No hay diálogo, sino sólo ruido por la falta de confianza

No hay diálogo, sino sólo ruido por la falta de confianza

José Manuel García González, presidente de la Fundación del Tucumán.

25 Abril 2011
La decisión del Gobierno nacional de sentar directores en las empresas en las cuales el Estado tiene participación accionaria es otra muestra de cómo hoy se simula debatir en la Argentina. No hay diálogo, sino sólo ruido. Y la causa raíz es la desconfianza. Porque el país está desde hace varios años en permanente estado de confrontación: el Gobierno desconfía de los empresarios, de los medios de comunicación, de la oposición; y -obviamente- viceversa.

Ahora bien, ¿cómo recuperar la confianza entre partes? Claramente, el Gobierno no está haciendo nada en tal sentido. Toma decisiones vía decreto cada vez que intuye una derrota parlamentaria, negando de esa forma la negociación y el consenso democrático.

Parece disfrutar que las discusiones sean siempre sobre hechos consumados: primero hace, luego justifica. Y también porque muchas veces las palabras van por un lado y las acciones por otro. Por ejemplo, pese a que un año antes la gran mayoría de la población había optado por continuar con las AFJP, el Estado disolvió aquel régimen jubilatorio y consiguió así participación en las empresas; las AFJP no habían decidido venderle acciones al Estado, sino al mercado de capitales.

Interrogantes

Mientras los consejos directivos buscan maximizar los beneficios para los accionistas y la creación de valor para la empresa en el largo plazo, ¿cuáles serán las intenciones de los directores estatales, cuando se acercan las elecciones, crece la inflación, se desequilibra la balanza comercial y es necesario sostener un gasto público que alcanza niveles record?

Estamos nuevamente ante una actitud cortoplacista, mezquina y miope, con el objetivo de "ir por todo" y obtener herramientas que ayuden a aceitar la maquinaria electoral para retener el poder.

La Argentina, lamentablemente, ha dejado hace mucho tiempo de tener un proyecto compartido, republicano, respetuoso de la ley y de las instituciones; que nos aglutine detrás de una idea de nación, con valores perennes y con el diálogo necesario que respete la Constitución.

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