"La Traviata" obtuvo merecidos aplausos

La ópera de Giuseppe Verdi, caracterizada por una puesta tradicional del regisseur Carlos Palacios, abrió la programación del festival. Se lució la soprano Ferracani, premiada con una ovación de pie. Faltó público en el San Martín, pero se espera una masiva asistencia en próximas funciones.

BARROCA. La escenografía y el vestuario apuntaron a lo clásico. BARROCA. La escenografía y el vestuario apuntaron a lo clásico.
27 Agosto 2010
"Con ?La Traviata? se puede hacer de todo. Me tocó ver una versión ambientada sólo con relojes y los protagonistas de smoking, y otra en la que andaban todos semidesnudos", apuntaba Gustavo Guersman -director de la Sinfónica de la UNT- en uno de los tantos corrillos formados durante el primer entreacto. El público elogiaba la puesta ideada por el regisseurCarlos Palacios para darle vida a la ópera de Giuseppe Verdi en la apertura del 50º Septiembre Musical. Palacios apostó por la tradición y el espíritu verdiniano sobrevoló toda la noche por el Teatro San Martín, contagiando a cantantes, músicos y espectadores durante el dramático crescendo de la historia de Violetta y Alfredo.

No lució a pleno el coliseo de avenida Sarmiento. Se entiende, tratándose de un jueves: la platea estaba casi colmada, pero en los palcos se multiplicaron los espacios vacíos. Los organizadores esperan que el público responda en las próximas funciones: mañana, el martes, el jueves 2 y el sábado 4 de septiembre, en todos los casos a las 21.

Se notó el clima de fiesta. Frente al San Martín se montaron luces estroboscópicas, apuntando a los árboles de la plaza Urquiza. El giro de los haces provocaba un efecto bello y llamativo. En el foyer, los responsables del Ente de Cultura -con los nervios lógicos del estreno- transmitían su preocupación por la salud de Gustavo Ahualli. "Está con un problemita en la garganta, por culpa del catarro", explicaba Mauricio Guzman. Sobre el escenario, el barítono tucumano batalló con altura contra la adversidad y conquistó los aplausos al cabo del dueto que sostuvo con el tenor ruso Georg Ennaris durante el segundo acto.

Se abre el telón...

El primer impacto fue netamente visual: la escenografía barroca montada para albergar la fiesta que la cortesana Violetta Valery brinda para celebrar el fin de la enfermedad que la atormentaba. Los trajes de época y el estilo impuesto por el regisseur (coordinador del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón) abrevaron permanentemente en la tradición.

Verdi compuso "La Traviata", en buena medida, para lucimiento de la soprano, y Mónica Ferracani -profunda conocedora de la obra- le sacó el jugo al personaje, notablemente secundada por Ennaris. La contribución de la Orquesta y del Coro Estable (dirigidos por Jeff Manookian y Ricardo Sbrocco, respectivamente) encajó muy bien en la puesta.

La escena del brindis, un clásico del universo de Verdi, sacudió la platea y marcó un punto de inflexión: fue vivida y sentida con idéntica pasión arriba y abajo del escenario.

En el segundo acto la ambientación pasó a la casa que comparten Violetta y Alfredo Germont en las afueras de París, con un ventanal que da a un amplio jardín. Las arias, la mayoría populares y ampliamente conocidas por el público, fueron sumando aplauso tras aplauso.

Basada en "La dama de las camelias" (novela de Alejandro Dumas -h-), "La Traviata" propone un paulatino viaje hacia la trágica muerte de Violetta, consumida por la tuberculosis, y en los brazos de su amado. Es el corazón del tercer acto, resuelto con dos cambios de escenografía.

El Ballet Contemporáneo, que dirige Patricia Sabbag, tuvo la oportunidad de lucirse (el top-less de una bailarina fue muy comentado), y el desenlace fue seguido con atención, siempre con la colaboración de la traducción de las letras en una pantalla gigante. Las ovaciones a Ferracani, a Ahualli y al director musical, Emir Omar Saúl, cerraron una función cargada de emoción.

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