Rara vez salen de su casa. Jamás se dedican a un trabajo fijo, ni mucho menos tiene un empleo formal. Aún así, ganan dinero suficiente como para sostener su familia y, de vez en cuando, darse con algún gusto.
Según se desprende de estadísticas brindadas por la Policía, cada familia de dealers opera, en promedio, con una caja chica de $ 1.550. Esta suma, obtenida mediante la venta de drogas, puede llegar a cifras mucho más abultadas. "Hace pocas semanas, en barrio Antena, se le secuestró $16.000 a un tal ?Lucho?. El dinero estaba en el bolsillo de su pantalón. Le fue imposible explicar cómo lo había obtenido, porque decía ser jornalero", ejemplificó un especialista en la lucha contra los narcos.
En lo que va del año, la Dirección General de Drogas Peligrosas (Digedrop) realizó 75 allanamientos en diferentes puntos de la provincia. La gran mayoría, en barrios periféricos de la capital. "Estamos por encima del 95% de efectividad en los procedimientos antidrogas", aseveró recientemente el jefe de Policía, comisario general Hugo Sánchez.
Fuentes de la fuerza indicaron que, por orden de la Justicia Federal, fueron secuestrados en lo que va de 2010 más de $142.000. Este dinero estaba en poder de los 167 "transas" que fueron detenidos. "Queda en calidad de secuestro, pues se sospecha que fue obtenido mediante la venta de drogas", detalló un especialista.
Las autoridades saben que los narcos barriales consideran este negocio ilegal como un medio de subsistencia. "Si usted agarra un dealer que vende droga, es una familia: va preso el padre... comienza a vender el hijo; va preso el hijo... comienza a vender el primo... Es un tema que no se termina más", comentó esta semana el gobernador, José Alperovich, en rueda de prensa.
En efecto, según estadísticas de la Policía, cerca del 60% de los delincuentes detenidos tienen alguna relación de parentesco.
"Ellos viven muy cómodamente. Los vecinos nos damos cuenta de lo que hacen porque de la noche a la mañana cambian una casilla por una casa de material; se compran motos; empiezan a hacer asados todos los fines de semana. Y eso, en el barrio, se nota mucho", contó Elsa Juárez, quien es madre de un joven adicto y reside en barrio Antena.
Una vecina de la Costanera cuyo hijo está en tratamiento para dejar de consumir drogas dijo que los "transas" se manejan de forma muy reservada. "No usan anillos de oro ni joyas. Pero cuando están vendiendo es evidente, porque se ve la procesión de chicos que llegan a su casa", dijo la mujer, que pidió anonimato. A estos delincuentes se les teme.
Todo en regla
Este año, la Policía también secuestró dos automóviles y tres motocicletas. Aunque se presume que las compraron con dinero del narcotráfico, los "transas" tenían estos vehículos a su nombre y con todos los papeles al día. "No son tontos. Están en todos los detalles. Saben que si cometen una infracción de tránsito les pueden llevar el vehículo y muchas veces los usan para delivery", aseveró un experto.
Otra característica de estas familias es que los hijos saben a qué se dedican sus padres.
El 1 de julio, la Policía detuvo a cuatro personas tras dos allanamientos en la Costanera. Aunque habían revisado toda la casa, no podían encontrar la sustancia ilegal. Finalmente, la hallaron entre las prendas de una adolescente, hija de la sospechosa. "Matan a sus propios chicos. Por eso no les interesa matar a los nuestros", sentenció Elsa.
Llamativamente, cerca de la mitad de los narcos barriales envía a sus hijos a la escuela, indicó una fuente policial. "Ocurrió en varios operativos que los menores lleguen después de clases y se den con sus padres detenidos", dijo.
En el último tiempo, los dealers optaron por fraccionar la droga ellos mismos. "Tienen mesas de trabajo con ralladores y papeles metalizados. Pero hay algunos que hacen los ?ravioles? en hojas de cuaderno para estudiante", aseveró un experto.
Así, los "transas" obtienen hasta un 60% de ganancias sobre el producto bruto que compran. "Ya no manejan mucha droga a la vez, sino que van renovando el stock rápidamente", comentó una fuente policial.
En lo que va del año, la Digedrop secuestró 16 kilos de cocaína. Cada dosis de "paco" contiene 0,5 gramos, y cuesta $ 5. Esto significa un total de $ 160.000 en estupefacientes que estaba en poder de los delincuentes. Además, la fuerza se incautó de unos 23 kilos de marihuana, valuada en unos $ 60.000.
Aparte del dinero que tiene en la caja del "negocio", cada familia de narcos invirtió al menos $1.000 en drogas que luego buscará vender. "Muchas veces obtienen la sustancia desde Bolivia o Paraguay. Pero también pueden comprársela a otros dealers", explicó un informante.
Los vecinos afirman que, cada vez que el delincuente sale en libertad, vuelve a sus andanzas. "El ?transa? nunca deja esa costumbre. Siempre vuelve a vender. No sabe vivir de otra forma que no sea matando a nuestros hijos", protestó Elsa. La mujer es una de las pocas que se atreve a señalar abiertamente a los dealers de su barrio. A ellos, mientras el negocio les dé dinero, parece no importarles demasiado.