Las nuevas tecnologías cumplen el sueño del pibe: editar el libro propio

Un grupo de editoriales (independientes y universitarias) satisface un mercado de escritores que todavía apuestan al papel

TRADICION. En la Imprenta Central de la UNT; en la ex Quinta Agronómica, se editan todas las publicaciones de la casa de Juan B. Terán. TRADICION. En la Imprenta Central de la UNT; en la ex Quinta Agronómica, se editan todas las publicaciones de la casa de Juan B. Terán.
Nora Jabif
Por Nora Jabif 14 Junio 2011
Se escribe en soledad por prepotencia de trabajo, en busca de ese cross a la mandíbula del que hablaba Roberto Arlt. ¿Cómo entender, si no, por qué cientos de tucumanos de todas las edades se empecinan en seguir escribiendo -y publicando- sus obras en papel, cuando tantos agoreros se animan a preanunciar la muerte del libro impreso?

Contra todas esas profecías, en el país han aparecido en los últimos años una treintena de editoras independientes que siguen apostando a la lectura con olor a tinta y al libro "físico" como objeto de culto. La mayoría de esas "editoriales-boutique" tienen sede en Buenos Aires, aunque Córdoba y Rosario también tienen ya sus perlas de muestra. En términos generales, ese nicho refleja la distribución del mercado editorial que exhibía en 2008 la Cámara Argentina del Libro: el 75% de la producción editorial en la Argentina está concentrado en la ciudad de Buenos Aires, el 12% en provincia de Buenos Aires, y el resto se distribuye entre Santa Fe, Rosario y Córdoba, respectivamente. En el reparto de esa "torta" estadística, Tucumán figura en el escueto "otros". Sin embargo, en Tucumán se observa hoy una producción editorial atomizada, en la que conviven, entre otras, experiencias socioculturales como Cruce Cartonero, emprendimientos independientes (Lucio Piérola Ediciones, La Aguja de Buffon, Lucía Mercado Ediciones, Trompetas completas) y las editoriales que ofrecen la UNT (Edunt y Humánitas como naves insignia ), la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) y el Centro Cultural Alberto Rougés (Fundación Miguel Lillo). Súmese a ello la cantidad - incontable - de autores que se animan a "editar en casa", para ver su obra impresa.

¿Por qué seguir editando en papel, en la era digital? El escritor Pablo Donzelli cuenta que su grupo creó y editó la revista Trompetas Completas por la necesidad de publicar sus trabajos. Parte de la nueva generación de escritores tucumanos, Pablo celebra este momento de "democratización del libro". "Las nuevas tecnologías abarataron mucho el costo de edición, ahora es posible hacerlo. Ya no dependemos de las grandes editoriales comerciales ni de los grandes centros urbanos para realizar nuestro libro con una calidad aceptable". " El miedo a mostrarnos desnudos es mayor obstáculo que el precio de edición", se sincera.

De todos modos, reconoce, como todos los editores consultados, que la tarea más difícil es la distribución. "Salvo Edunt, el Virla, Humanitas en Filosofía y Letras y en la Dirección de Letras del Ente de Cultura no hay otro lugar que acepte mostrar y ofrecer los libros de autores tucumanos".

Lucio Piérola reconoce ese límite en lo que hace a los canales físicos de distribución. Sin embargo, admite que - otra vez -las nuevas tecnologías son un aliado. "El objetivo de las editoriales grandes es netamente comercial, y ya tienen mecanismos bien aceitados de merchandising, promoción y publicidad, arreglos económicos con los canales tradicionales (librerías, diarios, tv, radio) que un sello independiente no tiene al alcance, y esos arreglos económicos terminan imponiendo comercialmente productos donde el valor literario es más relativo", opina. Sin embargo, reconoce que internet, las redes sociales y otras herramientas de difusión nuevas permiten que el libro editado por editoras pequeñas circule por un mundo sin fronteras. "Es cuestión de saber manejarlo, pero puede suceder que en algún momento el autor independiente que publica en un sello local sea leído en un lugar impensado; más de una vez me han llegado pedidos del exterior, y es toda una satisfacción, para los autores y para la editorial", afirma el editor.

Como Donzelli, Julio Estefan (La aguja de Buffon) llegó a editar por necesidad propia, cuando publicó su primer libro de microrrelatos. "Entonces decidí hacer una publicación de autor. Me fui relacionando con las personas adecuadas: encuadernadores, armadores, personal de las imprentas para interior y tapas, aprendí sobre laminadoras, películas, medidas estándar, tintas. En fin, fue un largo proceso, pero el libro salió en tres meses y el resultado , el esperado. Luego, este primer libro fue circulando entre los amigos, y ellos fueron viendo la calidad del "objeto" como tal", afirma Estefan. Cuenta que el halago más "interesante" que recibió fue un "parece hecho en Buenos Aires". "Y comenzaron a encargarme que editara sus libros. Recién ahora, después de haber publicado una veintena de libros, podríamos decir que se trata de un emprendimiento", afirma el escritor devenido editor. La sensualidad del papel todavía puede.

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