ADOLFO ALSINA. Mausoleo que guarda los restos del célebre caudillo porteño, coronado por su estatua, en la Recoleta. LA GACETA / ARCHIVO
En 1874, tensionaban al país las próximas elecciones presidenciales. Los candidatos eran Adolfo Alsina, el tucumano Nicolás Avellaneda y Bartolomé Mitre. El 16 de febrero, todo el panorama sufrió un vuelco: el doctor Alsina renunció a su nominación, para apoyar a Avellaneda.
"He llegado a convencerme de que debo retirar mi candidatura, porque ella no tiene el apoyo necesario para que triunfe", declaró Alsina. Afirmó también que, a esa decisión, "no han precedido pactos, ni alianzas, ni transacciones". La "única base" convenida fue "construir, unidos sus amigos a los míos que quieran acompañarme, un gran partido nacional, que atraiga a su centro los elementos dispersos de los otros; que gobierne con la Constitución en la mano y que, fuerte por su origen y por los elementos civiles que lo constituyen, sea capaz de consolidar la paz, de fomentar el progreso y de garantir la libertad en todas y cada una de las provincias argentinas".
Avellaneda tenía fuerte peso político. Sus candidatos a diputados nacionales se habían impuesto en 11 de las 14 provincias. Pero el apoyo de Alsina, recibido con furia por la prensa mitrista, fue definitorio. "Podemos aspirar legítimamente a la fundación de un gobierno, porque constituimos de un modo evidente e incontrastable la gran mayoría de la Nación", expresó Avellaneda. La actitud de Alsina era producto, dijo, de "patriotismo y abnegación".
En las elecciones del 12 de abril, la fórmula Avellaneda-Mariano Acosta obtuvo 146 electores, contra los 79 que lograron Mitre-Juan B. Torrent. Es sabido que en setiembre estalló la revolución armada contra ese resultado. Pero ella no impidió que, el 12 de octubre, Nicolás Avellaneda recibiera, de manos de Domingo Faustino Sarmiento, el bastón de presidente.
"He llegado a convencerme de que debo retirar mi candidatura, porque ella no tiene el apoyo necesario para que triunfe", declaró Alsina. Afirmó también que, a esa decisión, "no han precedido pactos, ni alianzas, ni transacciones". La "única base" convenida fue "construir, unidos sus amigos a los míos que quieran acompañarme, un gran partido nacional, que atraiga a su centro los elementos dispersos de los otros; que gobierne con la Constitución en la mano y que, fuerte por su origen y por los elementos civiles que lo constituyen, sea capaz de consolidar la paz, de fomentar el progreso y de garantir la libertad en todas y cada una de las provincias argentinas".
Avellaneda tenía fuerte peso político. Sus candidatos a diputados nacionales se habían impuesto en 11 de las 14 provincias. Pero el apoyo de Alsina, recibido con furia por la prensa mitrista, fue definitorio. "Podemos aspirar legítimamente a la fundación de un gobierno, porque constituimos de un modo evidente e incontrastable la gran mayoría de la Nación", expresó Avellaneda. La actitud de Alsina era producto, dijo, de "patriotismo y abnegación".
En las elecciones del 12 de abril, la fórmula Avellaneda-Mariano Acosta obtuvo 146 electores, contra los 79 que lograron Mitre-Juan B. Torrent. Es sabido que en setiembre estalló la revolución armada contra ese resultado. Pero ella no impidió que, el 12 de octubre, Nicolás Avellaneda recibiera, de manos de Domingo Faustino Sarmiento, el bastón de presidente.








