El profesor que cambió

El profesor que cambió

Jacques pasó de la filosofía a las ciencias prácticas.

AMADEO JACQUES. Al mudar de país, quiso también mudar de especialidad. LA GACETA / ARCHIVO AMADEO JACQUES. Al mudar de país, quiso también mudar de especialidad. LA GACETA / ARCHIVO
El sabio Amadeo Jacques (1813-1865) llegó al Río de la Plata en 1852. Tras un tiempo en Montevideo, pasó a la Argentina. A Tucumán llegaría en 1858 y permaneció entre nosotros hasta 1862, dejando imperecedera memoria como docente. Ilustra sobre su personalidad, la carta que desde Montevideo dirigió, en 1853, a su compatriota Guillemont, residente en el Paraguay.

Le informaba que "para seguir el ejercicio de mi antigua carrera, he considerado, al cambiar de medio, cambiar también de enseñanza: de profesor de filosofía que era, me he convertido en profesor de química, física y mecánica. Me ha parecido que en un país tan nuevo, sería inútil y casi ridículo traer especulaciones metafísicas, y que lo que más convenía era una enseñanza práctica, sobre todo, de las ciencias de aplicación directa a la agricultura, al comercio, a la industria".

Añadía que "ese cambio de materias me era a la vez fácil y agradable: fácil, porque la enseñanza de la filosofía, aunque distinta de las de las ciencias positivas, está ligada en Francia a éstas, primero por su naturaleza misma y después por la exigencia de ciertos grados comunes a las dos facultades, que yo he alcanzado; agradable, porque siempre he tenido, por las ciencias naturales y sus aplicaciones, una inclinación decidida que he cultivado constantemente".

Sin "falsa modestia", recordaba que a la teoría la adquirió por sus grados, y a la práctica, de dos maneras. Una era su etapa de siete años de ayudante en el laboratorio del químico Auguste Laurent, y la otra, su larga visión, durante la "primera juventud", del "trabajo industrial en todos los detalles", en las manufacturas de porcelana y de cristalería de Sevres. De la primera, "mi abuelo materno era uno de sus jefes".

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