es más difícil que aprender. Debemos dedicar más atención en destruir ideas y valores falsas, sino no se reincorporarán las nuevas. Buscar momentos de aprendizaje constantemente y forzar cambios profesionales.
Reforzar lo emocional frente lo racional. El éxito profesional depende más de factores emocionales y actitudinales que de los conocimientos. Las competencias emocionales son la base de nuestra compresión de nosotros mismos y de las competencias relacionales. Reforzar el autoconocimiento y cómo nos relacionamos con los demás es la gran asignatura pendiente de nuestras organizaciones.
Potenciar equilibrio mente cuerpo. Sin hard el soft no funciona. Olvidar aspectos relacionados con el descanso, ejercicio o alimentación afecta de forma negativa a un elevado porcentaje de profesionales que en el caso de directivos se incrementa. Obstaculiza nuestra capacidad de aprender y entender el mundo que nos rodea; nos resta amplitud perceptiva, empatía y bloquea el cambio personal. Nos hace menos resilientes.
Ahorrar es invertir. Una inversión necesita poner un recurso ahora para obtener más rendimiento en el futuro. Si no disponemos tiempo en el presente no podremos invertirlo. La asfixia financiera y la presión económica o un ritmo de vida que no permite la disminución de ingresos a corto plazo suele ser un grave impedimento para encontrar el espacio de tiempo necesario o el riesgo de nuevos destinos profesionales. El tiempo es dinero e invertir puede suponer ahorro financiero.
Cambiar es energía y sentido. El cambio personal, al igual que el organizativo, requiere un enorme esfuerzo. La motivación que nos hace cambiar en el ámbito profesional suele ser la voluntad de hacer nuestra actividad mejor. Lo cotidiano nos desgasta, es importante parar y recordar que es lo que nos motiva e impulsa. Intentar buscar ese sentido a lo que hacemos y reorientar nuestra actividad profesional e intensidad una obligación para ser felices.